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El 10 de julio de 2007 fue su debut en las tablas

Entre reencuentros y recuerdos, La Otra Zapatilla celebra 15 años de carrera

El próximo 5 de agosto, en el Teatro Biobío, celebrarán un año más de contribución a la cultura local con "El absurdo tesoro de la miseria", obra familiar basada en los textos del escritor tomecino Alfonso Alcalde.
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Por Nicole Reyes Cares

El teatro es resistencia, memoria e identidad. "Algo inmortal, trascendental a lo material", concluyen los integrantes de la compañía teatral penquista La Otra Zapatilla, que este mes celebra 15 años de trayectoria.

A sus integrantes evocar los orígenes del colectivo les genera sentimientos encontrados, aseguran. En gran parte, porque recuerdan lo que sintieron al ser la última generación de la ex Escuela de Teatro UDD. Agregan la falta de apoyo de la institución para el proyecto que, precisamente, nació en esas aulas en 2007.

Sin embargo, la balanza emocional se equilibra cuando recuerdan viejas anécdotas, como el porqué del nombre, o aquella vez que se presentaron para dos personas. "Pero lo hicimos igual, porque no las podíamos dejar botadas", dice Jennifer Salas, una de las fundadoras de la agrupación.

Mientras muchos actores recién egresados migraban a Santiago, este emergente nicho de nuevos talentos decidió contribuir a una escena que ya contaba con destacadas agrupaciones.

Teatro El Rostro (1977), El Oráculo (2000), Santobordell (2005), entre otros, eran las que, en ese entonces, impulsaban la dramaturgia local.

Fundada oficialmente el 10 de julio de 2007, desde La Otra Zapatilla consideran fundamental reconocer el trabajo que hacían las referidas agrupaciones.

"Entregaban una especie de influjo al apagón cultural que había, tanto a nivel nacional como local, producto de la dictadura", dicen.

En ese sentido, indican que La Otra Zapatilla no fue el inicio de algo, pero "sí aportamos mucho a aquello", advierte Daniel Espinosa, quien se sumó a "La Compa" -como le dicen- en 2009.

El también técnico en iluminación se refiere al difícil camino que debieron recorrer para llegar a donde están hoy día.

"Es complicado vivir de esto, sobre todo en regiones. Puedo decir que fuimos creciendo a ensayo y error. En ese tiempo, lo que más queríamos era hacer la mayor cantidad de funciones posibles para resonar en diversos lugares de la ciudad. Así generamos audiencia. Cuando ya llevábamos algunos años, ocurrió algo muy bonito: aquellos compañeros que se habían ido, empezaron a volver. Querían sumarse a este movimiento", cuenta.

Gracias a este "probar y fallar" alcanzaron un hito que, según afirma Jennifer Salas, sistematizó su potencial. "En 2010 nos conformamos como Centro Cultural, y en 2012 logramos tener un espacio. Fue un gran salto, porque tuvimos la oportunidad de guardar nuestra escenografía, ensayar y también enseñar. Estos avances simbolizan algo muy lindo, que es el compromiso de un equipo que trabaja desde el amor", dice.

Público valora

Con más de 30 obras creadas e interpretadas por el elenco compuesto actualmente por Jennifer Salas, Maira Perales, Patricia Cabrera, Monserrat Cifuentes, Óscar Cifuentes, Carolina Henríquez, Daniel Espinosa y Óscar Oviedo, el grupo apunta a construir una propuesta que entrelaza lo poético con lo histórico.

Así, mediante relatos que apelan a la identidad del Biobío ("Memorias de la Concepción", 2007, "Louta", 2008) o emblemáticos personajes de la zona ("Víctor, un canto para alcanzar las estrellas", 2013 y "El absurdo tesoro de la miseria", 2019, fundada en Alfonso Alcalde) este cuerpo actoral ha sabido arraigarse en el medio penquista.

Maira Perales, actriz desde el inicio, explica que esta conexión responde al sentimiento de memoria colectiva. "A Víctor Jara, por ejemplo, lo retratamos como nosotros lo conocimos. Lota, una comuna con tanta riqueza patrimonial, la presentamos de acuerdo a lo que creemos necesario mostrar. Conectamos con recuerdos que, pese a ser individuales, cobran sentido al ser compartidos", opina.

Su compañero Óscar Cifuentes, quien ha dirigido algunos montajes, agrega que esta respuesta proviene de una necesidad de las personas por sentirse en comunidad. "Pese a que siempre estamos buscando independencia, recordamos que llegamos de forma colectiva a este mundo. El teatro tiene eso, de reunirnos, porque entiende que somos parte de un todo. Eso me parece fantástico", dice.

-En confinamiento, la cultura se vio muy afectada.

(Daniel Espinosa): En algún punto se dijo que era el fin del teatro. Eso fue un gran error. No es la primera pandemia ni catástrofe que el teatro resiste. Cuando hubo peste bubónica las personas seguían actuando. Frente a lo de Hiroshima y Nagasaki, lo mismo. Siempre ha estado como una herramienta de amor y resiliencia.

Si bien, durante el tiempo que estuvieron pausados reafirmaron la idea de lo necesaria que son las artes para el desarrollo humano, también sufrieron un quiebre con la comunidad y sus planes. Por eso, informan que este año no será una temporada de producción, sino más bien de reencuentro y socialización.

Comentario de artes visuales

Jorge Zambrano: entre la abstracción y el surrealismo

Después de vivir casi 20 años en Barcelona tomó la decisión de instalarse en Concepción para continuar su obra.
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Licenciada en artes y gestora cultural

Jorge Zambrano Núñez, pintor chileno. Estudió arquitectura y artes visuales en Chile, siendo fundamental para el perfeccionamiento de su obra, permitiéndole contar con herramientas teóricas y prácticas para su vida profesional.

En 1998 parte a Barcelona, ciudad donde vivió durante casi dos décadas. Actualmente, vive en Concepción.

Ha realizado numerosas exhibiciones individuales y colectivas, tanto en Chile como en el extranjero, siendo parte del staff de artistas de prestigiosas galerías, tales como ART BOX, en Madrid, Galería de Arte Marieta Gual, en Mallorca; y New Art Barcelona, entre otras.

Hoy es parte del catálogo de artistas chilenos de la galería Amor Al Arte, proyecto que ha colaborado en la internacionalización de obras de Chile en el extranjero.

Zambrano ha creado un lenguaje propio, íntimo, irreal, a modo del artista neerlandés Escher, puestas en escena con figuras imposibles y mundos imaginarios. La naturaleza irrumpe su universo, acompañado de un oficio impecable, que ha desarrollado con maestría.

Este progreso responde al de un creador que ha hecho de su vida un aprendizaje constante, siempre en búsqueda de conocimiento y experiencias.

Así, al pasar largos años en Europa, le permitió contemplar y aprender de obras de artistas de las vanguardias históricas del siglo XX, donde claramente hay una gran influencia del surrealismo de Dalí. En sintonía ha llegado a ser tan arriesgado como el artista español, vivido arriesgándolo todo.

Lo anterior se ve materializado en la forma de enfrentar su trabajo, dándose ciertas licencias, construyendo nuevas realidades, con figuras fuera de escala, poblados de elementos extraños, resolviendo la espacialidad de manera magistral.

Allí, la naturaleza (paisajes bucólicos) aparece al límite de la abstracción, y los personajes (el hombre contemporáneo) como figuras humanas de modo objetual.

Establece una especie de narración gráfica, creando ficciones a modo de ilustración sobre el paisaje, evocando espacios naturales en armonía con la arquitectura urbana.

Sentido humano

Independiente de que en su obra hace referencias al progreso humano, a la tecnología, a partir de la nueva era, de la sociedad de la información, mantiene un vínculo indisoluble al origen de la naturaleza humana. La referencia, a través de parajes boscosos con sus propias leyes, desafiando el concepto espacio, adaptándose, de manera virtuosa, a sus necesidades sobre la tela.

Plantas a modo de ilustración darwiniana, artefactos voladores, ruinas entre vergeles, espacios deshabitados, paisajes en formas geométricas y mucho movimiento.

Son aspectos e indicios del cambio que ha experimentado nuestra sociedad en el último tiempo, entre el caos y el orden, en un estado reflexivo, casi meditativo, respecto a futuro de la raza.

Dentro de los muchos artículos que se escribieron sobre la obra de Zambrano, está el crítico de arte barcelonés Juan Bufill, quien hace referencia a su trabajo: "Pertenece a la clase de artistas que tienen algo que expresar y no tienen más remedio que ser artistas, representando objetos aislados o abandonados, por restos de representaciones sucedáneas, por artefactos que intentaron controlar la naturaleza o conquistar nuevos territorios. También aparecen personajes que compran y venden, mientras construyen y destruyen. No es un mundo mítico, es nuestro mundo moderno, que se mueve sin saber que su deseo es destructor".

Ha creado un lenguaje propio, íntimo, irreal, puestas en escena con figuras imposibles y mundos imaginarios.