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Jorge Rosas, director de Extensión Cultural y Universitaria de la UCSC:

"Mi intención es reflejar la identidad de la universidad, a través de la belleza"

Con las letras de base, el doctor en Literatura Chilena e Hispanoamericana llega al cargo a liderar cambios internos e imponer su sello.
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Por Nicolás Martínez Ramírez

Cuando asumió el cargo endiciembre del año pasado, le tocó hacerlo luego de haber sido ocupado por la actriz Gloria Varela por más de 20 años.

Y es que para Jorge Rosas el ser director de la Dirección de Extensión Cultural y Universitaria de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) ha significado ser todo un desafío.

De acuerdo al doctor en Literatura Chilena e Hispanoramericana, tomar una dirección como esta hasta el momento era muy desafiante. "Básicamente, por todo lo que había logrado y realizado la señora Gloria. Solo pensar en eso era un desafío muy grande", dice.

Al encargado le corresponde guiar los nuevos destinos de la entidad cultural, ya que a partir de fines del año pasado pasó de ser una dirección de Extensión Artística y Cultural a una Cultural y Universitaria.

Hacer tareas

El rol ha significado tareas nuevas dirigidas para el público externo y también interno, debido a reestructuraciones de la casa de estudios.

-¿Cómo fue asumir el cargo luego de una persona que lo tuvo tanto tiempo?

-Nunca lo pensé así, hasta que me lo dijo un colega. Cambiar de ritmo y de unidad, cuando uno está comprometido con su quehacer, es ver que solo habrá un cambio. Yo venía como jefe del Departamento de Ciencias del Lenguaje y Literatura en la Facultad de Educación. A los académicos se nos hace fácil poder cambiar de chip y asumir otra tarea, pero no como esta. Después de 20 años y de tener una apuesta cultural muy potente en la Región, con la energía y ansías de ella, obviamente su obra se visualiza al impulso que le dio a la nueva formación de públicos, a la galería de arte o al teatro.

-Cuando hablamos de trabajo, lo pregunto por usted, pero siempre responde en plural, imagino que el equipo es importante.

-Súper importante, porque yo he llegado aquí por una nominación, esto no es por generación espontánea. Ha habido siempre una identidad cultural, un trabajo y voluntad de incorporarse. No vengo con mi mochila cargada de tareas, estas están y vengo a colaborar con el equipo para dar la bajada del sello e identidad de la universidad.

-¿Por dónde va lo que quiere imprimirle a la dirección?

-Mi intención es más bien reflejar la identidad de la universidad, pero a través de la belleza. Como dice el Papa, evangelizar a través de ella. Obviamente, no vamos a hacer la tarea que le corresponde a la iglesia, pero como identidad universitaria, desarrollar en todos los aspectos y manifestaciones del arte la balleza en todas sus formas. En términos trascendentales, la belleza conlleva valores fundamentales y esos son los que tiene la universidad.

Durante gran parte de la conversación, de fondo se escuchó a un estudiante tocar piano, algo que -de acuerdo a Rosas- es común en el subterráneo del Edificio Central de la UCSC.

Es precisamente esto, esta belleza, la que el nuevo director busca resaltar de forma colectiva. Por ejemplo, haciendo trabajar juntos a los talleres de música y danza, sirviendo uno como el complemento del otro. "Es algo que no se va a notar de inmediato", reconoce, aunque está convencido de que es parte fundamental del trabajo y el desafío que tiene por delante.

Es así que Rosas está al frente de un equipo que incorpora a la Dirección de Gestión Artístico Cultural y Universidad, y la de Gestión de Redes y Recursos. También al Museo de Arte Religioso y la Editorial UCSC. A ellos se suman los responsables de los talleres que ofrece la entidad cultural.

"No son muchas personas, pero nos estamos incorporando en las tareas que a todos les gustan muchísimo", destaca.

-¿Cómo ha sido pasar del aula y lo investigativo a lo que hace hoy?

-Hay que vincularse con el equipo y el alma real de la dirección, que tiene una naturaleza diferente a cualquier otra. Si capturamos bien esa alma, entonces compenetramos el arte y la gestión adminstrativa. No he estado tan lejos si, porque sigo haciendo mis clases en la Facultad de Educación y lo que he avanzado en mi propio arte. Al principio era el desgaste de las horas y mucho trabajo administrativo, luego las clases, pero ahora ya tenemos un equilibrio. Lo que hago hoy no me separa de mi quehacer natural.

Comentario de cine

"Stranger Things 4": vamos que llegue pronto el 1 de julio

Esta entrega lleva la trama a momentos oscuros, donde lo siniestro emerge de los miedos de los propios personajes.
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Por Sebastián Grant Del Río

Desde el estreno de su primera temporada, en 2016, con altos y bajos en su trama, "Stranger things" ha logrado construir un universo de bases sólidas. En este caso, apuntando a un buen casting y una selección que supo encontrar a los actores y actrices debidos para los personajes.

Niños, adolescentes y adultos cruzaron sus vidas en el ficticio pueblo de Hawkins. Desde motivaciones familiares hasta de amistades o amorosas, lo cierto en que en este espacio urbano de Indiana todo funcionaba en equilibrio. En uno aparente, pues todo se trastoca cuando ocurre la misteriosa desaparición de Will Byers, el hijo de 12 años de Joyce (Winona Ryder).

La aparición de Eleven (Millie Bobby Brown) hace que la historia devele trazos de oscuridad. Hace que el relato vaya hasta el "Demogorgon", suerte de monstruo/demonio, que sacará a luz una serie de motivantes dramáticos. Hechos que provocan otros más atractivos para continuar y darle sustento al arco argumental que los hermanos Duffer -Matt y Ross- concibieron para cinco temporadas.

Se acaba de estrenar el primer volumen de la cuarta temporada (27 de mayo), a la espera del segundo anunciado el 1 de julio próximo, con solo dos capítulos de 85 y 160 minutos, respectivamente. Tiempos para plantear algunos misterios y variantes por resolver en la última temporada.

Con esta primera parte de siete capítulos (el último dura 140 minutos) ya estamos frente a ciertas resoluciones, aunque lógicamente siempre pueda haber algo nuevo. Parte del plan de los creadores basales, también directores de los episodios junto a Shawn Levy.

Se trata de dos miradas que han mantenido la coherencia frente a la narración y que tienen claro, por más largos que sean los capítulos, hacia dónde van en cuanto a la resolución previa del anunciado "Volumen 2" y lo que será la quinta y última temporada.

El horror que ronda

Donde nos sitúan estos primeros sietes capítulos están motivados por varias líneas narrativas. Una concerniente a la desaparición y supuesta muerte de Jim Hopper, otra centrada en la vida de Eleven, junto a la familia Byers lejos de Hawkins, con los amigos semi presentes; los habitantes del pueblo creyéndose amenazados por fuerzas satánicas y Vecna, símbolo de la amenaza sobrenatural que se cierne sobre todos. Es la motivación dramática de la compleja trama de esta nueva entrega.

Dominando el latir desde los primeros minutos, destaca la puesta en escena de un relato que, efectivamente, resulta complejo y que implica atención.

A diferencia de capítulos pasados, donde la acción era el principal motivante, ahora los directores y guionistas se tomaron el tiempo -mejor o peor- para sostener aristas necesarias. Una temporada quieta en su base, pero no por eso menos sugerente y expuesta.

Está claro que las extensiones, a veces, resultan demasiado pesadas, sobre todo en los dos o tres primeros capítulos. Sin embargo, desde ahí el relato se sume en un clima de horrores, que transita por escenas de cotas inesperada, considerando que esta es una serie juvenil.

Y eso no lo pierde. Pero estos jóvenes sufren más y más intensamente a partir de sus propios miedos, carencias, acciones, consecuencias y oscuridades. Esto emparenta a "Stranger Things" con el Stephen King novelista, por sobre las referencias a películas inspiradas por el escritor.

Con trazos que rozan el horror y que laten desde el interior de los involucrados antes de salir a la luz (al terror), esta nueva temporada se expone como una propuesta bien conectada con las anteriores, pero mucho mejor planteada que las apuradas segunda y tercera parte.

Se toma el tiempo para asumir que un buen relato no depende del trazo físico, de lo que pones en escena, ni de los presupuestos. Por el contrario, depende del amarre consecuente de una trama que avanza hacia un final que sabemos tendrá los aspectos para internarse más intensamente en ese "Mundo del revés", donde todo puede ser.

Desde donde volver, como ya lo viéramos en "Poltergeist" (1983), no será fácil. Acá las consecuencias serán las de una serie con más tiempo que los 100 minutos de una película.

La historia se sitúa seis meses después de los hechos de la tercera. Lo que muchos creían parece no ser: Jim Hopper vive.