Para lograr aprendizajes significativos a distancia se requieren tres condiciones: docentes efectivos, tecnología apropiada y estudiantes comprometidos. Esto concluye, entre otras cosas, un estudio publicado por el Banco Mundial sobre el aprendizaje en pandemia. Si bien la tecnología es parte fundamental de la educación del SXXI, en estos momentos que volvemos a la presencialidad, las otras dos toman cada vez más importancia. Las y los docentes están haciendo un gran esfuerzo para nivelar a los estudiantes tras estos años de pandemia. Pero tener estudiantes presentes no asegura que aprendan, pues igual de importante es el compromiso de cada niño y niña con su propio proceso de aprendizaje y, aunque esto suena evidente y simple, lograr encender la pasión por aprender en cada estudiante requiere mucho trabajo y creatividad.

A todos nos ha pasado alguna vez, que tuvimos que estudiar un contenido que nos parecía árido y lejano y solo intentamos memorizar para aprobar el curso. Pero, ¿qué pasa cuando ese mismo contenido está relacionado con algo que nos importa y apasiona? Probablemente nuestro interés por aprender cambie nuestra disposición y, en consecuencia, nuestro resultado final. Por ejemplo, no es lo mismo si mi profesor proyecta una diapositiva en clases con la fórmula del perímetro y el área de un círculo y entrega 10 ejercicios de práctica, que si nos propone el desafío de diseñar un juego para un parque de diversiones que permita la entrada a niños en silla de ruedas, para lo cual tengo que saber calcular el perímetro y área de las ruedas de esas sillas, como lo hace la clase de matemática de La Radio Enseña.

Si logramos conectar el contexto, intereses y propósito de vida de nuestros estudiantes con el aprendizaje de forma que les haga sentido, estaremos aumentando su compromiso y motivación de aprender, por ir más allá. Esto es lo que hacemos en Enseña Chile, demostrando que este proceso que pone la experiencia positiva y entretenida de cada estudiante en el centro del modelo de aprendizaje, logra los resultados esperados. Por eso, hoy más que nunca queremos compartirlo con docentes, estudiantes y familias de Chile invitando a todos a escuchar La Radio Enseña: un programa que te va a asombrar y encantar con esta nueva forma de aprender. Por ejemplo, aprenderás a expresar tus emociones a través del arte para movilizar el cambio en tu colegio; o entenderás los cambios hormonales en la adolescencia haciendo la similitud a los juegos de un parque de diversiones, su montaña rusa y casa del terror. Los invitamos a disfrutar de los capítulos de esta cuarta temporada, que llega a todo Chile gracias al apoyo de las 80 radios que nos transmiten gratuitamente, busca la radio de tu región en enseñachile.cl

Vivimos en una sociedad marcada por la violencia a nivel personal, familiar y social. Frente a la violencia hay distintas reacciones. Algunos se enrejan, electrifican sus paredes, toman seguros e incluso se arman. Detrás de esa actitud está la idea que nada puede cambiar y sólo cabe defenderse a como dé lugar. ¡Hemos sido testigos de linchamientos! Otros niegan la existencia de estos hechos y viven como si no pasara nada, hasta que les toca a ellos, claro está. Los últimos se hacen preguntas: ¿de qué manera con mis pensamientos, palabras, acciones u omisiones he contribuido directa o indirectamente a que en mi ciudad, barrio o casa acampe la violencia? ¿de qué manera puedo contribuir a que haya más paz y fraternidad?

Nadie, por sí solo, puede detener la violencia. Pero en que cada uno de nosotros está -siempre y en todo lugar- la posibilidad de ser pacífico, buscar la justicia, actuar fraternalmente e irradiarlo a los demás. La llave maestra para terminar con el flagelo de la violencia es actuar con los demás como quiero que actúen conmigo y las personas que quiero. Será la suma de personas que viven pacíficamente y trabajan por la paz lo que llevará a la consolidación de una sociedad libre de violencia.

Ello implica una responsabilidad intransferible e indelegable: No hay nada más personal que el mérito y la culpa.

Es una ilusión pretender una sociedad menos violenta, si cada uno de nosotros no hacemos un examen de conciencia muy riguroso, respecto de nosotros mismos. Una sociedad libre de violencia no se logra por decreto ni con más policías en las calles.

Los padres de familia es mucho lo que tienen que decir y hacer en esta materia, puesto que son los educadores originarios, y, por lo tanto, los primeros responsables del modo de comportarse de sus hijos, sobre todo lo que dice relación incondicional y sin matices al respeto debido al otro. ¡Hay padres que se sienten sobrepasados y con razón- en esta tarea por las múltiples interferencias negativas del medio a las que tienen que hacerles frente!

El respecto hacia el otro -condición de posibilidad de la no violencia- sólo será posible si descubren su propia dignidad, vislumbran un sentido para sus vidas, la comprenden como un gran regalo y se sienten llamados a vivir para los demás. Solemos repetir las experiencias que vivimos en la infancia, para bien o para mal. Detrás de cada acto de violencia hay un grito desesperado de petición de ayuda, de apoyo, de cercanía, en definitiva de amor. Solamente desde la experiencia del amor podemos comprender nuestra existencia y la de los demás, en primer lugar como un regalo de valor inestimable que tenemos que respetar, cuidar y promover en su dignidad. De esta nueva forma de comprendernos, se podrá realmente aspirar a una sociedad fraterna, es decir a medida de la altísima dignidad de todo ser humano.

Hoy en día, instalar un proyecto extractivista como Dominga nos invita a reflexionar sobre cómo queremos desarrollar nuestro país, dado su impacto ambiental y social. Pero además, pensando en las capacidades en ciencia e innovación que ya tenemos y las que podemos seguir desarrollando en nuestro pais. ¿Y si decidimos invertir en el futuro, en lugar de continuar solo dependiendo de la receta de los últimos 200 años.

La historia, dicen varios autores, siempre se repite: primero, como comedia, después, como tragedia. Podría ser el caso de Dominga, el proyecto minero y portuario que fue aprobado en la Región de Coquimbo, y que hoy está en manos de la Corte Suprema, luego de no hubiera conciliación entre las partes. Dominga podría ser parte de esa iteración.

¿Por qué sabemos esto?

Porque no es primera vez qué pasa.

La historia del país está llena de estos proyectos, algunos, muy antiguos.

El proyecto minero portuario para sacar el carbón de Lota y Coronel, transformó completamente la provincia de Arauco. De esa riqueza, poco queda en la zona, considerada de las más pobres del país.

Y qué decir de los pueblos salitreros, de los que hoy quedan, con suerte, latas oxidadas.

Consecuencias del avance científico tecnológico que pudo reemplazar esas materias primas por otras más rentables. Entonces, ¿Cómo podriamos hacer para no volver a repetir esta historia?

El Chile de hoy, cuenta con otros recursos además de los naturales, por ejemplo los polos de innovación y conocimiento que hay en las regiones de Valparaíso, Metropolitana y Biobío. Y de seguro con más inversión, otros polos más aparecerían a lo largo del territorio.

Acá, a diferencia de la minería, se renueva constantemente la producción de artículos, patentes, inventos, todos soluciones a problemas y, por lo mismo, capaces de generar riqueza. Es más lenta, si. Pero tenemos ejemplos como Corea del Sur que en 1953 decidió hacer el punto de inflexión invirtiendo en I+D, educación para así convertirse en el país tecnológico que es hoy. En esta transformación social, donde el valor agregado es creado a través de la mano de obra y el conocimiento, implica además que exista formación y cuidado de los trabajadores, por lo tanto se tiene como resultado sociedades menos desiguales como vemos en países europeos.

En Chile, la CTCI se ha desarrollado con políticas públicas y financiamiento que en parte la minería ha contribuido, y desembocaron en la creación del ministerio de Ciencias, que cuenta con un presupuesto anual igual que Dominga, cerca de USD $2.500 millones.

Se ha formado capital humano avanzado que con inversión extranjera han creado innovadoras empresas de base científico tecnológica como The NotCo en el campo de alimentación, Sporatex en el area textil, Kurabiotech en biotecnología, y hay muchas otras que están a la espera de inversionistas.

Quizás ahora es la oportunidad de cambiar la receta, que las inversiones sean para la innovación basada en el conocimiento y no dejar que nuestra economía solo dependa de la explotación y exportación de nuestros recursos naturales.