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Silencioso avance del fenómeno

Los efectos de la crisis climática en los glaciares del sur de Chile

El avance implacable del cambio climático llegó a la Patagonia, afectando una de las zonas más naturales del mundo y resintiendo la salud de la mayoría de los glaciares, que muestran un retroceso acelerado en sus dimensiones.
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Por Agencias/Redacción

El avance implacable del calentamiento global lamentablemente llegó hasta nuestra Patagonia, donde los glaciales dan una pelea sin suerte contra el deshielo, afectando una de las zonas más naturales del planeta.

De este silencioso y permanente fenómeno da cuenta Manuel Berrocal, quien lleva 15 años guiando a los turistas por el glaciar Exploradores, en el monte San Valentín, el más alto de la Patagonia, emplazado en la región de Aysén, a 2.000 kilómetros al sur de Santiago.

Cuenta que hace años la inconmensurable masa de hielo se veía a la media hora de entrar al Parque Nacional Laguna San Rafael. Hoy hace falta caminar por morrenas tres horas para avistar el hielo limpio.

"Ha sido un retroceso lento pero ininterrumpido. No te das cuenta hasta que un día ves que la lengua del glaciar está mucho más lejos", asegura Berrocal, director de Turismo Baguales.

80 METROS

Según la Unidad de Glaciología y Nieves (UGN) de la Dirección General de Aguas de Chile (DGA), la altura del glaciar ha disminuido 80 metros desde 1944.

Otro de los testigos directos del daño causado por la crisis climática, es Alexandre Avendaño, capitán del Kawesqar. Desde su barco, señala que cada día ve un nuevo témpano del glaciar San Rafael, icono de la Patagonia, precipitarse a las gélidas aguas de este mar austral.

"Ahora hay más conciencia, pero hace tres años los buques turísticos entraban en la bahía y tocaban insistentemente la bocina para provocar desprendimientos", se lamenta, sobre un glaciar que ha mermado en un 13% en 146 años.

Una situación más crítica se vive con el glaciar Jorge Montt, en la zona sur de Campos de Hielo, que se ha transformado en uno de los más afectados de nuestro país, con una disminución del 26% en los últimos 38 años, mientras que el Pío XI es el único que ha crecido, con un 1% de masa ganada en el mismo periodo, una anomalía a la que los expertos aún no le encuentran explicación.

Con la generosa dimensión de 23.000 kilómetros cuadrados, Chile posee la mayor superficie de glaciares de Sudamérica. El 63 % de estos se encuentran en la Patagonia, en una zona conocida como Campos de Hielo y considerada la tercera masa glaciar más extensa del mundo tras Antártida y Groenlandia.

Pero la salud de los glaciares patagónicos está resentida y "la mayoría han presentado un retroceso acelerado en sus dimensiones", dice Jorge O'Kuinghttons, glaciólogo de la UGN.

ALTAS TEMPERATURAS

A diferencia de otras zonas del mundo donde el carbono negro o el polvo industrial contribuyen al deshielo, el aumento global de las temperaturas es la única causa del retroceso en los glaciares del sur de Chile, a juicio de los expertos. La Patagonia es una de las zonas más prístinas del mundo, donde la industria es inexistente y los núcleos urbanos muy reducidos.

Señal de esta pureza es la existencia en los glaciares de un pequeño insecto endémico y único, el Dragón de la Patagonia, que no supera los 15 milímetros, es intolerante a la contaminación y genera un fluido a base de glicerol para no congelarse.

"Desde el punto de vista químico, estos glaciares representan el efecto más puro del cambio climático porque solo reflejan el calentamiento global y no otras fuentes de contaminación", subraya O'Kuinghttons.

MIGRANTES CLIMÁTICOS

Lejos quedaron aquellos inviernos en que el termómetro marcaba hasta 15 grados bajo cero en Campos de Hielo. La temperatura promedio en los meses más fríos ronda hoy los 0,5 grados, mientras que en verano puede alcanzar 5.

"Tenemos casi todo el año temperaturas positivas en la zona de acumulación del San Rafael, lo que nos está diciendo que el glaciar está sufriendo mucho", explica Alexis Segovia, glaciólogo de la UGN y profesor de la Universidad de Chile.

Los glaciares patagónicos tienen otra particularidad: son extremadamente propensos a provocar descargas abruptas de agua acumulada en su interior, un evento que se conoce como GLOFS (glacial lake outburst floods, en inglés) y que pone en riesgo a las comunidades de los valles aledaños.

En los alrededores del glaciar Steffen, en el norte de Campos de Hielo, varios vecinos han tenido que mudarse por miedo a nuevas descargas, lo que les convierte en "los primeros migrantes climáticos" de la Patagonia chilena, señala O'Kuinghttons.

Los expertos avisan de que el deshielo va a agravar además la sequía que vive Chile desde hace más de 13 años, pues estas vastas reservas de agua nutren las cuencas y son el principal seguro que poseen los ecosistemas y las comunidades humanas para su subsistencia cuando no haya lluvias.

"Los glaciares juegan también un rol fundamental para frenar el calentamiento porque devuelven mucha radiación a la atmósfera", indica Segovia.

Si estas superficies se siguen achicando, alerta, "la tierra se va a calentar más rápido".

Opinión

Ley REP, una oportunidad para el reciclador de base

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Durante décadas, la cara más visible del reciclaje domiciliario en Chile han sido los recicladores de base, esa imagen tradicional del popularmente llamado "cartonero" arriba de un triciclo recorriendo calles y pasajes para recoger -principalmente- cartones, botellas y cachureos, para luego venderlos a los valorizadores. Una postal que se repite en muchas ciudades de Latinoamérica, a tal punto que en 2008, en un encuentro realizado en Colombia, se estableció el 1 de marzo como el Día Mundial del Reciclador de Base para visibilizar su importancia en la recuperación de materiales en nuestras urbes.

Pero esa imagen del "cartonero" ha cambiado rápido en los últimos años en el país, principalmente, por las obligaciones de reciclaje impuestas por la Ley REP y por la fuerza que toma la economía circular. Hoy reciclar está lejos de ser una actividad informal; se transforma en una industria a la que rápidamente se suman nuevas empresas y emprendimientos. Y los recicladores de base se están adaptando a esta nueva realidad.

Así se muestra, por ejemplo, en un estudio realizado por Cempre Chile y Fundación El Árbol para el Ministerio del Medio Ambiente, que se dio a conocer en 2021 y que encuestó a casi 1.300 recicladores de base. De ellos, un 32% lleva cuatro años o menos trabajando en esta actividad, entre los cuales el 7,8% tiene educación superior y el 4,9% educación técnica. Una cifra que contrasta con quienes llevan entre 5 y 14 años como recicladores de base, donde solo el 3,3% tiene estudios superiores; entre quienes llevan más de 15 años de oficio, solo el 1,1% alcanza este nivel educacional.

Además, y lejos de la imagen clásica del reciclador de base, hoy un 35% de ellos realiza su trabajo en una camioneta, un 14% utiliza un camión y un 26% mantiene aún los triciclos a tracción humana.

Pero no obstante estas mejoras en su trabajo, el 92% de los recicladores encuestados trabaja de manera informal, el 84% lo hace sin cotizaciones previsionales, el 74% trabaja sin inicio de actividades y el 67% no cotiza en ningún sistema de salud. Es decir, en su gran mayoría siguen fuera del sistema.

Es en este escenario donde la implementación de la Ley REP, que en el caso de los residuos de envases y embalajes deberá comenzar operaciones el próximo año, abre nuevas oportunidades a los recicladores de base, quienes fueron incluidos expresamente en esta normativa precisamente para regularizar su trabajo e incorporarlos formalmente a la cadena industrial del reciclaje.

De acuerdo a esta normativa, los recicladores de base podrán participar de la gestión de residuos en el sistema REP, pero para ello deberán certificarse laboralmente y estar registrados en el RETC. ¿La ventaja? Quienes cumplan estos requisitos podrán ser contratados directamente por los sistemas de gestión, sin necesidad de pasar por una licitación abierta. Y si deciden asociarse y postular a una licitación, deberán recibir las bases de esta de forma gratuita.

También impone exigencias para la instalación de los puntos de recepción y almacenamiento de materiales que deberán poner en marcha obligatoriamente los sistemas de gestión en todo el territorio -estimados en 354 a lo largo del país-, de los que al menos un 50% deberán incorporar a los recicladores de base como administradores u operarios de dicha instalación. O bien, que los residuos que estos lleven a dichos puntos sean pagados por el sistema de gestión al mismo precio -al menos- que se les remunera a otros recolectores que operen en la comuna. Todo esto irá acompañado de un plan de formalización y capacitación para quienes se incorporen al sistema.

Hoy, los recicladores de base son fundamentales en la cadena del reciclaje, puesto que llegan a sectores urbanos donde difícilmente los sistemas de gestión llegarán en una primera instancia.

Son también quienes mejor conocen los barrios y calles de la ciudad, se relacionan con los vecinos, y ayudan a generar una cultura ciudadana que es positiva para todo el sistema. La implementación en terreno de la Ley REP aparece entonces como una gran oportunidad para formalizar su actividad y transformarse en un eslabón clave para una industria que empieza a dar sus primeros pasos a gran escala.

Isidro Pereda gerente proyecto ReSimple-Gransic en conformación