Agravamiento del cambio climático
Los últimos siete años han sido los más cálidos desde que a nivel global se empezaron a registrar las temperaturas anuales en 1850, según los datos publicados por Copernicus, el Servicio de Cambio Climático de la Unión Europea.
El año 2021 fue el quinto año más cálido de la historia, con una temperatura media de 0,3 grados superior a la del periodo de referencia 1991-2020, y entre 1,1 y 1,2 grados por encima de las medias preindustriales, según las mediciones, que también revelan que las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera siguieron en aumento. Las medidas adoptadas por los países para contener la expansión del coronavirus lograron rebajar ligeramente las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global, pero, aun así, el grueso de las emisiones sigue en el nivel alto que tenía previo a la pandemia, ha lamentado Copernicus. Los informes indican que a nivel mundial, el aumento de temperatura media respecto a los últimos treinta años fue especialmente intenso en Canadá, la costa oeste de Estados Unidos y algunas regiones de África Central y Medio Oriente. Europa experimentó en 2021 su verano más caluroso, con un récord de temperatura de 48,8 grados C, registrado en Sicilia, mientras los incendios forestales, precedidos por condiciones secas y cálidas, arrasaron algunas zonas.
Diversos estudios han dado cuenta del deterioro que ha sufrido la Tierra en el último siglo. El aumento de gases de efecto invernadero y el aumento de las temperaturas son una bomba de tiempo que amenaza con el derretimiento de los casquetes polares y con ello, un enorme riesgo sobre países y zonas costeras densamente pobladas. Aumentos de temperatura inusuales y tormentas en zonas donde usualmente no las había, son algunos de los signos. Una proyección realizada en Estados Unidos estima que el nivel del mar habrá crecido dos metros para el año 2100. Las nuevas estimaciones, más pesimistas que otras, se basan en una mejor comprensión de cómo se ha comportado en el pasado la capa de hielo de la Antártida y en un análisis de cómo se verá afectada por el cambio climático en el futuro.
No es la primera vez que se alerta que el aumento de las temperaturas está teniendo efectos desastrosos en las zonas con hielo, tanto en los polos, como en lugares altos del planeta. El cambio climático también se ha hecho sentir con notoriedad en Chile. Así lo reflejó el Informe Anual 2020 de Medio Ambiente publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), dando cuenta de que el número total de olas de calor en el país aumentó fuertemente en las temporadas de noviembre a marzo de los años 2010-2011 y 2019-2020, al pasar de 9 a 62. A su vez, las lluvias disminuyeron en catorce estaciones de medición, entre 2015 y 2019, coincidiendo con los episodios de sequía que vive Chile desde hace poco más de una década. La falta de agua es un factor que afecta constantemente a miles de agricultores, quienes deben enfrentar períodos marcados por déficit de lluvias y calor excesivo. Las zonas más afectadas van desde la Región de Coquimbo hasta la Región del Biobío.
Ante esa realidad, el aumento de los océanos es una consecuencia obvia e inevitable que tendrá resultados y daños inimaginables para muchos países, en especial para las zonas costeras. Migraciones, pérdida de sectores agrícolas, de ciudades e instalaciones podrían observarse si el peor escenario llegara a concretarse. Ha habido algunos avances. La adopción del programa de reciclaje por parte de los países industrializados fue el resultado de la preocupación ciudadana respecto a la acumulación de desechos. En nuestro país, se han dado pasos con el fin de mitigar los daños que se producen a la naturaleza y al cambio climático, como la ley que eliminó la entrega de bolsas plásticas en tiendas y supermercados, o el programa de descarbonización de la matriz energética. Pero siempre es insuficiente ante la gravedad del cambio climático.
El año 2021 fue el quinto año más cálido de la historia, con una temperatura media de 0,3 grados superior a la del periodo de referencia 1991-2020, y entre 1,1 y 1,2 grados por encima de las medias preindustriales. También las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera siguieron en alza.