Ambiente para la elección de segunda vuelta
La ciudadanía ha concurrido ayer a las urnas para elegir a los dos candidatos presidenciales que pasaron a la segunda vuelta -José Antonio Kast y Gabriel Boric- así como a senadores, diputados y consejeros regionales. Este proceso se ha desarrollado en un ambiente tranquilo, pese a algunas dificultades especialmente en el horario de cierre de las mesas de votación.
Los resultados de las elecciones presidenciales en primera vuelta plantean un desafío muy relevante para Chile: conseguir ciertos acuerdos fundamentales que permitan sumar voluntades para avanzar hacia el gran objetivo de mejorar la calidad de vida de las familias, en especial de aquellas que tienen mayores necesidades. Es por ello que si bien es evidente que el perfil de quienes pasaron a segunda vuelta puede significar una mayor polarización del país con miras a la campaña para la segunda vuelta del 19 de diciembre, se debe insistir en el llamado a los candidatos y sus adherentes a desarrollar una campaña con altura de miras, enfocada en las ideas y propuestas que presentan ambas alternativas y no en enfrentamientos que no aportan nada a la construcción de un mejor país.
Los comicios de ayer se han realizado en el contexto de la crisis sanitaria por la pandemia de covid, y las consecuencias que ha dejado en la economía, luego de que en el período más duro hubo cierres de empresas, se perdieron empleos y recién hace unos meses se ha comenzado a recuperar cierta normalidad. En otro plano, la ciudadanía ha dado a conocer por diversos medios su desconfianza y descrédito respecto de la clase política y de otras instituciones, que no se han preocupado de buscar las soluciones a los problemas reales, sino que más bien han promovido las diferencias y las guerrillas verbales que conducen a polarizar aún más a la ciudadanía.
En este escenario, se requiere definir algunas tareas prioritarias y sacarlas adelante para comenzar a dar respuesta a las demandas. La pobreza, la necesidad de mayores oportunidades, la creación de mejores empleos, la salud, educación, las pensiones, la paz social, abordar el combate a la delincuencia y al narcotráfico, son tareas urgentes, de mucho esfuerzo individual, pero que necesitan liderazgos que las empujen.
Chile es un país pequeño, con riquezas de la naturaleza, pero al mismo tiempo, tremendamente frágiles, ya sea por los desastres naturales o por aquellos producidos por el hombre. Es evidente que el país tiene problemas, pero no se puede pretender que todo lo obrado en las tres décadas recientes ha sido negativo o una suma de errores. Los chilenos exigen un trato igualitario, quieren que se ponga fin a los abusos y al mal uso de los recursos públicos; un rol más activo del Estado para salvaguardar cuestiones como las pensiones, la salud, la educación, la justicia, el medioambiente, temas que están regulados en mayor o menor medida, pero que exigen acciones más definidas y firmes de las autoridades y del servicio público.
Estos son momentos en que se necesita calma y prudencia en los dichos y en las actuaciones, especialmente de la clase política. En el último tiempo, ha sido preocupante escuchar a algunos líderes emitir declaraciones que aportan muy poco al debate de la crisis social, salvo calentar ánimos y abrir la puerta al populismo y a la ingobernabilidad, en la que tradicionalmente quienes más pierden son los más necesitados.
Intentar cambiar el estado de ánimo y enfocarnos más en aquellas cosas que nos unen es una tarea de sumo compleja, no cabe duda, pero debería ser una prioridad para quienes tienen algún tipo de liderazgo. En general, son más las situaciones que nos unen que aquellas que nos dividen como sociedad, por lo cual los candidatos que han pasado a la segunda vuelta electoral, por decisión de la ciudadanía, tienen un rol preponderante en este período para no contribuir a aumentar la polarización.
Hay que apuntar a crear un país que avance en la realización de sus sueños fundados y que vuelva a confiar en sus líderes e instituciones tradicionales. Por eso, lo que se requiere es definir algunas tareas prioritarias y sacarlas adelante, independiente de quien sea el que conduzca el gobierno por los próximos años.
Si bien es evidente que el perfil de quienes pasaron a segunda vuelta puede significar una mayor polarización con miras a la campaña para la segunda vuelta, se debe insistir en el llamado a los candidatos y sus adherentes a desarrollar una campaña con altura de miras, enfocada en ideas y propuestas y no en enfrentamientos que en nada contribuyen a la construcción de un mejor país.