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Contreras, afirma Simonetti, "fue un muy buen profesor, me heredó mucho conocimiento de ese que solo se traspasa de maestro a discípulo", aunque sus recomendaciones "no impidieron que yo publicara lo mío y que la Carla (Guelfenbein) publicara lo suyo". El protagonista recuerda que en la época de sus decisiones, los años noventa, "existían hombres aterrados de que les quitaran su lugar".
-¿Compañeros de taller?
-No voy a entrar en eso. Pero a una persona gay, en mi caso, era muy fácil decirle que era cursi, sentimental. También era fácil decirle a una mujer que era doméstica: había un espacio de la crítica que respondía muy fuerte a esta sociedad homofóbica y misógina. Eso lo experimenté, pero no en el taller de Gonzalo.
-Contreras hace unos días fue cuestionado por decir que "hoy siento menos libertad personal que en los peores tiempos de la dictadura", ¿qué piensas de eso?
-Concuerdo con él en que ahora hay una intolerancia respecto a ciertos discursos que no están de acuerdo con el discurso dominante, y si uno no está de acuerdo te funan, te pegan, te dicen cosas, te cancelan. Lo que sostengo, en contradicción con eso, es que antes estabas cancelado de antemano: ser gay o ser una escritora que está entrando en el mundo te cancelaba por ser quien eras. La cancelación hoy es un problema, pero antes más de la mitad del mundo estaba cancelado a priori. Haría esa distinción porque hemos dado un paso adelante en la libertad, pero hay grupos que se radicalizan y ahí se produce otra cancelación a través de Internet.
-En un taller dijiste un día de 2013 "tu vida no le interesa a nadie". ¿Es así?
-Mi vida no le interesa nadie. Cuando uno la transforma en una obra literaria sí le interesa a alguien, porque tiene un sentido. La vida como una sucesión de anécdotas sin un significante, el sentido de la novela, pierde sentido, entonces creo que se gana cuando uno sube la vida a la corriente literaria de la historia que estás contando.
-Volviendo al libro, comienzas contando la historia con la mujer con la que casi te casaste antes de asumir tu homosexualidad. ¿Crees que eso sigue pasando?
-Guillermo Sivori es un personaje de ficción aunque se parezca mucho a mí, al igual que la mujer. Te puedo contestar por ellos: en esa época, en los 80 y 90, había mucho ocultamiento, hombres que se protegían de su propia homosexualidad, lo que conllevaba muchos problemas después en el camino de la vida. Tengo la impresión de que a medida que se ha ido levantando la presión social sobre las personas LGTB+ ese tipo de casos es cada vez menos común, pero no me sorprendería que en burbujas conservadoras de la sociedad, tanto católicas como evangélicas, o de alguna otra ortodoxia, sí existen situaciones como esta que se repiten hasta hoy.