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Mesa de trabajo contra el comercio ilegal

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El 20 de junio, en Talcahuano, Katherine Martorell, en ese entonces subsecretaria de Prevención del Delito, presentó la primera mesa de trabajo público-privada para enfrentar el comercio ambulante informal en la Región del Biobío.

La instancia quedó compuesta por los municipios de Concepción y Talcahuano, Aduanas, PDI, Carabineros, la Gobernación Provincial, Sercotec, SII y la Cámara de Comercio y Turismo de Concepción. Se sugirió sumar a las comunas de Lota y Hualpén.

Según Martorell, la mesa permitiría coordinar y agilizar el trabajo contra el comercio ilegal y todos los delitos que trae consigo. "Al reunir a todas las instituciones relacionadas con este tema, podremos enfrentar este ilícito y apoyar a quienes legítimamente quieren emprender", aseguró en esa ocasión.

Esta fue la primera mesa que se constituyó en regiones, luego de que, a comienzos de junio, se instaurara en la Región Metropolitana.

Desde su creación, esta organización ha tenido algunos cambios. El principal fue la salida de la Gobernación Provincial. Inicialmente, ellos lideraban la instancia, pero como la repartición desapareció con la instalación del gobernador regional, su cargo fue suplido por la Delegación Presidencial.

El año pasado sus resultados fueron 41 operativos, 12 mil kilos de productos decomisados, 49 infracciones cursadas, 13 sumarios sanitarios y 10 sumarios de Sernapesca.

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Seguridad

El comandante Joel Ríos, comisario de la 1° Comisaría de Concepción, participa de las reuniones de la mesa de fiscalización y control del comercio ilegal, creada en 2018 por la Subsecretaría de Prevención del Delito para abordar esta situación.

Lo primero que menciona el comandante es que esta actividad, en sí, no representa un delito. Sólo es una falta consignada en la Ley de Tránsito (y vinculada a la obstrucción de la libre circulación) y la ordenanza municipal sobre comercio en bienes nacionales de uso público.

Lo segundo que comenta es que la prioridad de la institución es atender los delitos. Por tanto, si nada está ocurriendo, los vendedores ambulantes seguirán en sus lugares. Por eso es posible ver escenas como las del lunes a las 12.30 horas, cuando una pareja de Carabineros, instalados afuera de Falabella, observaban las transacciones de los comerciantes. Incluso, frente a ellos, uno se paseaba ofreciendo ojetillos de colores para personalizar la ropa o las zapatillas.

Por ahora, añade, no hay delitos asociados a esta actividad en el centro penquista. Incluso, dice que este año hay una reducción de un 33% de hechos delictuales, lo que equivale a poco más de 1.200 acciones menos que en 2020.

Otro elemento relevante para Ríos es el impacto de los operativos en el centro: "Es difícil actuar cuando hay gente. No es tan abordable, porque producto de la detención de los comerciantes, ya hemos tenido personas lesionadas que son pasadas a llevar cuando estas personas arrancan".

Esto no significa que los operativos estén suspendidos, aclara el comisario. Este año, informa, se han cursado 894 infracciones vinculadas a la venta ilegal. Además se han concretado 33 decomisos, ya sea de alimentos o de productos falsificados.

Otros intervinientes

El comandante Ríos plantea que el problema del comercio ambulante excede la seguridad. Requiere, por ello, la participación de otras instituciones, tanto para tratar lo inmediato como para buscar soluciones a largo plazo, propone.

Una de estas instituciones es la delegación presidencial, que actualmente encabeza Patricio Kuhn. Cuando se creó la mesa, la lideraba la Gobernación Provincial, que desapareció a mediados de este año con la instalación del gobernador regional.

Ignacio Fica, delegado regional subrogante, cuenta que este año ya se han concretado 16 sesiones. En promedio, son dos mensuales. La última se efectuó este lunes.

Según Fica, hay varias cifras para mostrar: llevan 28 operativos de fiscalización, donde se han decomisado 4 mil 500 kilos de distintos productos, el Servicio de Impuestos Internos ha cursado dos infracciones, los inspectores municipales llevan 11 y hay cuatro sumarios sanitarios por venta de alimentos.

"Esperamos que los resultados sigan", plantea el delegado.

Según Fica, una buena gestión está vinculada a que cada una de las organizaciones que son parte de la mesa cumplan con sus tareas. En ese sentido, plantea que hay dos que no han sido completamente eficientes: el municipio penquista y la Cámara de Comercio de la ciudad.

Sobre la última, expone que es fundamental que los socios hagan las denuncias pertinentes para poder reaccionar. Esto, afirma, permitirá focalizar los operativos y efectuar los decomisos correspondientes.

No fue posible obtener la visión de la organización.

En el caso de la municipalidad, indica que si bien ellos han apoyado con inspectores, "no hay funcionarios de manera presencial en la cantidad necesaria".

Desde la casa edilicia comentan que la Dirección de Seguridad Pública dispuso la presencia permanente de inspectores en el paseo peatonal para hacer cumplir las ordenanzas que sancionan la instalación de comercio ilegal en bienes nacionales de uso público.

La directora de esa repartición, Daisy Cárdenas, afirma que "es una tarea compleja que se aborda con Carabineros y la mesa táctica de comercio ilegal liderada por la delegación presidencial, quienes coordinan operativos con otros servicios que tienen competencia en la materia".

Desde 2007, cuando se aprobó la ordenanza sobre comercio en bienes nacionales de uso público, se fijaron cobros de 1 a 3 UTM a quien "altere, perturbe, dificulte, obstaculice o impida, en cualquier forma, el libre tránsito vehicular o peatonal en esta clase de bienes, sea promocionando, ofertando, comprando, vendiendo, gestionando o realizando cualquier otra transacción de mercadería o productos a través de estas actividades".

Además, en julio de 2016 implementaron la infracción a quienes adquieran productos en el comercio ilegal. Si bien estaba contenida en la ordenanza de 2007, no se había aplicado.

Según el comandante Joel Ríos, comisario de la 1° Comisaría de Concepción, es relevante el trabajo que viene después que ellos intervienen. Si no se cobran las multas -tarea que le compete a los juzgados de policía local-, el accionar de Carabineros pierde efectividad, plantea.

El municipio no entregó cifras sobre multas cursadas. Tampoco de resultados en los juzgados.

Al terminar el día

Felipe trabaja en el centro penquista. Conoce de memoria la rutina de los comerciantes. "Llegan como a las nueve a instalarse. Toman café mientras sondean si hay movimiento para instalarse, porque a esa hora solo están abiertos los locales que venden comida", describe.

Expone que llegan en grupos. Así empiezan a instalarse. Incluso identifica a una mujer como la líder. Se instala frente a Bata y actualmente ofrece productos vinculados al consumo de marihuana. "Si ellos se instalan, todos los otros se instalan", agrega.

Indica que las personas son más o menos las mismas. Lo que va cambiando son los productos. Incluso, comenta, quienes los abastecen deben estar cerca, porque si llueve, por ejemplo, en seguida aparece alguien con paraguas para ofertar.

El martes, cuando casi se enfrentan con Carabineros, un vendedor comenta a la pasada "si yo llevo cinco años acá", lo que ocupa como argumento para que lo dejen vender en la calle. Él no está en el grupo que ve en esta actividad una alternativa a la falta de empleo.

Quienes se instalan en los paseos peatonales están todo el día allí. Algunos dejan sus puestos por unos minutos para ir a fumar. Otros simplemente se bajan la mascarilla y lo hacen sentados.

También comen allí. Felipe relata que hay personas con colaciones que pasan a la hora de almuerzo y los proveen. También le compran a sus colegas que se instalan con carritos de comida. Hay unos que venden completos, otros anticuchos. Eso sí, quienes venden comida regularmente llegan más tarde. Se instalan en Colo Colo, en la esquina. Ahí esperan a los hambrientos transeúntes, quienes pueden tentarse por el olor a humo que emana de la parrilla que una mujer instala en el lugar.

No tienen horario fijo. Su permanencia en el centro está vinculado directamente con la circulación de personas. No obstante, a partir de las 18.30 horas algunos empiezan a guardar sus cosas. Los espacios que quedan vacíos son llenados por aquellos que tienen mantas. Como el grupo que ofrece manteles dieciocheros, que aprovechan la partida de su vecino que ofrece mascarillas para colocar más de sus rollos. Así ofertan nuevos modelos.

A las 18.49 horas queda la mitad de los vendedores. Al igual que como llegan, también se retiran por grupos. Los que aguantan hasta el final lentamente empiezan a desarmar sus puestos. Meten los productos en sus cajas, los suben a carritos, los mismos que usan cuando llegan, y van a Castellón o Colo Colo, donde esperan que los pasen a buscar. En sus casas se preparan para las ventas del siguiente día.