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Sondeo realizado por el Instituto de Salud Pública de la Unab en el Gran Concepción

Encuesta revela que pandemia gatilló caída en evaluación de usuarios al sistema de salud

La mayor demanda por la pandemia y la ausencia de algunas prestaciones por la priorización de los pacientes con coronavirus habrían provocado que la nota de este año bajara dos puntos respecto del año pasado.
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Por Redacción

Una caída en la evaluación del sistema de salud, que llegó a su peor nota en siete años con un 3,8, y un alza considerable del gasto personal en medicamentos y salud, lo que se atribuye a los efectos de la pandemia y la presión extra que han recibido los recintos asistenciales, fueron parte de los resultados de la Encuesta Nacional de Salud 2021, que realiza el Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello de forma anual desde 2010.

El objetivo de la medición es dar a conocer cuál es la percepción de los chilenos acerca del sistema sanitario, así como también la evaluación que realizan de algunas políticas sociales. En este décimo segundo sondeo, realizado en esta oportunidad en conjunto con la empresa de investigación IPSOS Interactive Services, se efectuó un trabajo de campo entre el 29 de junio y el 20 de julio del 2021 en las regiones de Valparaíso, Biobío y Metropolitana y estuvo enfocado a los ítems de Índice de percepción, de experiencia y de expectativa del sistema de salud.

El 65% de los encuestados evaluó con nota roja al Sistema de Salud en general, logrando un promedio de nota de un 3,8, cayendo dos puntos respecto al 2020. Jaime Sepúlveda, director académico de pregrado del ISP-UNAB, sostuvo que este resultado podría obedecer a la "ausencia objetiva de algunas prestaciones complejas (cardiocirugía pediátrica, algunos trasplantes) que no se otorgaban y aún no se realizan", durante el período de pandemia. En el desglose se desprende que las personas en Isapre fueron quienes mejor evaluaron al sistema.

GASTOS

En cuanto al gasto actual y futuro en salud, incluyendo medicamentos, un 58% indica que ha aumentado, disparándose en comparación con el 2020, cuando un 49% consideró este incremento. Mientras que un 62% piensa que a futuro éste seguirá aumentando (55% en 2020). Sólo un 7% de la población tiene la percepción positiva de cobertura y protección financiera de su plan.

Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la UNAB, aseguró que "no hay grandes cambios en estos años con respecto a estas dimensiones en la encuesta de satisfacción y expectativa, pese a que el nivel de gasto ha aumentado considerablemente, es decir, las demandas y expectativas de las personas han crecido muy por encima de los cambios que ha sufrido la oferta de servicios de salud en el sistema público, lo que es un argumento más para sostener que es imprescindible emprender una reforma estructural".

Según la autoridad del ISP UNAB, esta reforma debe centrarse en cómo mejorar realmente la calidad y cantidad de servicios de salud para las personas. "La gente resiente el gasto de bolsillo que debe realizar para acceder a los servicios de salud y ratifica las estadísticas que en Chile está muy por encima del que tienen países más desarrollados como, por ejemplo, los de la OECD", detalló.

Sánchez agregó que otro desafío para una reforma es cómo lograr bajar el nivel de gasto en salud, "y aquí hay un primer gran ítem que debe abordarse: el gasto de medicamentos, lo que implica que cualquier plan de salud de futuro que se contemple, debe incorporar cobertura real de medicamentos, no sólo los hospitalarios y quirúrgicos, sino que los ambulatorios en los cuales hoy la gente gasta mucho dinero".

SISTEMA DIGNO

Como novedad, el sondeo incluyó por primera vez la evaluación de los atributos de un sistema de salud digno. Los tres atributos más considerados por las personas fueron "tener un servicio público y privado de la misma calidad" (17%); "acceso a la salud igual para todos, sin importar la condición socioeconómica" (19%), y "que todas las personas podamos sentirnos tranquilas económicamente si nos enfermamos" (16%).

La encuesta arrojó diferencias considerables en la evaluación de los atributos de un sistema de salud digno entre quienes están en Isapre y aquellos de Fonasa. Para las personas que están en el sistema público destacaron como muy importante un "acceso oportuno y la eliminación de las esperas para atenciones importantes" y "un trato respetuoso hacia todas las personas por parte del personal médico (privacidad, respeto, lenguaje). Por su parte, para quienes están en Isapres, lo considerado como importante en un sistema de salud digno es que "todas las personas podamos sentirnos tranquilas económicamente si nos enfermamos".

El director del Instituto de Salud Pública explicó que hay una diferencia entre la discusión política y la realidad en políticas públicas, "la discusión política es mucho más ideológica: si es público o privado; si el sistema debe ser único o multi seguro, etc."

Precis´po que, en cambio, para la gente un sistema de salud digno es aquel que "le permite satisfacer sus necesidades de salud oportunamente con servicios de calidad, ya sea en el sistema público o privado, donde el acceso sea igual para todos y donde no haya diferencias por la condición socioeconómica, además sintiéndose tranquilas las familias que una enfermedad no los lleve a la pobreza".

Según el experto, "cobrará en este sentido especial importancia en el contexto de la discusión constitucional las garantías en salud y la existencia de un plan de salud universal que el estado debe garantizar ya sea con servicios públicos o privados y dónde el estado se haga cargo de su financiamiento de forma tal de asegurar igual oportunidad para todos los chilenos".


EVALUACIÓN DEL SISTEMA DIGNO

Al evaluar los aspectos del sistema digno, quienes utilizan el Sistema Público (hospitales, consultorios) califican con nota 4,2 el ítem de "un trato respetuoso hacia todas las personas por parte del personal médico", mientras que las personas que tienen Isapres pusieron nota 5,4. Para el ítem "acceso oportuno y eliminación de las esperas para atenciones importantes", los encuestados de Fonasa evaluaron con nota 4,5, y los de Isapre con un 5,3.

Quienes peor califican el ítem dignidad son los usuarios de Fonasa (46%), las mujeres (45%) y quienes tienen entre 18 y 40 años (35%).

Tras cinco años marcando promedios por sobre el 4.0, el sistema obtuvo nota roja, comparándose solo a 2015, cuando recibió igual calificación.

Estuvieron en la zona cero: vidas marcadas para siempre por el 11-S

Relatos a pocas horas de conmemorarse 20 años del atentado contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
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Hace veinte años se produjo un punto de inflexión en miles de vidas cuando dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas. De entre sus escombros se ha levantado una sociedad que, sin olvidar el pasado, pero mirando hacia adelante, ha luchado por reconstruirse. Estas son algunas de sus historias.

JOHN FEAL: "ESE OLOR..."

Doce horas después del derrumbe, John Feal corrió hasta la primera línea de la Zona Cero y dio lo mejor de sí como supervisor de demolición durante cinco días y medio, hasta que sufrió un aparatoso accidente cuando una viga de metal de casi cuatro toneladas le cayó en un pie, tras lo cual pasó 11 semanas hospitalizado.

"Los trabajadores no uniformados, miembros de sindicatos, comerciantes, electricistas y gásfiters, superamos en número a los policías y bomberos, cinco a uno. Hoy seguirían limpiando la Zona Cero si no fuera por esos hombres y mujeres que llegaron, ciudadanos de a pie, y pusieron su salud a un lado", reivindica.

Feal habla con Efe desde su despacho en la FealGood Foundation (un juego de palabras entre su apellido y la expresión "sentirse bien"), con la que ha apoyado a otros trabajadores de emergencia en el 11-S que afrontan problemas de salud y ha contribuido a que se aprueben 13 medidas legislativas en su favor.

"Nunca olvidaré el olor, el olor me perseguirá el resto de mi vida y por eso probablemente no duermo mucho, pero elijo recordar lo bueno, la empatía, la humanidad", apunta. "Dejamos a un lado los títulos, ideologías, afiliaciones políticas, agendas, color de piel, religiones, y nos convertimos de nuevo en seres humanos".

De cara al vigésimo aniversario, lamenta que el mundo haya perdido la habilidad para "conectar" con los demás y pide recuperar aquel espíritu: "Que solo recordemos a quienes perdimos, esa deuda terrible por la violencia sin sentido. Y que recordemos a quienes seguimos perdiendo por sus acciones heroicas".

"HEMOS SUFRIDO MUCHO"

Trabajaba como limpiadora en las oficinas del número 5 del World Trade Center, pero la mañana del 11 de septiembre, día electoral, Luz Gárate estaba ayudando como voluntaria para su sindicato unas cuadras más al norte, en el barrio de Tribeca, donde pronto empezaron a llegar personas cubiertas de ceniza entre sirenas de ambulancia.

"En ese entonces yo me sentía inútil, no podía hacer nada (...) y pensaba en las personas que estaban adentro, compañeros, los que trabajaban en el día, 'tenants' (inquilinos) que conocías y son cercanos a uno... Yo trabajé 13 años en esos edificios", dice sobre aquel día del que asegura no haber hablado en mucho tiempo. Su sindicato, SEIU32BJ, convirtió sus instalaciones en un "centro de crisis" durante semanas para localizar y ayudar a sus miembros. Murieron 24 y miles perdieron sus empleos.

Gárate asegura que vivir el 11-S cambió su vida "completamente", sobre todo en lo referente "a la ayuda al prójimo, no solo con los compañeros, sino de buscar un cambio y justicia social, tanto en lo económico como la racial".

Hoy líder de distrito en Nueva Jersey, la sindicalista hace balance y sostiene que las familias "han sufrido mucho" y se "debería conocer la historia", pero critica que se hayan perdido tantas vidas "por una guerra que no nos ha llevado ni nos va a llevar a nada".

El 11 de septiembre de 2001, Lila Nordstrom era una estudiante en su tercer día de clases en el Instituto de Stuyvesant, en el bajo Manhattan. Notó el suelo temblar, escuchó una enorme explosión y desde la ventana observó una "bola de fuego" en lo alto del World Trade Center.

"Acabé entre la estampida de gente que iba hacia el norte", relata Nordstrom, quien volvería al aula pocas semanas después por una "decisión política", critica, que marcó su salud y la de toda una comunidad que acabó desarrollando problemas a consecuencia de la toxicidad del aire cerca de la Zona Cero.

Nordstrom se volcó al activismo y creó la organización StuyHealth junto a un compañero diagnosticado con linfoma -tuvo varios- para reivindicar el derecho de los niños, particularmente los escolarizados en el área, a ser incluidos en las compensaciones para gastos médicos como las que recibían los equipos de emergencias.