Nuevo sistema nacional de prevención
El Presidente de la República, Sebastián Piñera, ha promulgado el martes pasado la ley que crea el Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres. La nueva normativa sustituye a la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) y la reemplaza por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), que reconoce e incorpora todos los avances y desarrollos que se han logrado en función de las buenas prácticas y lecciones aprendidas en esta última década por el actual sistema nacional de protección civil.
El nuevo servicio, que asumirá las obligaciones y derechos de la Onemi, además de nuevas funciones, será descentralizado territorialmente, para coordinar, organizar, planificar y supervisar las actividades relacionadas a la gestión del riesgo de desastres.
La historia de Chile está marcada por los terremotos, las inundaciones y los megaincendios forestales, porque cada cierto tiempo sufrimos con fuerza los embates de la naturaleza. La relación forzada de nuestra población con los sismos y las catástrofes naturales en general, entrega valiosas lecciones para estar preparados en estos casos. Hemos aprendido de los errores del pasado. Qué hacer en caso de terremoto, adónde ir y qué implementos tener en el hogar, son preguntas que la mayoría de las personas conocen y que pueden salvar la vida ante una emergencia. Esta convivencia con las catástrofes requiere estrategias de prevención de largo aliento, que hoy convierten a nuestro país en uno de los mejor preparados para afrontar estas emergencias, tal como lo ha resaltado la ONU.
Los terremotos de 2007 en Tocopilla, el 2010 en nuestra Región del Biobío, el 2014 en Iquique, el 2015 en Coquimbo, dan cuenta de que es necesario convivir de la mejor manera con este fenómeno. Y también con los incendios forestales, cada verano, considerando que los centros poblados se acercan cada vez más hacia los bosques, por lo que cada año se realizan cortafuegos y se prepara a las familias que están más cerca del riesgo, para saber cómo operar en caso de un siniestro. El país también ha dado enormes pasos para contar con eficaces normas sísmicas de construcción.
Hay que recordar que el 27 de febrero de 2010 quedaron al desnudo las falencias de coordinación entre organismos y la falta de información fidedigna a la ciudadanía respecto a la catástrofe. Unos años antes de esa tragedia, El Sur publicó unos reportajes en los que se preguntaba si nuestra Región del Biobío estaba preparada para enfrentar un tsunami. Expertos señalaban que, pese a ser un país sísmico y a que tenemos un extenso litoral, no habíamos desarrollado medidas preventivas. Más bien, se pensaba que las consecuencias serían catastróficas, dado que 120 mil habitantes vivían entonces en zonas consideradas inundables y que las comunas costeras no tenían señales que indicaran hacia dónde deberían dirigirse las familias. Se mencionaban que Talcahuano y la Base Naval podrían ser golpeadas por un maremoto y que los municipios costeros no daban relevancia al tema. En efecto, el terremoto y tsunami del 27/F 2010 dejó claro que los temores eran fundados, que sectores de poblaciones que se construyeron en terrenos ganados al mar en Talcahuano, se inundaron, que el recinto naval fue muy azotado y que la mitad de Dichato fue arrasado por el oleaje, entre otros lugares.
Han pasado los años, se realizaron muchos simulacros de evacuación en las comunas costeras y hoy las familias tienen mayor cultura preventiva: la mayoría sabe hacia dónde debe dirigirse tras la activación de las alarmas. Toda esta educación permite estar preparados de la mejor manera ante un terremoto o una catástrofe. Siempre hay aspectos que mejorar, pero lo importante es estar preparados en los hogares ante cualquier desastre natural y tener un organismo coordinador de todos los servicios e instituciones que participan en esas emergencias, tarea que deberá cumplir ahora el Senapred.
El Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), asumirá las obligaciones de la Onemi, además de nuevas funciones. Será descentralizado territorialmente, para coordinar, organizar, planificar y supervisar las actividades relacionadas a la gestión del riesgo de catástrofes.