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-El escritor siempre es un poco personaje.
-Cuando escribo cuentos o novelas soy una persona con mucha menos seguridad de la que puedo tener en una conversación o en un artículo, donde trato de decir esto es así, esto es asá. Cuando escribo narrativa intento olvidarme de todo lo que creo saber, entonces no hay certezas ni seguridades. Mis personajes son gente que no sabe muy bien qué hacer, qué pensar, cómo moverse. Es lo que me pasa frente al deber de opinar -porque trabajo de opinólogo- me invento unas seguridades que no tengo.
-¿Crees que el trabajo del escritor es siempre estar opinando de todo?
-No, para nada. Es el tipo de escritor que me inventé yo, pero hay otros que no tienen ninguna opinión (pública) y son muy buenos escritores. Otros tienen opiniones muy comunes, poco interesantes, y también son buenos escritores. No creo que el trabajo del escritor sea opinar, de hecho, en este libro no opino nada.
MUEREN LOS ELEFANTES
-"Hotel Montana…" tiene varias frases funables.
-Creo que las opiniones de los personajes son cosas de ellos, no son opiniones del autor. El autor no responde por lo que los personajes digan, es una regla básica de la escritura que todo el mundo olvida. Esa es la gracia: no estar de acuerdo con tus personajes.
-Pero parece que estamos en una época en que se pide mucho…
-La literatura y la literalidad son dos cosas que no viven juntas. O se es literal o se es literario.
-En el cuento "Amapola" describes a una escritora asombrosa e insoportable a la vez. En una entrevista dijiste que podía ser Isabel Allende ("La casa de los espíritus") …
-Ella es un tipo de personaje muy entretenido, interesante y más que asombroso: esas mujeres que son al mismo tiempo encantadoramente femeninas y seductoras, y al mismo tiempo son muy decididas, con un trabajo profesional muy importante. Muchos de mis cuentos tienen que ver con una cierta nostalgia por el realismo mágico, por el boom latinoamericano, una gran época de la literatura en castellano.
-Estuviste en los últimos años del boom, los '90.
-Cuando empecé a escribir, en los '90, alcancé a ver cómo morían los elefantes. Cuando todavía brillaban, era la época de los grandes adelantos, de Carmen Balcells (la agente que descubrió a Isabel Allende, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, entre otros). Lo viví y fue impresionante la velocidad con que se acabó, pero conservo por los autores de esa época y sus escritos un cariño y una admiración muy grande, sobre todo por los cuentos. Varios textos de 'Hotel Montana' tiene inspiración en el boom.