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una mayor cantidad de personas y la principal dificultad que teníamos era que los internistas que estábamos ahí no éramos suficientes para atender el número de camas que nos solicitaban y tuvimos que pedir ayuda al Servicio de Salud Arauco".

Esto, porque los médicos que funcionan en la UCI puede ser internistas, intensivistas o anestesiólogos.

Lucas Sáez recuerda que "por lo que estaba ocurriendo en el mundo, con el equipo pensábamos que en algún minuto íbamos a tener que asumir este desafío y que, a diferencia de otros hospitales, iba a ser el doble porque no era complejizar camas, era crear una unidad completa. Y asumimos esa responsabilidad de tener más carga y a formar profesionales en función del número de camas".

En el caso de los enfermeros, Alfredo Díaz reconoce que "en ese momento no había ningún colega especializado aparte de mí, y en el proceso de selección se buscaba que tuvieran experiencia trabajando en la UCI del Hospital Regional o Las Higueras".

Desde el punto de vista de Kinesiología, Lucas Sáez indica que "nuestra labor demanda estar capacitándonos continuamente, haciendo cursos o diplomados, pero veníamos en un buen pie con el equipo en ese sentido".

CAPACITACIÓN EN TERRENO

Desde el minuto uno en que se habla de instalar camas UCI comienza la capacitación del personal entre los mismos enfermeros a sus compañeros. Quienes tenían más experiencia iban compartiéndola con los demás.

"Eran en el mismo momento del trabajo, algunos se juntaban a través de Zoom, pero en general era entregar la experiencia trabajando con los mismos pacientes. Por ejemplo, un enfermo de Samu o Urgencias iba a hacer turnos a la UPC para adquirir conocimiento sobre tratamiento de pacientes críticos y luego formaban parte del equipo", indica la jefa de la unidad, la médico Claudia Flores.

Jocelyn Figueroa, quien ya lleva 10 años trabajando en el recinto hospitalario de Curanilahue como TENS, reconoce que "al principio fue súper difícil, porque es distinto tratar a un paciente de UTI a uno UCI, pero también desde el punto de vista de la experiencia ha sido súper enriquecedor. Es gratificante porque todo lo que hemos vivido, no lo habríamos tenido en otro lugar y esta es nuestra posibilidad de aportar un granito de arena".

En su caso, dice que el cambio se dio porque son más pacientes que atender, más procedimiento que aplicarles, más atenciones y pasó de ser TENS diurna a trabajar por turno. Ingresó a una plataforma para capacitarse online para el cuidado de pacientes ventilados masivamente y "ahora entendemos la importancia del pronado (acostar al paciente boca abajo) y qué cuidados tenemos que tener con ellos".

Asimismo, para Jocelyn ha cambiado la relación que tiene con los pacientes, porque "nosotros vemos sus avances, muchos están bajo sedación, pero uno nunca les deja de hablar, les explica lo que les va a hacer por mínimo que sea. Por ejemplo, ya donde Juan le vamos a cambiar el pañito. Porque son personas que están a nuestro cuidado y lo último que pierden es la audición y hay pacientes que llevan uno o más meses en la unidad".

Lucas Sáez indica que ellos ven la rehabilitación del paciente, "lo ayudamos a recuperar su funcionalidad y ver esos cambios en el paciente que va despertando, en que después de estar un mes y medio en sedación debes enseñarle de nuevo a caminar es emotivo, gratificante".

PUNTOS COMPLEJOS

La UCI del Hospital de Curanilahue partió con 6 camas, luego pasó a 8 y finalmente a las 10 con las que cuenta actualmente y en estos nueve meses de funcionamiento, su capacidad ha sido total la mayor parte del tiempo y las camas sólo se desocupan por horas. Si bien la mayor parte de los pacientes son de la provincia de Arauco, también les ha tocado recibir a personas de otras regiones.

Alfredo Díaz, quien se desempeña como coordinador del área de enfermería en la UPC, cuenta que al principio existía incertidumbre de cómo se desarrollaba la enfermedad, ver a los pacientes llegar graves y un temor latente por la situación de los adultos mayores. "Tuvimos momentos críticos en que no dimos abasto en diciembre y en febrero también, donde tuvimos que atender a personas en las urgencias mientras esperábamos que pudieran ser trasladados, porque nuestras camas UCI estaban todas ocupadas", recuerda.

Jocelyn Figueroa puntualiza que para ella lo más difícil fue comenzar a ver morir gente. "Uno no espera que va a morir un paciente que llega recién descompensado y que lamentablemente está súper inestable, que se hace todo lo posible para salvarlo, pero al final entra en paro. Lo reanimamos y no sale. Eso ha sido lo más terrible, porque uno da todo de sí para salvarlo y al final es triste verlo morir".

Antes, sólo con la unidad UTI ver pacientes fallecer no era común en el equipo. El paciente llegaba, se estabilizaba y se derivaba, siendo la atención seguida por otro centro hospitalario. "En cambio hoy asistimos a todos los procedimientos, intubaciones y hay pacientes que no lo toleran por su gravedad", precisa la profesional.

A Lucas Sáez su punto más complejo fue en el ámbito personal: fue papá hace 10 meses y ha tenido que sacrificar tiempo con su primer hijo, Mariano. "Me ha tocado querer ser un buen papá, no perderme los primeros hitos de mi hijo y trabajar, yo tengo esta jefatura (rehabilitación), tengo labores administrativas, estamos en turnos de 24 horas y viajo desde Concepción".

Aun así asevera que "ha sido una de las situaciones a sacrificar, pero dentro de todo este contexto, he sido consciente de la necesidad país de poseer profesionales comprometidos con la salud pública y ayudar a las familias que lo están pasando mal".

También en el ámbito personal, Alfredo Díaz confiesa que "yo soy padre soltero y vivía solo con mi hija. Y tuve que lograr un acuerdo con su madre para que se fuera con ella este tiempo porque trabajo de lunes a domingo. Tuve que sacrificar esa parte".

El momento excepcional de emergencia sanitaria, el aporte realizado en ayudar a los pacientes y sus familias, son parte del motor que ha logrado este pequeño equipo para levantar esta UCI en medio de una pandemia.

Destacan también la relevancia de esta unidad para la provincia y Díaz precisa sobre ese punto que "espero que todo el trabajo realizado desde el año pasado se reconozca, se logre mantener el nivel de camas críticas, no queremos que una vez superada la pandemia se quieran desarmar las camas UCI que tanto nos ha costado implementar. Lo esperamos por el bien de la provincia".

Sáez agrega que la provincia de Arauco está geográficamente aislada de los centros de atención de referencia, y en la antigua UTI éramos testigos de los sacrificios que tenía que hacer una familia para ir a visitar a los pacientes a Concepción, Talcahuano o Los Ángeles. Y claro, una pandemia es algo negativo, pero lo positivo es que tenemos un equipo de UCI formado, creo que todo el compromiso que se le ha puesto a este proyecto, no se puede perder".

Y en ese sentido, Alfredo Díaz reconoce que si bien en todos los hospitales se han complejizado camas por la pandemia, no hay que perder lo esencial en esta materia: "Una cama UCI no es un ventilador, uno puede pensar que conseguirte un ventilador te abre una cama UCI. Eso es un error gigante, porque aparte de la infraestructura necesaria, del recurso eléctrico, también necesitas personal capacitado y no sobrecargado, porque si no, eso te lleva a errores".

Esperan que una vez superada la pandemia, la UCI puedan mantenerse con el mismo número de camas, ya que Arauco era el único servicio sin ellas.

Un equipo que ha crecido en conjunto

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En promedio de edad de los funcionarios de la Unidad de Paciente Crítico (UPC) no supera los 40 años y se trata de un equipo formado en pandemia: de ser 20 personas, pasaron a ser 69. Por ende, las vivencias han sido transversales a los distintos estamentos y personas durante este año de pandemia: los cambios los han vivido juntos.

La jefa de la UPC, Claudia Flores, puntualiza que "el hospital es muy pequeño, todo el mundo se conoce y el trabajo en equipo es así en todos los servicios, nos ayudamos mucho. Hoy el equipo se siente bien, orgulloso, porque se han dado cuenta que lo que hemos hecho, se ha hecho bien. Lo corroboramos porque tenemos contacto con la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi) y lo que ellos nos recomiendan es lo que nosotros hemos hecho hace rato y en ese feedback, se dan cuenta que hemos hecho todo bien".

Es lo que también reconoce la TENS Jocelyn Figueroa, quien dice que la experiencia para ella ha sido gratificante, con un equipo humano muy bueno y que pasa por todos los estamentos que componen la unidad. "Uno adquiere conocimiento de los mismos pares, que tratan de explicarnos las cosas, por qué estos parámetros y no otros, por ejemplo. Y eso ha sido enriquecedor, porque uno no se cierra sólo a su trabajo, estamos todos como equipo".

La profesional agrega que "uno se siente feliz al ver al paciente que le ha ganado al covid, que en algún momento se pensó que no iba a salir y ahí está. Y uno piensa que si no se hubiera armado la UCI esto no podría haber pasado".

El kinesiólogo Lucas Sáez destaca que, al tratarse de un equipo joven, hay más disposición al aprendizaje "y la motivación que cada uno le pone al enfrentar al paciente, es otra. Y eso es gratificante, tener ese espíritu y que se vea reflejado en la atención. Eso, evidentemente nos ha permitido trabajar mejor".