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vez más real, más metida con la vida, con sus últimos siete años. Era una Stella vieja, más frágil. Logramos una cercanía, una intimidad, porque nos aveníamos simplemente. Si ella hubiese tenido que hacer un esfuerzo por venir a mi casa… no habría venido. No nos juntábamos para hacer entrevistas, nos juntábamos para estar juntas, sin programa ni pauta porque con ella era imposible. Conversamos como conversan las amigas, y en todo ese desorden que iba saliendo estaba su vida entera.

-Estos saltos y mezclas que tiene la poeta en los recuerdos sobre el Norte Chico de su infancia, sus antepasadas monjas, la llegada a Santiago, la bohemia y las caminatas junto a otros notables como Teófilo Cid… Díaz Varín a ratos es muy filosófica, en otros muy poeta e incluso en algunos pasajes muy dueña de casa. Tu libro es como tu obra plástica, tus collages.

-Es una sutil asociación la que haces, porque para mí casi todo es collage. Soy muy collage para las cosas, muy de trabajar con fragmentos. En este caso me encontré con una transcripción de 500 páginas. La construcción del libro es literaria, desde el punto de vista estético, pero esas entrevistas no fueron como salen en 'La palabra escondida…', sino que se armaron desde el punto de vista del lenguaje. No cambié ninguna de las palabras que dijo, pero escogí las partes, como se hace en el collage, para pegar, pegar, pegar hasta llegar a una forma que nace del mismo material que tienes, por lo cual fue un trabajo muy intenso, muy exigido para llegar a lo que quería llegar.

Donoso ahora trabaja en un libro sobre el pintor y escritor Adolfo Couve ("Cuando pienso en mi falta de cabeza"). Son también varios años de conversaciones juntos.

"Entre el balneario (de Cartagena, en la Región de Valparaíso, donde pasó los últimos años) hasta 1998, cuando se suicidó, no había otro que él. Una vez que murió, entró la Stella", cuenta Claudia Donoso.

"Ahora no sé quién irá a entrar, parece que se agotó el cupo", concluye la autora mientras ordena cajones con cientos de hojas transcritas. Donoso tiene oficio: ejerció durante 30 años como periodista. Además suyo es el libro "Insectario amoroso" y "Enrique Lihn en la cornisa" que reúne "una entrevista pendiente, un poema intempestivo y una secuencia fotográfica" junto al poeta que también fue su amor.

El nihilismo

Adelanto del libro "Palabra escondida: Conversaciones con Stella Díaz Varín". Por Claudia Donoso
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-Te has declarado cada vez más nihilista. ¿O es un decir?

-Esa es una oscilación que he tenido siempre, porque si uno se pone a buscarle algún sentido a la vida es inevitable darse vuelta en el nihilismo más loco. ¿Porque para qué, si no hay dónde? ¿Para qué, si la vida es insoportable, y hagas lo que hagas te vas a morir igual? Pero si no hay nada que hacer, caes en la negación absoluta y te suicidas. Entonces, por lógica, también piensas que, si igual te vas a morir, tienes la opción de hacer algo. No sirve para nada, pero te puedes dar ese lujo.

-¿El lujo de qué?

-De vivir en la incertidumbre y de llegar a convertirte en individuo. Porque no naces individuo, sino que te conviertes en uno en la medida en que piensas con libertad, a partir de ti mismo y no de los demás. Pero sucede que da miedo y la gente busca subterfugios, porque decidir ser lo que eres sin agachar el moño es una opción que tiene riesgos. Pero, bueno, de eso se trata. ¿O estás sobreviviendo? Porque condición sine qua non para morirse es estar vivo, pues. Eso es irredargüible.

-¿Cómo consideras que ha sido tu recorrido vital en cuanto a bienes y daños?

-Mira, yo la vida no la miro así como diciendo ¡ay, qué cosa más terrible! Nada. En realidad estoy muy ansiosa por vivir, aunque duela como caballo. Asumí hace muchos años que si hago lo que hago o hice lo que hice y después ando sufriendo, es lo que me busqué y lo que corresponde a mi comportamiento, a mi conducta, a mi actitud. A lo mejor me equivoqué, puede que la cuestión haya estado por otro lado, es posible, pero no le ando echando la culpa a medio mundo y me niego a ser, no víctima, sino siervo del dolor. Esa ha sido mi opción y a ella me apego.

-Violeta Parra no soportó la vida y se suicidó a los 50 años.

-Hubieras visto a esa mujer como yo la vi, destruida, agotada, tomando unos vinos tintos de la peor especie, llorando, toda la vida llorando, y era un lloro sexual. Y, paralelamente, esa mujer componiendo y escribiendo verdadera poesía, una poesía que supera de lejos a la de su hermano Nicanor. La calidad de la Violeta Parra es de las más altas, porque transmite lo humano esencial y eso sirve para la vida, para la tuya, para la mía y para la de los que vendrán.

-Según se sabe, el golpe de gracia para Violeta fue la decepción amorosa y la de la quiebra de la carpa que instaló en La Reina, donde su público no la siguió. En tu caso no te veo para nada suicidándote. ¿O me equivoco?

-No. El suicidio, para mí, no. Menos a causa de un hombre.

-¿Como a qué edad decidiste quedarte sola?

-Como a los 50. Tampoco es que una decida quedarse sola, sino que te vas quedando más sola que un pescado sin su cardumen y más sola que la campanada de la una. Pero en realidad a los 50 años me sentía dueña de la tierra, estaba muerta de la risa, bailando en una pata, y por lo tanto no tenía ninguna necesidad de dejarme invadir por un pelmazo.

Netflix se rinde ante el brillo de Dolly Parton

El estreno de "Dolly Parton: A MusiCares Tribute" corona un paquete de películas que homenajean a la rubia que en la pandemia se ha dedicado a financiar vacunas y fortalecer hospitales.
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Por Andrés Nazarala R.

Con el paso del tiempo, la coherencia y la integridad brillan como virtudes fundamentales. De la excentricidad en lentejuelas de Dolly Parton nos reíamos en los 80, cuando nos llegaba su imagen a través de la televisión o la veíamos brillando en alguna revista. Nunca a través de canciones porque la rubia de Tennessee no se escuchó demasiado en Chile. Hasta hace poco tiempo, cuando músicos como Jack White comenzaron a tocar temas como "Jolene" y los hípsters la convirtieron en objeto de consumo irónico. A pesar de todo, con sus trajes excesivos y bustos amplificados, Parton siempre pareció demasiado lejana. No sospechábamos que parte de esa distancia se debía a su bajo perfil y a ética profesional. A Dolly nunca le interesó más que cantar, sin sobresaltos, efectismos ni escándalos.

Ahora Netflix la destaca como si fuese una artista de culto de tamaño sideral. Lo hace en tiempos en que recibimos la noticia de que Parton donó un millón de dólares para el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt y es una de las financistas de la vacuna de Moderna en la lucha global en contra del covid-19. Una heroína en las sombras del Country.

Al paquete de ofertas relacionadas con su vida y obra, ahora se estrena "Dolly Parton: A MusiCares Tribute", show en el que cantantes como Katy Perry, Miley Cyrus, Norah Jones y Willie Nelson interpretan canciones de la artista hasta que ella misma sube al escenario para demostrar que a sus 75 años aún puede cantar. Aunque es una gala en alta definición que funciona mejor para fanáticos, desde lo musical demuestra la posibilidad de relecturas contemporáneas de la música country.

La plataforma de streaming también acoge "Acordes del corazón", una serie de 8 capítulos que cuenta historias inspiradas en canciones de la Parton. "Jolene", por ejemplo, actualiza la narración original, centrada en una mujer seductora de cabello rojizo. "J.J. Sneed", por su parte, es un western ambientado en el Lejano Oeste y centrado en la relación entre una francotiradora y un forajido.

"Dolly Parton: Navidad en la plaza" es un musical cursi y sentimental, lo que en el universo de Dolly Parton no es necesariamente un defecto. Con moraleja navideña y todo, la película se centra en una despiadada mujer que pretende vender las tierras de la ciudad donde nació. Actúa y musicaliza la diva rubia.

Quien quiera saber más sobre ella debe ver "Dolly Parton: Aquí estoy", documental que revisa su vida con material de archivo y comentarios de Jane Fonda, Lily Tomlin y la fallecida Whitney Houston, quien popularizó su canción "I will always love you".

Una historia de esfuerzo y constancia desde que era una chica de 18 años "ingenua e inculta" que buscaba abrirse camino en una escena musical dominada por hombres, pasando por su primer éxito "La rubia tonta" hasta su consolidación. "Porque soy rubia /no creas que soy tonta/ no soy la tonta de nadie", cantaba en su primer hit, con la sensualidad naif de una Marilyn Monroe de Nashville. Un juego que mantuvo durante el comienzo de su carrera. Fue la primera de una larga lista de buenas canciones.

Como asegura Jane Fonda frente a las cámaras: "Dolly Parton es una de las más grandes compositoras…pechos incluidos".

En Netflix se pueden ver cuatro producciones inspiradas en la cantante country.


En resumen

En Netflix se pueden ver cuatro producciones inspiradas en la cantante country.