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Tomás Regueira, médico intensivista y asesor del Ministerio de Salud:

"El dilema famoso de la última cama no es la cama, sino de las personas que la atienden"

Dice que le gustaría una cuarentena agresiva y que la actual meseta es preocupante. Aborda el regreso a clases, las elecciones y cree que el mensaje debe ser:"Han muerto más de 30 mil personas, medio Estadio Nacional, y usted también está en riesgo".
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Por Patricio Tapia

Han sido semanas intensas, y movidas también, para el doctor Tomás Regueira. De hecho, esta conversación tuvo lugar mientras esperaba un avión que lo trasladaría de Concepción a Santiago. Es médico especialista en terapia intensiva, es decir, está dedicado al cuidado de pacientes críticos en la Unidades de Cuidados Intensivos o UCI, aquellas que se han vuelto indispensables para quienes evolucionan mal por efecto del covid-19.

Regueira presidió la Sociedad de Medicina Intensiva, dirigió la UCI de Clínica Las Condes, siendo despedido sorpresivamente, en plena pandemia. Ahora es asesor de la Subsecretaría de Redes Asistenciales, en cuanto a la apertura de nuevos cupos para pacientes críticos, lo que ha sido un requerimiento constante durante la fase más compleja de esta segunda ola.

-Para un intensivista, este ha sido un año intensísimo. ¿Qué ha significado, a grandes rasgos, todo este tiempo en pandemia?

-En mi rol primero a cargo de una UCI en Santiago en la primera ola y ahora, en la segunda ola, como asesor del subsecretario de Redes Asistenciales, me ha tocado ver y viajar por muchas partes de Chile, recorrer varias Unidades de Cuidados Intensivos, no sólo en la Región Metropolitana, en muchos hospitales, públicos y privados. Lo que puedo transmitir es el increíble trabajo, los liderazgos que se han generado y el compromiso del equipo de salud y los funcionarios y profesionales del sistema. Es encomiable. Acordémonos que pasamos de mil a actualmente cuatro mil quinientas camas de pacientes críticos, muy complejos, evidentemente con mortalidad. Por lo tanto, lo que más destacaría sería el tremendo compromiso de todos los equipos de salud que están cuidando a estos pacientes.

-Desde febrero hasta ahora ha sido particularmente difícil. ¿Cómo calificaría esta segunda ola?

-Efectivamente esta segunda ola ha sido más intensa que la primera, afectando a gente más joven, además. En la primera ola llegamos a tres mil camas, hemos llegado ahora como decía a cuatro mil quinientas. Por lo tanto, ha sido mucho más aguda. Ha encontrado al personal, muy cansado por supuesto, pero los resultados en términos de mortalidad o rehabilitación han sido dentro de todo positivos, comparable con la literatura internacional, lo que refleja que se está haciendo el trabajo y que se está haciendo bien. Quiero destacar en esta segunda ola la capacidad de la gente de persistir, de seguir comprometida, particularmente en personas que lideran unidades, enfermería, médicos, kinesiólogos, y que les toca seguir empujando a su gente y también presionándolos aún más: si tuvieron que abrir el doble o triple de camas en la primera ola ahora han tenido que abrir cuatro veces más camas.

-Ahora, no son aspectos sólo positivos, ¿qué indica la evolución de los malos números en cuanto a contagios, positividad o muertes?

-La mortalidad ha sido un promedio de 30%, esto es que, de los pacientes que ingresan a UCI en Chile, lamentablemente el 30% va a fallecer antes de salir del hospital. Eso es terrible, pero es la mortalidad que reportan los países desarrollados en esta pandemia. Los números, efectivamente, han sido preocupantes. En los últimos días, gracias a Dios, se viene aplanando la curva de contagios, pero ese aplanamiento sigue siendo malo, porque cuando uno resta los ingresos de los egresos tiene los pacientes que se van quedando en la UCI y eso sigue siendo un número positivo, se siguen acumulando pacientes en UCI y nos obliga a seguir haciendo camas, en esta meseta de entre seis y siete mil casos. Estamos preocupados por esto y tratando de hacer todos los esfuerzos para tener camas y atención digna para todos los pacientes. Pero también requiere el compromiso de la población para poder bajar el número de casos.

-Usted no ha visto sólo números, sino pacientes. ¿Cómo ha sido la experiencia?, ¿hubo algo que le llamara especialmente la atención?

-Son tantos casos, lamentablemente. Ahora estoy en Concepción viendo pacientes y diría que lo que más me llama la atención o me conmueve es la juventud de los pacientes. Hoy día mismo estuve atendiendo a una mujer de 30 años, muy grave, que lleva 28 días en ventilación mecánica. Está mejor, rehabilitándose, pero uno dice: "Pucha el virus complicado, que no suelta, que mantiene a los pacientes, incluso tan jóvenes, en situaciones tan graves". Es lo que más me duele ahora.

-¿Cuán efectiva es la cuarentena?

-Uno quisiera una cuarentena mucho más efectiva, más agresiva. La visión de lo que yo tengo, de lo que pasa dentro de los hospitales, es una situación de guerra en la práctica: se desocupa una cama y llega inmediatamente otro paciente, con los funcionarios agotados, sin dormir. Y lo que uno ve en la calle es como si hubiera dos Chiles. Hemos tratado por todos los medios, también por los medios de comunicación, de transmitirle a la gente lo que está pasando y te puede pasar a ti también, si eres joven. Sin embargo, las cuarentenas siguen siendo poco respetadas, por las distintas razones que se puedan argüir. Esta meseta quetenemos ahora es también el efecto al menos en cierta magnitud de las cuarentenas. Mientras más estricta, más efectiva es la cuarentena. Hemos logrado al menos aplanar, aunque no bajar, la curva. Hay que transmitir que dentro de los hospitales está muriendo gente, han muerto más de 30 mil personas, medio Estadio Nacional, y usted también está en riesgo. Pero también está la otra visión de la gente que sí está haciendo la pega, la que respeta la cuarentena y se queda en la casa, ha permitido aplanar la curva en los últimos cinco o seis días (hasta este viernes). Pero eso no es suficiente, la curva hay que bajarla.

-En la intensidad de la segunda ola, ¿han tenido que ver las variantes como la brasileña y británica del virus?

-Sin duda. Si uno ve la curva de Italia, Francia o Alemania de contagios en la primera ola que fue el año pasado y en la segunda ola que se debió probablemente al cese de las medidas restrictivas, ahora están viviendo ellos una tercera ola que es probable que guarde relación con variantes. En nuestra segunda ola se mezclan dos fenómenos: uno es, "bajar la guardia", pero el otro, como sugieren las muestras en los pacientes ventilados en UCI, es la presencia de la variante brasileña, la variante P1, por lo que esta segunda ola en pacientes más jóvenes es una mezcla de rebrote de la primera cepa con las variantes como una explicación de la intensidad de lo que estamos viviendo ahora.

-¿Cree que va a ser necesaria una tercera dosis de vacuna?

-Hay vacunas que duran toda la vida, por ejemplo la de la hepatitis B, pero la vacuna de la influenza, dura cuatro o seis meses su efecto, porque el virus muta constantemente. En este momento, ahora, no parece necesaria una tercera dosis. Quienes se han vacunado con la vacuna Pfizer, siguen teniendo anticuerpos suficientes contra el virus y han pasado entre seis y ocho meses. Las vacunas mantienen esa inmunidad. El virus no se va a ir, va a vivir con nosotros. La pregunta es: ¿esta inmunidad va durar un año o más, o va a ir bajando en el tiempo? Si la inmunidad baja en el tiempo, va a haber que ponerse nuevas dosis de la misma vacuna. Pero otra respuesta es que el virus va a ir mutando y por lo tanto más que terceras o cuartas dosis de la misma vacuna, quizá vamos a tener que vacunarnos eventualmente, en el futuro, con nuevas vacunas que generen anticuerpos contra todas las distintas cepas. La respuesta entonces va a depender de cómo se comporte el virus y d cuánto tiempo mantengan la inmunidad las vacunas que estamos utilizando.

-Señala que hay más de cuatro mil camas críticas. Hablando de las matemáticas de ellas, ¿cuántos especialistas se requiere por cada una?

-Para los intensivistas, una cama crítica es un mundo. Hay una persona en ella, que tiene familia, que tiene proyectos, y está en una situación frágil. Requiere de muchas personas con distintas especialidades: un médico todo el tiempo, ojalá intensivo, y si no está debe asesorar o pasar visita al otro médico; eventualmente se requieren médicos especialistas: si el paciente evoluciona con un pulmón complicado, necesita un broncopulmonar; o si se sobreinfecta con bacterias agresivas por la hospitalización, requerirá un infectólogo; el covid tiene manifestaciones neurológicas, intestinales, en la piel, etc. Por tanto, requerirá la concurrencia de muchos especialistas. Además, requiere enfermería, técnicos paramédicos, kinesiólogos, de químicos farmacéuticos porque unos medicamentos interfieren con otros; nutricionistas.

-¿Va a haber suficientes especialistas entonces?

-No, no los hay. Por eso tenemos que duplicar turnos y multiplicar esfuerzos. El dilema famoso de la última cama no es la cama, sino de las personas que la atienden. Se ha presionado al sistema y hecho todos los esfuerzos posibles por generar camas para

"Lo que pasa dentro de los hospitales es una situación de guerra en la práctica: se desocupa una cama y llega inmediatamente otro paciente, con los funcionarios agotados, sin dormir".