El Renuevo, el campamento que surgió a propósito de la pandemia
El 13 de abril de 2020 llegaron las primeras cuatro familias. Hoy hay 116 en el terreno. Ya formaron un comité de vivienda y esperan trabajar con el municipio para regularizar su situación y así obtener sus casas.
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Dos semanas alcanzó a funcionar el local de comida rápida que Evelyn Cheuquelén instaló en su casa. Junto a su esposo, Esteban Troncoso, habían ahorrado un poco y ese dinero lo ocuparon para habilitar un espacio en la vivienda que arrendaban, en el sector caleta Alto del Rey, en San Pedro de la Paz, y comprar los ingredientes para hacer las papas fritas y completos que iban a ofrecer. Evelyn optó por eso porque tiene dos hijos pequeños, de dos y cuatro años, así que la única alternativa era trabajar en su casa para aportar económicamente a su hogar.
En eso estaba cuando el primer caso de covid-19 llegó a Chile y unas semanas después, a mediados de marzo de 2020, se decretó estado de excepción constitucional.
San Pedro de la Paz fue una de las primeras comunas donde se aplicaron medidas restrictivas. Evelyn tuvo que cerrar. Perdió su inversión. Su marido, que trabajaba en una empresa constructora en Coyhaique, fue despedido. Se quedaron sin recursos, sin ahorros producto de la pandemia. "Llegó un momento en el que teníamos que decidir si pagar el arriendo o comprar comida", dice Evelyn.
Conversó con otros vecinos que también estaban complicados. La solución que hallaron fue ocupar un terreno ubicado en Plutón con Júpiter, en el mismo sector caleta Alto del Rey y levantar sus viviendas de forma irregular. El paño ya había sido utilizado como asentamiento, por eso se instalaron ahí, pues contaba con una conexión al agua potable que podían utilizar.
El 13 de abril del año pasado llegaron cuatro familias. Limpiaron el sector, porque el sitio se había transformado en un basural, dice Evelyn. Cada una, con los recursos que pudo conseguir, levantó su casa. Evelyn armó la suya con palets. Fueron los primeros residentes de El Renoval. En marzo se empezaron a sumar otros integrantes. Actualmente hay 116 familias, entre las que se encuentran extranjeros y personas en situación de calle. Ya ocuparon todo el terreno, por lo que no pueden recibir a más personas, pese a que siguen llegando, menciona Esteban.
El Ministerio de Vivienda hará un nuevo catastro de campamentos este año. En el registro, actualmente, figuran 131 en Biobío. Sin embargo, sus cifras preliminares apuntan a que, después de marzo de 2020, cuando comenzó la emergencia sanitaria, han aparecido 69 nuevos asentamientos en el territorio.
De allegados
Eliecer Castro se separó hace unos seis años. Ahí llegó a vivir con su hermana, en una pieza de la casa que ella habita con su familia en la caleta Alto del Rey. Luego se sumó su pareja, Constanza Muñoz. Querían tener su propia casa, porque Eliecer tiene un hijo de 11 años, que pasa algunos fines de semana con ellos y cuando eso sucedía, tenían que dormir los tres en la pieza, en una misma cama.
Ambos abrieron una libreta de ahorro para la vivienda. Postularon a subsidio, pero les bajó el puntaje no estar casados ni tener hijos en común, así que no fueron seleccionados. Constanza cuenta que también postularon al subsidio de arriendo, mientras les salía la casa. Tampoco calificaron.
Con la pandemia, y al ver que había otras familias que también estaban complicadas, consideraron una alternativa viable llegar a El Renuevo. "En mi caso fue la necesidad de estar más cómodos, además de que estoy aburrido con el sistema de postulación", reconoce Eliecer.
Por suerte, dice él, no le falta trabajo. Conduce un camión de transporte de áridos. Constanza no tuvo la misma suerte, pues a fines de marzo fue despedida del frigorífico donde laboraba.
Tenían $1.200.000 en la libreta de ahorro. Sacaron esos fondos y compraron algunos materiales para armarse su casa, la que ahora tiene un dormitorio para el hijo de Eliecer. La mayor parte de la vivienda es de palet y en el piso pusieron planchas, para poder generar algún tipo de aislación.
Ahora, menciona Constanza, quieren terminar de arreglar la pieza, pues se sumará una nueva integrante. El 22 de mayo es su fecha probable de parto. "Queremos terminar luego, porque pasar el invierno con un bebé será complicado", estima.
Crisis económica
Cuando Esteban Troncoso fue despedido, a fines de marzo del año pasado, quedó atrapado en Coyhaique. El aeropuerto de Balmaceda estaba cerrado. No tenía cómo regresar a San Pedro de la Paz con su mujer y sus dos hijos.
Recién en mayo pudo volver. Encontró a su familia instalada en una casa a medio hacer, la que él tuvo que terminar. "Cuando llegué vi que ella (mi esposa) ya había iniciado la construcción. La casa estaba forrada sólo en un lado, sin divisiones. Mi señora había puesto una plancha en el cielo de la pieza de los hijos para que estuvieran más abrigados", describe.
El invierno, reconoce Evelyn, fue terrible. No habían podido forrar la casa, la que crujía con el viento. El frío lo capearon enrollados en mantas y alrededor de un brasero que armaron con un cilindro de gas.
Por eso, la meta del campamento fue conseguir fondos para comprar materiales para forrar las viviendas. Para ello hicieron rifas, vendieron sopaipillas. También recibieron apoyo de distintas organizaciones, como Banco de Ayuda, creada por dos hermanos que viven en San Pedro de la Paz, y de Techo.
Evelyn menciona que su sueño era tener una casa. Participó de varios comités de vivienda. En el último tuvieron problemas con la directiva. No hubo avance con los trámites que tenían que cumplir, así que finalmente su anhelo no se tradujo en un proyecto habitacional.
Por eso, indica, optaron por utilizar parte de lo que habían ahorrado con Esteban para invertir en un negocio de comida rápida. Pero cuando tuvieron que cerrar por la pandemia, se quedaron sin ahorros y sin local. Ella ahora se dedica a cuidar a sus hijo, mientras que Esteban hace "pololitos" para conseguir dinero.
Quieren regularizarse
Los vecinos están organizados. Ya crearon un comité de vivienda yobtuvieron su personalidad jurídica. Evelyn Cheuquelén es la presidenta y el resto de la directiva la integran su esposo y la familia de Eliecer Castro, quien es el tesorero.
"Nosotros hicimos nuestro propio catastro y hemos reunido papeles", menciona. Eso mismo fue lo que le explicaron a los Carabineros que llegaron en noviembre del año pasado a desalojarlos. Dice que cuando vieron que estaban organizados los dejaron seguir en el terreno.
Luego se pusieron en contacto con la Municipalidad de San Pedro de la Paz, quienes los están apoyando.
Ahora se han concentrado en mejorar las condiciones del asentamiento. Lo primero fue el comedor. Gracias a Techo se contactaron con la organización ICF, que les ayudó a armar un espacio en mejores condiciones donde se alimentan los integrantes de El Renuevo.
La siguiente misión fue mejorar la red eléctrica. Esteban Troncoso menciona que habían usado cables de teléfono, pero como son tan delgados, una casa se incendió.
Eliecer Castro es el tesorero del comité. Detalla que se lo pasan haciendo actividades para juntar dinero, como rifas o venta de sopaipillas, el que complementan con los aportes que llegan de distintas ONG. Gracias a Techo, expone, reunieron los 700 mil pesos que requerían para mejorar el cableado. Además compraron focos para que esté iluminado. Quieren sentirse más seguros y evitar que ocurran delitos, pues en varias ocasiones han intentado robar.
Durante el verano, como cuenta Evelyn, lograron forrar la mayoría de las viviendas, para que este invierno sea menos complejo que el anterior. Su esposo, Esteban, menciona que el año pasado hubo familias que usaron nailon para impedir que entrara la lluvia. Incluso, agrega, siete pasaron la temporada en carpas.
La siguiente meta es cercar. Constanza Muñoz plantea que en el campamento hay hartos niños y les preocupa que entren personas ajenas.
Evelyn reconoce que la relación con los vecinos fuera del campamento es compleja. Quienes tienen casas están molestos con la instalación de un asentamiento irregular. No obstante, plantea que la meta de todos es conseguir regularizar la situación y que trabajan para ello: "En la municipalidad nos pidieron papeles y dijeron que sí puede haber una solución habitacional, pero hay que trabajar mucho a futuro, porque no queremos pasar diez años acá".
Municipio a la espera
A fines del año pasado el municipio sampedrino tomó contacto con los dirigentes de El Renuevo. La directiva del comité de vivienda les entregó una nómina con las familias que allí viven.
Esta información, cuenta Angélica Vidal, coordinadora social del Departamento de Vivienda, la plasmaron en un oficio que enviaron al Servicio de Vivienda y Urbanización, Serviu, en febrero de este año. Según el documento, son 90 las familias que viven de manera regular en el sitio.
Sobre la propiedad del terreno, Angélica Vidal detalla que hay una parte que le pertenece a Bienes Nacionales, que corresponde a áreas verdes, y el resto tiene una decena de dueños. El municipio, anuncia, comprometió tratar de contactarlos para ver cuál es su disposición para vender el paño.
Una vez que Serviu responda el oficio sabrán cuál es el camino a seguir con las familias. "No están catastradas en la línea de campamentos, así que hay algunas excepcionalidades a las que ellos no pueden acceder, pero una vez que tengamos el documento veremos qué hacer, como diseñar un proyecto con ellos o incluirlos en otros que ya tenemos avanzados", afirma.