Entre el miedo y la frustración: el otro agotamiento que viven los equipos de salud que combaten el covid-19
La alta carga laboral por la pandemia y la contradicción que enfrenta el personal sanitario al ver que la ciudadanía no se cuida del virus han afectado la salud mental de algunos profesionales. Otros han desarrollado trastornos de tipo adaptativo o ansioso. Las unidades de UCI, Samu, Laboratorio, Medicina Interna, Urgencia y el Traumatología fueron priorizadas para ser intervenidas con primeros auxilios psicológicos y así acompañar a estos equipos. Las jefaturas han notado una buena recepción, pero también una sensación de preocupación entre quienes participan.
lesly.zurita@diarioelsur.cl
Cuadros de ansiedad, miedo a perder la vida, temor a contagiar a los seres queridos y complicaciones para adaptarse a los cambios en la rutina, son parte de las consecuencias que han visto los funcionarios de la salud desde el punto de vista psicológico a raíz de la carga laboral que han debido enfrentar por la pandemia, especialmente aquellos que atienden directamente a pacientes contagiados por covid-19.
Los casos más graves, pero que afectan a un número menor de trabajadores, han desarrollados trastornos ansiosos o adaptativos que requieren de una atención más especializada para superar la afectación que los inhabilita para cumplir su rutina diaria.
La pandemia del covid-19 es una catástrofe. Pero a diferencia de un terremoto o un aluvión, las consecuencias no están a la vista -salvo en los hospitales- y su duración es incierta. Esto hace que el impacto en la salud mental de todos los que son denominados como "víctimas" sea una constante latente, pero a la vez, no sea tomada con la relevancia que corresponde y no se dé el espacio para ser tratada con la misma importancia que una afectación física.
Y en el caso de los funcionarios de la salud, son quienes se han visto más sobreexigidos a continuar con su trabajo, por lo que la Unidad de Psicotrauma del Servicio de Salud Concepción ideó una estrategia para ir en apoyo a este personal a través de una escucha activa, orientación y seguridad emocional, de forma que el personal pueda sentirse acompañado en sus miedos y preocupaciones.
A la fecha, se han realizado poco más de 2 mil 300 intervenciones, que ha beneficiado a 1.066 funcionarios de las unidades priorizadas del Hospital Regional de Concepción.
El equipo, liderado por el doctor David Provoste, tiene 11 años de funcionamiento en distintas catástrofes como el terremoto del 27 de febrero de 2010, los aluviones de Antofagasta el 2015 o el desastre de Quintero el 2018, entre otros. Sin embargo, dice el médico, nada se compara con la incertidumbre de la pandemia, aunque los primeros auxilios psicológicos que han estado aplicando han mejorado la contención en los equipos y dado un alivio para continuar.
DEL MIEDO AL AGOTAMIENTO
David Provoste explica que "ha existido una evolución de lo que hemos encontrado: primero fue incertidumbre de no saber de qué trataba esta enfermedad, un conflicto si acaso los elementos de protección personal eran los más adecuados y mucho temor por la falta de información sobre las vías de contagio. Y esto empezó a crecer como una bola de nieve, pero se comenzó a instalar como una nueva realidad y ahora ya se convive con el paciente covid".
A raíz de la incertidumbre de contagiarse y transmitir el virus a sus cercanos, muchos se alejaron de sus familias e, incluso de sus hijos. "Algunos comenzaron a compartir departamentos con otros colegas o se aislaron en sus propias casas. Dejaron a sus hijos al cuidado de otros familiares para evitar contagiarlos y ese alejamiento les afectó emocionalmente", grafica Provoste.
Con el correr de los meses, los funcionarios también se contagiaron de coronavirus e, incluso algunos desarrollaron sintomatología grave que los obligó a internarse en las UCI y ser atendidos por sus propios compañeros, lo que también significa un estrés emocional para el equipo.
El miedo del principio, dio paso al agotamiento. "El virus ya se instaló y empezamos con problemas de disponibilidad de camas, lo que dio paso al aumento de las licencias por estrés. Estos meses se ha mantenido el fenómeno del agotamiento y el estrés, el sentirse sobrepasado, sentir que esto no acaba y visualizar que la gente que se atiende no percibe el riesgo y eso los frustra", indica el jefe de la Unidad de Psicotrauma.
Provoste cuenta que atendió un grupo esta semana y les preguntó cuál era la motivación que tenían para seguir, porque siempre existe la opción de que vayan a un médico y les dé una licencia médica para que descansen, que se trata de una herramienta más de cuidado. "Pero tienen este sentido altruista, que es similar en la gente de esta área de la salud, de no querer abandonar, les gusta lo que hacen y sienten que si faltan le darán más trabajo a su compañero. Básicamente eso es lo que sostiene al sistema".
El médico especialista en Psiquiatría reconoce que, pese a la intención de seguir, se sienten contrariados al ver que la ciudadanía no se cuida.