Vivir en las tinieblas, según Lina Meruane
El estallido, su propio padecimiento visual, la ceguera de escritores y los problemas visuales de Gabriela Mistral y Marta Brunet se muestran en "Zona ciega", el nuevo libro de la escritora chilena Lina Meruane.
Por Cristóbal Gaete
¿Qué cruza la vida de James Joyce, Gustavo Gatica, Gabriela Mistral y Lina Meruane? Todas estas vidas, y también otras que aparecen en "Zona ciega" (Literatura Random House), están marcadas por accidentes, enfermedades o agresiones que generan problemas oculares.
Lina Meruane enfrenta sus miedos, como ya lo hizo en "Sangre en el ojo" (2012), libro que obtuvo el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en México. Esa fue la consagración internacional de una escritora que comenzó a publicar a finales de los noventa, que acumula premios también en Chile, Alemania y España. Hoy es docente universitaria en Estados Unidos.
Su ensayo "Contra los hijos" es un icono de resistencia a las imposiciones culturales que viven las mujeres. En ese ensayo expresó argumentos que buscan entender la maternidad como esclavitud social. En "Volverse palestina" abordó el conflicto árabe-palestino. Ahora, en "Zona ciega" , se respira igualmente realidad. En el capítulo "Matar el ojo" revisita el estallido social de octubre en Chile y las explosiones oculares que tanto impactaron al mundo.
El segundo ensayo del mismo libro, "Ojos prestados", es el más extenso. En él anuda casos de escritores y escritoras con problemas graves a la vista. Por último, "Las casi ciegas", narra como si fueran paralelas, las dolencias de Gabriela Mistral y Marta Brunet. Cada zona integra la propia vida y experiencia médica de Lina.
Así entonces, el tema de la salud visual, vuelve a la escritura de Meruane. Y se abre, incluso, a casos de lectores . "Una de las cosas que descubrí después de publicar "Sangre en el ojo", es que muchos lectores y lectoras se me acercaban para contarme sus historias de ojos. Eran historias de casi ceguera. Y eso me hizo pensar que uno a veces piensa su enfermedad como excepcional: perder la vista por ejemplo. O tener miedo de perder la vista. O, perder parcialmente la vista. Pero es mucho menos raro e infrecuente que lo que uno pensaría", explica Lina Meruane.
-¿Por qué decides contar el estallido?
-Tuve algunas dudas si hablar del estallido mismo. Por un lado es un estallido que no viví presencialmente: yo estaba en Estados Unidos en el momento en que ocurrió, como cuento en la primera crónica-ensayo del libro. Al mismo tiempo, me daba cuenta que era posible que al lector y a la lectora chileno no le contaran nada que no supieran, pero a la vez yo necesité escribir ese texto en el momento en que sucedió. Me senté a escribirlo desde la perspectiva del afuera, que igual me parecía que tenía sentido, porque yo estaba mirando de lejos, y ahí jugaba con la cuestión del ojo.
-¿Qué te permitía esta perspectiva?
-A medida que fui reescribiendo esa crónica y ampliándola, me fui encontrando con cosas que salían de la pura contingencia de lo que había pasado en Chile. Me interné en la situación que llamé 'un cambio de estrategia militar y policial'. Eso no solamente estaba ocurriendo en Chile, sino que también ha estado ocurriendo en varios lugares donde la ciudadanía se ha levantado: Francia, Israel (con una situación distinta, pero en algún punto similar), Egipto, Ecuador y así sucesivamente. En Chile fue mucho más extremo. Y más extremo también que el estado mayor haya declarado la violencia ocular como no criminal, o aceptable. Pero me parecía importante entender Chile y esa violencia en un contexto que también es un contexto internacional. Siempre pensamos que Chile es muy excepcional, y lo es en la medida de su crueldad en este caso, pero no está solo.
PROFUNDIDAD
-¿Cómo la literatura puede afectar la percepción de la realidad? ¿Tiene que ver eso con que elijas el ensayo como género?
-Las noticias suelen contar las superficies de las cosas, suelen abandonar muy pronto lo que no es novedad y suelen no darle seguimiento a ciertos casos, a ciertos problemas. En la literatura, la crónica y el ensayo reflexionan sobre aquello que pasó y hacen una contribución al lector. Una de las cosas que ha marcado el aumento de la lectura de la no ficción sospecho que tiene que ver con esto: necesitamos cuando nos interesa un tema, leer un libro que explique el trasfondo, que nos haga un recordatorio histórico de lo que pasó y nos cuente lo que los medios no cubrieron. Hay un aporte de utilidad pública por llamarlo de alguna manera. Pero no pienso que sea el uso de toda la literatura.
-¿Qué pasa con los otros géneros literarios?
-Las novelas o la poesía tienen un bajo nivel de utilidad en el sentido informativo o en el sentido reflexivo. Pero tienen un pacto estético, afectivo. Abren preguntas que no necesariamente contestan pero que nos permiten a los lectores y lectoras pensar esas preguntas. Me parece que, dependiendo del género, la contribución es distinta. Por lo mismo he elegido los géneros y la hibridez, la ficción y la no ficción para contar, para pensar o para darle vueltas a ciertos temas.
-¿Cómo ordenas todo el material? En el último texto, de bibliografía y agradecimientos, informas que llevas tres décadas reuniéndolo.
-Sobre todo en los libros de no ficción tienen atrás un gran archivo y entonces claro, ¿cómo coloco todo junto? No se explicártelo, eso sucede en la propia escritura, no hay un mapa de entrada. Por eso también la escritura es muy agotadora: necesito mucha continuidad, porque en cierta medida voy sosteniendo en el aire, en la memoria, una serie de materiales para ver si les puedo echar mano o no mientras escribo. Siempre un primer texto. En el caso de "Ojos prestados" era uno de 20 páginas que ya tenían una estructura. A esa estructura le fui añadiendo información.
CON LOS OJOS CERRADOS
-Leer o escuchar libros. ¿Cómo cambia la experiencia?
-Es un viejo hábito que adquirí cuando tuve una pérdida importante de vista y al no poder leer me pasé a los audiolibros. Descubrí que hay un gran placer al escuchar libros, nos remite a la infancia, a los que tuvimos la suerte que nuestros padres nos contaran cuentos y que nos lo repitieran cuando pedíamos el mismo cuento otra vez. Tuve sesiones muy largas de audiolectura en esa época. Al principio me costó un poco, uno está muy acostumbrado a depender de la vista para leer, pero pronto adquirí el hábito y es una práctica que me acompaña mucho. Siempre doy largas caminatas de una hora, en esa hora voy escuchando siempre un libro e intento elegir libros que pueda seguir. Los libros más narrativos, más limpios, son realmente fabulosos de escuchar. Como en la vida cotidiana hay poco tiempo para la lectura porque hay tanto que hacer, esa hora de caminata de escucha o dos horas de noche escuchando un libro con los ojos cerrados es un enorme placer.
"Un amigo mío santero me ofreció matar una gallina y reventarme los ojos de esa misma gallina para curarme".
"A James Joyce lo operaron muchas veces con unas sanguijuelas para que le chuparan el fluido excedente de la inflamación de las córneas".