Hace pocos meses se anunció que el puente Patricio Aylwin se conectaría a la Costanera en abril del 2020 y a Avenida Chacabuco en 2022. Anuncios que con algo de escepticismo esperamos llenos de esperanza que se concretaran. Vale la pena recordar que dicho viaducto es un proyecto que surge debido el colapso del Puente Viejo sobre el río Biobío tras el terremoto del 27F, que por lo demás sería una obra emblemática ejecutada en conmemoración del bicentenario de nuestra Independencia.
Tras 11 años de iniciada la obra, una serie de retrasos, demoras en el proceso de despeje de la faja habitacional en la Población Aurora de Chile, sumadas a las dificultades y término anticipado con la empresa constructora, la convocatoria de nuevas licitaciones y su nueva adjudicación terminaron por desplazar su entrega parcial para el año pasado.
Por estos días se anuncian nuevos retrasos que podrían convertir a dicho puente en una de las obras de infraestructura más prolongadas en tiempo del mundo moderno, comparando las dificultades propias de este tipo de obras por ejemplo con los 7 años que duración de las obras de Viaducto del Canal de la Mancha (1988-1994), proyecto que consta de 3 túneles bajo el mar con un total de 39 kms submarinos que conectan a Inglaterra con Europa.
Por otra parte, a mediados del 2008 surge la propuesta del Eje Bicentenario de Concepción, que buscaba en su génesis revitalizar el casco histórico, unir el área fundacional con un nuevo skyline fluvial de la ciudad mediante la prolongación de la calle Barros Arana a la manera de un gran boulevard hasta Plaza España. Luego dicho espacio público junto al conjunto de Edificios del Centro Cívico Regional se proyectarían a través de una explanada a la manera de un foro abierto culminando en el Parque Costanera para generar el encuentro con el río. Para el logro de dicho objetivo, surgen una serie de propuestas urbanas y de equipamiento como incorporación del Teatro Regional de Biobío y el soterramiento de la línea férrea en un tramo para dar continuidad real a dicho vínculo, lo que permanece aún en suspenso.
El próximo 28 de abril se cumplen 8 años desde el incendio del Mercado de Concepción, sin embargo somos testigos silentes e inmóviles ante el abandono de uno de nuestros emblemas locales. Nuestro mercado de abastos, plaza cubierta, lugar de encuentro e intercambio, en el corazón de la ciudad a pasos de la Plaza Independencia, hoy forma parte de un paisaje local conocido y aceptado que permanece como un esqueleto descubierto, frágil y sin destino.
En 2016, tras la confirmación del aporte del Gobierno Regional, el Museo Meissner-Prim daba un paso muy importante hacia su concreción. De hecho se proyectaba una posible inauguración para fines del 2018 o máximo 2019. Dicho recinto albergaría el patrimonio de la Fundación Meissner-Prim que incluiría pinturas, libros y bordados; lo que finalmente pareciera no haberse concretado.
Cabe preguntarse entonces: ¿qué le pasa a Conce? Debatir, promover o plebiscitar las alturas de la ciudad, desarrollar una densificación equilibrada o inclusiva, convertirnos en ciudad universitaria o deportiva, ciudad de la independencia o de todos debe contener una reflexión mucho más profunda sobre nosotros como ciudadanos o habitantes. Colectivos como "Conce es Conce, ni es Nueva York ni Barcelona", "Muévete por un Metro" o "Ánimo Conce" si bien pretenden aportar a debate y construcción de nuestra ciudad…no bastan!
Debemos comprender que estamos cautivos de un centralismo asfixiante y entregados a la desidia, a la falta de colaboración y compromiso genuino por ser parte de la construcción de una ciudad que permanece inconclusa a la espera de ser recompuesta en el alma.