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Del intercambio de cartas, Schütte encuentra especial belleza en una que es de los primeros años. "En una carta de mayo del 49, le dice que está recién 'orillándola' y que tiene 'cogida solo una esquina de quién ella es', es bonita esa imagen de cuando se estaban conociendo. También muchos de los cierres de las cartas resultan conmovedores, 'Te beso, te espero, te busco y te tengo' y, en contraposición, cartas oscuras, melancólicas que nos permiten adentrarnos en la intensidad de esta relación".
Una relación parcial, admite la investigadora. "Es un archivo que fue en primer lugar organizado por Doris, luego pasó largo tiempo guardado y luego donado a la Biblioteca Nacional. Es difícil saber si algún documento no fue considerado al momento de su donación, por ejemplo, lo que sería perfectamente atendible. No obstante, la revisión del material disponible fue bastante exhaustiva y de acuerdo a la propuesta del libro, se incluyeron las cartas que pudieran dar cuenta de la vida que vivió Mistral junto a Doris desde la primera carta hasta el momento de su muerte".
Los documentos digitalizados muestran la letra de Mistral, que la investigadora señala "en ocasiones no es todo lo clara que uno quisiera y además no ayuda que escribiera con lápiz mina y habitualmente en papel roneo".
Para Daniela, lo más complejo fue ordenar las cartas: "Mistral solo ocasionalmente databa las cartas por lo que el trabajo con los sellos postales del correo, no siempre legibles, además de las notas que a veces ponía Doris en los sobres resultó central. Sin embargo, no todas las cartas tenían esta información".
En ese sentido, Schütte fue a veces más que una investigadora literaria, tratando de ordenar los documentos. "Fue entonces necesario armar una especie de rompecabezas para determinar un posible orden. Para esto, lo primero fue identificar marcas de viajes, visitas, lugares, acontecimientos que pudieran situar el momento en el que había sido escrita la carta".
Pero a veces eso no resultaba, y terminaba en otros documentos, revisando "comunicaciones oficiales como memorándum, oficios consulares, telegramas, diarios de la época y otros documentos. Luego, las cartas que Mistral intercambió con otros interlocutores o las cartas que ella recibió en el mismo periodo y que hubieran estado datadas y en las que hubiera alguna coincidencia con estas marcas".
La penúltima posibilidad fue la "revisión de las cartas que Doris intercambió con las personas cercanas a Mistral en ese periodo. Este ejercicio fue muy interesante, no solo en términos de data, sino también, como una suerte de objetivación de acontecimientos externos comentados en las cartas. Y, por último, cuando ninguno de estos caminos condujo a razonables certezas sobre la fecha en la que había sido escrita, el foco fue la continuidad narrativa de los documentos".