Reforma del sistema previsional
El Gobierno envió el lunes a la Comisión de Trabajo del Senado una treintena de indicaciones al proyecto de reforma previsional que impulsa el mismo Ejecutivo, con lo que se pretende destrabar su discusión en el Congreso. Una de las indicaciones más comentadas ha sido el aumento del pilar solidario, desde un 60% al 80% de la población más pobre.
También se intenta aumentar el monto de las pensiones incluidas en el pilar básico a 177 mil pesos, de manera que todas queden con un monto por sobre la línea de la pobreza. El paquete de indicaciones aumenta el beneficio del Programa de Ahorro Colectivo Solidario de 2,5 UF mensuales a 2,7 UF mensuales, para mujeres que hayan cotizado diez años, entre otras materias. Asimismo, fortalece el pilar contributivo del sistema de pensiones, al incrementar en forma gradual en 6% el aporte del empleador al ahorro previsional de los trabajadores, aunque se ha generado un gran debate entre quienes estiman que ese incremento de cotización debe pasar íntegro a las cuentas individuales de los trabajadores, y quienes estiman que -por el contrario- éste debe ser administrado por el Estado.
El objetivo de la reforma es mejorar las pensiones con elementos de solidaridad en el pilar contributivo, incrementar el ahorro previsional, mejorar la equidad de género, mejorar la regulación del sistema privado y otorgar mayor legitimidad al sistema previsional.
El mecanismo de capitalización individual, a través de las AFP, nació en 1980 por medio del DL 3.500, para reemplazar al antiguo sistema de reparto que operaban las cajas de previsión, que estaba quebrado, tal como hoy lo están los sistemas estatales en muchos países. Fueron los gobiernos de la época los que echaron mano en forma sistemática a los recursos de los trabajadores y lo llevaron a la quiebra.
El mercado laboral ha sufrido fuertes transformaciones en las últimas décadas, lo que ha incidido en que la capitalización de los trabajadores se haga insuficiente para financiar pensiones dignas. Por ejemplo, son cada vez más las personas que trabajan en forma independiente, por cuenta propia, y que no han estado obligadas a cotizar para obtener una pensión de vejez. También las lagunas previsionales se han transformado en una constante mientras, paralelamente, la esperanza de vida de los chilenos ha crecido en forma considerable, respecto a la que existía en 1980, cuando nació el mecanismo previsional. A ello, se han sumado durante los últimos meses los dos retiros del 10% de los ahorros que fueron autorizados para que los cotizantes pudieran enfrentar los gastos derivados en el período de pandemia, lo que ha hecho bajar los fondos ahorrados, en algunos casos hasta dejar en cero las cuentas.
Desde hace décadas que los expertos advertían que se requerían cambios en el sistema que administran las AFP, sugiriendo aumentar la tasa de cotización y extender la edad mínima para pensionarse, pero por diversas razones los gobiernos soslayaron la decisión de abordar el tema, debido a su gran complejidad y porque genera posiciones muy encontradas.
Sin embargo, se ha obviado el tema de aumentar por ley la edad mínima para pensionarse, que es de 60 años en la mujer y 65 años en el hombre, seguramente por la resistencia que habría tenido, especialmente en este período en que la pandemia ha alterado fuertemente el mercado laboral. De acuerdo con cálculos de algunos expertos, una permanencia adicional de cinco años en la fuerza de trabajo permitiría aumentar en alrededor de 40% el monto de la pensión.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Chile es el país de América Latina con mayor esperanza de vida promedio, alcanzando 80,5 años, lo que convierte en el segundo de todo el continente americano, sólo por detrás de Canadá, cuyo promedio asciende a los 82,2 años. Además, es el único país de la región que supera los 80 años de vida, como promedio. Esto significa que los fondos que acumulan los trabajadores deben durar más años para financiar la jubilación.
El mercado laboral ha sufrido fuertes transformaciones, lo que ha incidido en que la capitalización de los trabajadores se haga insuficiente para financiar pensiones dignas. Son cada vez más las personas que trabajan por cuenta propia, y que no han estado obligadas a cotizar para obtener una pensión de vejez.