Ya cumplimos exactamente un año desde que el primer chileno fue contagiado por coronavirus en nuestro país. Y el 18 de marzo del 2020 comenzaron los confinamientos voluntarios en las distintas ciudades del territorio nacional, lo que luego se sumó a las medidas implementadas por el Gobierno.
Exactamente el 3 de marzo del 2020 en el Hospital de Talca, fue detectado el primer paciente con covid-19, analizado por el Instituto de Salud Pública (ISP), además del Laboratorio del Hospital Regional de Concepción Guillermo Grant Benavente mediante la técnica PCR.
Esta pandemia a nivel mundial, nos ha puesto a prueba en varios aspectos. Por un lado el sistema de salud donde -previamente- los profesionales fortalecieron las capacitaciones y protocolos de atención. Mientras que el sistema educacional tuvo que poner en pausa la totalidad de las clases presenciales y fue capaz de poner a disposición de la comunidad diferentes plataformas con recursos educativos tanto desde la Educación Escolar como en la Educación Superior. Actualmente, volviendo a reformularse para un plan de retorno seguro.
Las ciudades como sistema, analizándolas como entidades sociales y sus efectos en sus propias estructuras, es decir, comprendiéndolas como un conjunto de actores que se vinculan entre sí, también tuvieron que anticiparse y planificar cambios a nivel urbano, nivel arquitectónico, espacial. Se tuvieron que modificar avenidas, ciclo vías, plazas. Marcar distanciamientos mínimos en espacio público, etc. Un año que nos dejó marcado por muchos cambios, pero con la satisfacción que pudimos enfrentar y que todavía lo seguimos haciendo.
Esto provocó también a nivel mundial, un distanciamiento entre los seres humanos, en simples palabra, ya no nos podíamos ni abrazar. Por ahora no existen las reuniones sociales presenciales, tampoco las reuniones familiares, ni pensar en las celebraciones importantes, esa unión que nos caracteriza como seres humano sigue en pausa, pero con una esperanza.
Hoy en el día 367 de la llegada del corona virus a Chile estamos viviendo un proceso de una ilusión masiva: una vacuna que, independiente de que demore en hacer efecto, en que se necesita un tiempo entre una dosis y otra, no debemos bajar las brazos y seguir cuidándonos entre todos. Pero sí nos regala el anhelo de poder volver a reunirnos.
Una vacuna que al ser recibida, a más de alguno se le humedecieron los ojos de alegría y emoción, de poder sentir que esto luego se podrá vencer. Siendo optimista en que todos los sistemas que fueron modificados puedan recuperarse y volver a tener un ritmo -no igual al anterior- si no mejor, por sólo hecho de tener en mente que le ganamos a esta pandemia. Y este triunfo fue gracias a todos. Gracias a la gran re-unión, porque la re-unión hace la fuerza en los seres humanos.