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SAN FRANCISCO
Solnit recaló en un barrio deteriorado de San Francisco en 1981 y vivió en un pequeño y hermoso departamento los 25 años siguientes. Recorrer las páginas de los ocho capítulos en que divide el libro, es adentrarse en lo vibrante que era el día y la noche en 'Frisco' una ciudad multicolor y una de las más tolerantes en Estados Unidos.
-Siendo este libro también una carta de amor a San Francisco, ¿cómo ve a la ciudad hoy?
-Antes estaba súper orgullosa de vivir en San Francisco porque sucedieron procesos súper importantes para la historia del país. Ha sido el lugar donde se empezaron a cuestionar muchas cosas. Por ejemplo, la preponderancia de los protestantes sobre la vida política. Se daba más cabida a la mujer en la sociedad, éramos una especie de ciudad salvaje y siempre había un componente latino, español y asiático muy importante. En la Costa Oeste estamos más cerca de Asia que de Europa. San Francisco fue el centro de la liberación gay, somos la cuna también del movimiento ambiental, pero ahora la cosa ha cambiado.
-¿Cómo ha cambiado?
-41 años después que me mudé a San Francisco, somos parte de la capital mundial de la distopía tecnológica, nos ha absorbido el Silicon Valley. La tecnología ha tenido un papel nefasto en tantos aspectos de nuestra vida pública y privada que realmente me siento distinta. San Francisco es un lugar diferente. Es algo que ha pasado en los últimos años: el boom tecnológico ha expulsado a mucha gente pobre, incluídas a personas de las minorías negras y latinas, por lo tanto se ha convertido en un sitio diferente: ha perdido su alma, ha perdido su corazón. Sigue siendo un sitio agradable para vivir, pero no es tan fácil como antes. Se ha convertido en un sitio carísimo.
-¿Qué ha pasado con los vecindarios?
-Mucha gente, y entre ellos, homosexuales, no pueden pagar las rentas de los alquileres. Por lo tanto, se ha convertido en una ciudad mucho menos amistosa y agradable. La tecnología, las redes sociales, podrían ser diferentes. Google podrían beneficiar a la sociedad civil, con otros tipos de controles, no como se ha desarrollado, como una suerte de monstruo del capitalismo, con una capacidad ilimitada de vigilarnos a todos. Yo siempre digo que la KGB, la Stasi alemana, el FBI, nunca hubieran soñado tener esta capacidad de vigilancia de nuestra vida como lo hace Google y Facebook: nos controlan y saben todo sobre nosotros y por lo tanto vivo en el centro de una de las fuerzas más destructivas del mundo.
"Google podría beneficiar a la sociedad civil, con otros tipos de controles, no como se ha desarrollado, como una suerte de monstruo del capitalismo, con una capacidad ilimitada de vigilarnos a todos".