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La agrupación desempolva fórmulas clásicas como el radioteatro

La Otra Zapatilla se reinventa para enfrentar un nuevo año incierto

Piezas audiovisuales, lecturas dramatizadas y registros grabados de obras son los formatos a través de los cuales la corporación cultural se reinventa en medio del escenario pandémico.
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Por Makarena Sierra Alcayaga

Mantener el teatro vivo siempre fue uno de los pilares fundamentales para sostener a La Otra Zapatilla a lo largo de todo el 2020. Con 13 años de experiencia teatral, el colectivo ha sido una de las organizaciones que han tenido que hacer frente a la virtualidad, objetivo que lograron con la creación de nuevos lenguajes escénicos que respondieron a la pregunta "¿dónde está el teatro ahora?".

La reinvención llegó de la mano de obras como "La pacificación del territorio", "Plegarias" y "Sin título", videoteatros que mezclan collages audiovisuales con lecturas dramatizadas y que funcionaron, en gran medida, como un llamado a la reflexión en medio del confinamiento, sumando 12 trabajos en total.

La actriz Maira Perales (33), integrante de la compañía, señaló que la adaptación fue muy difícil, ya que "los primeros meses recién estábamos entendiendo lo que estaba pasando y qué era lo que podíamos hacer con las herramientas que teníamos. Fue un poco chocante que se suspendieran las funciones agendadas y las posibles itinerancias".

REINVENCIÓN

El radioteatro arribó como jugada clave en medio del escenario pandémico para poder mantenerse en funcionamiento. De acuerdo a Perales, los hogares se transformaron en salas de ensayo y estudios de grabación en donde montaron las lecturas de "Ser un colibrí" y "Neblina", las que fueron parte festival Santiago a Mil.

A esto, se le sumaron dos talleres trimestrales bajo el título de "Proceso creativo": "Hamlet" y "Los fusiles de la madre Carrar". Ambos comenzaron en junio y constaron de 22 sesiones teóricas y experimentales, que además funcionaron como una forma de acompañamiento para las 20 personas que asistieron desde diferentes partes del país, como Punta Montt, Valdivia e incluso, Melinka, en la zona austral del país.

"El desafío más grande fue resolver la pregunta '¿de qué vivimos ahora?', ¿dónde está el teatro?', ¿dejó de existir?'. Quizás está en el recuerdo, en una lectura dramatizada, en ver una función grabada. Hacer talleres de forma online igual fue un desafío, porque nunca pensamos que se podría hacer y resultó ser una experiencia súper enriquecedora", reflexionó Perales.

En esta búsqueda, "Julio a la gorra" fue la respuesta autogestionada a la falta de recursos para el mundo de las artes escénicas.

Se trató de un ciclo teatral que permitió al público acceder a conversatorios, lecturas dramatizadas y registros de obras que estuvieron en cartelera previo al confinamiento, tales como "El absurdo tesoro de la miseria", "2070. El último documental animal" y "La final", a cambio de un aporte "a la gorra", es decir, voluntario.

La iniciativa permitió recaudar los fondos necesarios para poder cubrir gastos básicos, como por ejemplo, el arriendo de bodegas en las que guardan la escenografía. "Toda esta experiencia ha sido terrible para el sector de las artes, porque se ha visto súper desamparado económicamente", expresó la actriz.

Sin embargo, una de las cosas que destaca es que "hemos encontrado nuevas formas de crear y desempolvado otras, como el radioteatro, que es algo que es muy antiguo, que ahora revive y que se puede fomentar con el uso de las nuevas tecnologías. Es súper interesante".

PANORAMA INCIERTO

Si bien ahora los teatros podrán abrir en la fase 3 del Plan Paso a Paso -con un máximo de 75 personas, siempre y cuando exista un mínimo de cuatro metros por persona- Perales advierte que el panorama no es muy alentador, debido a que según ella, no ha habido una respuesta por parte del Ministerio de Culturas, las Artes y el Patrimonio sobre cómo ayudará a los artistas escénicos.

"Nosotros no vivimos de las funciones, sino más de los proyectos, las itinerancias, las funciones en colegios y muchas otras actividades que aún no se pueden realizar, entonces se ve muy incierto", aseveró.

Actualmente, La Otra Zapatilla se encuentra organizando dos talleres trimestrales en formato remoto que comenzarán en marzo e incluirán 14 clases: "Herramientas para la construcción del personaje" y "Acción y Escena", para los cuales no se necesita experiencia previa.

También se encuentran difundiendo su participación en el festival Santiago en Off con "Limítrofe, La Pastora del Sol". "Eso ha sido para nosotros una fuente de trabajo súper buena, así que esperamos que sigan existiendo esas instancias de encuentros, aunque sean virtuales", comentó la actriz de 33 años.

Comentario de cine

Dos títulos que podrían convertirse en "de culto"

"Mank" y "WandaVision", producciones construidas con textos lúdicos en formas y contenidos, podrían correr la suerte de no causar el impacto deseado en la industria audiovisual del siglo XXI, para ser redescubiertos en algunos años.
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Por Sebastián Grant Del Río

Quizás ese aire "vintage", en un limpio blanco y negro, hagan de títulos como "Mank" (David Fincher, 2020), disponible en Netflix; y "WandaVision" (Jac Schaeffer, 2021), estrenada en Disney+; acontecimientos audiovisuales que en el correr de los años -10 ó 20- sean de culto. Es decir, títulos que no alcanzan impacto masivo, pero que igualmente atrapan la atención (y veneración) de un contingente de fanáticos. Descubren valores -narrativos, sociales, estéticos o de otra naturaleza- que pasaron inadvertidos en el momento de su estreno o fueron indiferentes a la crítica.

Es cierto que el fenómeno de "culto" es de épocas pretéritas. Más centrado en el rescate que se hizo desde los años 80 de obras de dos o tres década anteriores que gozaron de una nueva ola (segmentada a un público) que la hizo parte de sus gustos. Vayan referencias al cine de Ed Wood, los monstruos de los años 50 y las violentas aproximaciones sociales en los 70 fundadas en la experiencia "Grindhouse".

Una serie de formas narrativas audiovisuales que han trascendido, para seguir conquistando el cariño y los corazones de quienes buscan otras experiencias, muchas veces vetadas del clima social de este siglo XXI. Obras como las de Jesús Franco o del mismo Ed Wood hoy no podrían concebirse en la mente del productor más arriesgado.

Bajo este análisis, cabe pensar que la única "película de culto" en la filmografía de un director pop como Tim Burton sea "Ed Wood". Estrenada en 1994, no se cansa de encontrar seguidores entre las generaciones de "millennials" o "Z". La obra en un blanco y negro expresionista se interna en la vida y creatividad del considerado peor director de la historia del cine. Si es o no, a Burton no le compete. Su punto de vista está en el perfil humano y artístico de un hombre apasionado por el cine, un director capaz de extremar esfuerzos con tal de cumplir con su objetivo.

Algo parecido ocurre en "Mank". Fincher se enfoca acá en el guionista Herman J. Mankiewicz (1897-1953), el gran artífice del guión de "Ciudadano Kane", debut como director de Orson Welles en 1941, bajo el estudio RKO. En sus 132 minutos, la cinta es un recorrido íntimo e histórico por el flujo personal y social del personaje (su relación con MGM y William Randolph Hearst), como también puesto en el proceso de escritura de la que será considerada la mejor película de la historia. Es ahí donde apunta Fincher, develar la intimidad de un artista/escritor brillante y que en Kane firma un guión excepcional desde la construcción barroca del relato.

"Mank" lleva a lo íntimo, hechos poco luminosos que, relacionados con el cine, se fundan en el perfil humano y psicológico de un ser en constante soledad. Ello, pese a estar rodeado de luminarias, lo que hace de esta obra de las más personales de Fincher. La trama no se encarga de resolver misterios o conflicto (central). Al contrario, camina por dos décadas (30 y 40) abierta a nuevos órdenes vitales y que, como película, no necesariamente garantizan una audiencia numerosa en el streaming. Pero sí un título necesario para el público no masivo atento a historias sensibles que descubren la puesta en escena en toda su dimensión.

SITCOM Y SERIE A LA VEZ

"WandaVision" se ambienta en el universo Marvel, después de los sucesos de "Avengers: Endgames" (2019). En formato de sitcom, pero estructurada como una miniserie, los hechos protagonizados por esta particular dupla de seres de otra dimensión, atrapan desde su inicio.

Pero nuevamente, no al gran público, sino preferiblemente a quienes conocen el universo Marvel y sus personajes. Ahora, también puede ser seguida por cualquiera, en tanto la forma dramática está puesta en pantalla como una producción televisiva de los años 50 de claro desarrollo. O sea, forma y fondo llegan a lo mismo, donde un living es el gran soporte escénico para tramas en continuidad (de ahí lo serial), que develan aspectos de esta pareja de particulares poderes y que ya en el primer capítulo (media hora) son matrimonio.

Con claros referentes a sitcom como "Y love Lucy" (1951-1957) y "Hechizada" (1964-1972); éste es un "matrimonio" en los 50 ó 60, protagonistas de situaciones planteadas de manera lúdica, las cuales se transforman en visiones y metáforas del presente. Un siglo XXI que apunta a superar el machismo o la intolerancia, cuando en realidad parece que la cosa no es tan así. Son los arcos narrativos que ya estarán citados dentro de 30 años y que hablarán de un mundo que todavía no ha superado ciertas formas y maneras del quehacer social.

Ambas apuestas se elevan como ejemplos de producciones "de culto". Dos títulos que podrían quedarse más a la sombra en tiempos híper expuestos, para brillar después gracias a esas audiencias más atentas. Públicos interesados en observar circunstancias, avances o cambios en pro de un sincero bien común sin la necesidad de postear fotos y textos en las redes sociales.