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La importancia de la vitamina D para prevenir la osteoporosis

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Una buena alimentación, la exposición al sol y los suplementos, son las tres principales fuentes de vitamina D. Un buen nivel de esta vitamina en el organismo resulta sumamente fundamental, ya que previene la posibilidad de desarrollar enfermedades óseas como la tan conocida osteoporosis.

Esta afección es una de las principales enfermedades que afectan la salud de los huesos de las personas, y se caracteriza por debilitar los huesos producto de la incapacidad del cuerpo para crear un nuevo tejido óseo suficiente, lo que conlleva a la aparición de múltiples fracturas con movimientos mínimos o leves, siendo recurrentes aquellas en caderas, muñecas o en la columna.

Por lo mismo, la vitamina D cumple un rol esencial en la prevención de la osteoporosis, enfermedad que afecta en su mayoría a mujeres, ya que dicha vitamina es responsable de absorber el calcio presente en el cuerpo. De lo contrario, el cuerpo se vería en la necesidad de utilizar las reservas de calcio en el esqueleto, lo que a la larga termina debilitando la estructura ósea e impide que se pueda regenerar el tejido con éxito.

La exposición de la piel a la luz solar es una forma de absorber vitamina D naturalmente. Una dieta estructurada también puede resultar sumamente relevante para que la presencia de vitamina D en el cuerpo sea la óptima. Por último, los medicamentos y suplementos son otra fuente para acceder a esta vitamina.

En relación a las dosis necesarias para alcanzar un buen nivel de vitamina D en el organismo, para las personas mayores de 19 años, se recomienda un requerimiento diario entre 1.500 y 2.000 unidades internacionales, según las recomendaciones de la Endocrine Society (Sociedad Internacional de Endocrinología). En otras palabras, es necesario que las personas, para poder sintetizar correctamente esta vitamina, mantengan una exposición a la luz solar entre 15 a 30 minutos, entre las 10 de la mañana a las 3 de la tarde, entre 3 a 4 días a la semana. Sumado a lo anterior, es necesario evitar el protector solar, ya que impide y bloquea los rayos UV.

Para quienes padecen de osteoporosis, o para aquellos que tienen mayor riesgo de contraer dicha enfermedad, es necesario evitar el tabaco y el consumo de alcohol, en vista de que generan una reducción con respecto a la capacidad del cuerpo para producir material óseo.

Mascarillas y verano: Cómo sobrellevar una incomodidad obligatoria

No sólo es una recomendación: es una resolución del Ministerio de Salud que obliga a llevar mascarilla en la vía pública, con el riesgo de ser multado, de no cumplir. ¿Cómo seguir esta orden cuando el calor es el adversario?
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Durante el invierno, y la agradable primavera del centro y sur de Chile, el uso de mascarillas no representó mayor incomodidad. Sin embargo, el aumento de las temperaturas ha traído un problema de proporciones, que es su uso con calor, lo que claramente impide una correcta ventilación (con consiguiente sensación de ahogo) y, para muchos, conlleva problemas para respirar.

Paulina Fernández Garcés, académica de Tecnología Médica de la Universidad San Sebastián Concepción, recalca sin embargo la vital relevancia del uso de protección facial. "Hay una cantidad importante de estudios que avalan el uso de las mascarillas en contra de las microgotas o aerosoles que podrían estar contagiando y transmitiendo el covid-19", señala. "La mascarilla es una barrera que nos aísla del virus, tanto de adquirirlo como de contagiarlo. Sin embargo, su eficiencia debe ir asociada al permanente lavado de manos y al distanciamiento social, que debe ser de 1.8 metros. Este distanciamiento es el que asegura que la mascarilla cumpla un papel eficiente", dice.

La académica destaca la mascarilla KN95, porque filtra el 95% de las partículas que tienen 0,3 micras (300 nanómetros: el covid va de 60 a 140, por lo que podrían impedir el paso del virus). Pero tampoco desecha la idea de usar mascarillas quirúrgicas o símiles. "El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, CDC, sí las sugiere, ya que las KN95 o N95 son preferenciales para trabajadores de la salud", narra la profesional, quien además es magíster en Bioquímica Clínica e Inmunología.

Otras mascarillas que pueden resultar menos sofocantes son las confeccionadas en algodón, de género, "que permiten el paso mínimo de aire, sin dejar pasar el virus. Aunque deben tener dos o tres capas, o bien un filtro, que se desprende al momento de lavar la mascarilla, que también se puede reutilizar", acota. A la vez advierte sobre algunos detalles: que cubra completamente la zona de la nariz y la boca; se ajuste con precisión a la cara, para que no queden espacios; que el material permita respirar; evitar manipular mucho los elásticos, y que no tengan válvulas de exhalación o ventilación, porque puede dejar ingresar al covid-19", afirma.

Como ninguna mascarilla es ideal para usar en verano, la académica de Enfermería de la Universidad San Sebastián, Vanessa Jara Jara, entrega algunas ideas de cómo sobrellevar esta "asfixiante" incomodidad.

Lo primero es la hidratación, fundamental para contrarrestar la sensación de calor detrás del elemento. "El agua debe ser consumida, idealmente, antes de salir, de manera que logre estar en nuestro cuerpo antes de salir a caminar. Si vamos a tener que sacarnos la mascarilla para ingerir líquidos, que sea en espacios abiertos para evitar riesgos de contagio en medio de aglomeraciones", señala.

Otro aspecto es la ropa utilizada en exteriores, un elemento clave. "Se deben privilegiar aquellas prendas de algodón y de colores claros, lo que disminuye mucho la sensación de calor en espacios con altas temperaturas".

Los niños deben usar mascarillas pequeñas, que se ajusten a su cara, y el adulto mayor (ambos, grupos etarios con mayor tendencia a la deshidratación), además de consumir mucho líquido, debe evitar salir en horarios de mayor calor, entre las 12 del día y las 6 de la tarde.