Mi gran pasión es la docencia y a través del Programa de Liderazgo Colectivo de Enseña Chile he podido ser parte de Dinabec College, donde he enseñado muchas cosas, pero he aprendido muchas más. He hecho clases de Diseño y Arquitectura, Tecnología y Artes visuales durante dos años, pero además he trabajado y puesto a disposición mis habilidades de liderazgo, formándome como agente de cambio.

Por definición, un/a agente de cambio es una persona capaz de desarrollar acciones y actitudes en las personas que interactúan con él o ella, de una manera continua, en diferentes áreas o aspectos para generar mejoras de cualquier índole. Al alinearme en esta definición y buscando referentes, empecé a observar e intentar encontrar algunas de estas cualidades en las personas que me rodean.

Me dediqué a observar a quienes transitaban por el colegio y fue así como los descubrí. Algunas parecían muy preocupadas y, tras un par de pasos, se encontraban con los agentes de cambio y su semblante se relajaba. Quienes venían tristes, esbozaban una sonrisa y quienes necesitaban hablar encontraban un interlocutor comprensivo. Me asombré al encontrarlos generando cambios en armonía con sus quehaceres. Siempre han estado ahí: tío Juan, tía Silvia, tía Su y tía Esmeralda. Descubrí que no les decíamos "tíos y tías" por el trabajo que desempeñan, sino para destacar la cercanía y el lazo que crean con nosotros, permitiéndonos sentir que somos parte de una maravillosa familia.

Su trabajo es silencioso: algunos en inspectoría, otras de aseo y ornato y, en muchos casos son quienes solucionan todo tipo de problemas en el colegio. Por años han visto a muchos y muchas estudiantes, conocen sus nombres, se interesan por ellos, los han visto crecer, muchas veces los aconsejan. Creo que esto es otra cualidad necesaria en los agentes de cambio: conocer a las personas que están intentando impactar, de otra forma es imposible lograr el cambio.

Habían estado ahí todo el tiempo, haciendo cambios positivos, alegrando el día, sacando sonrisas, preocupándose genuinamente, impactando de forma positiva las vidas de todos sin siquiera darnos cuenta porque, como diría El Principito, "lo esencial es invisible a los ojos". Estaban haciéndolo de forma tan sigilosa que descubrí que esa también es una característica de un agente de cambio: no busca ser reconocido. Lo hace genuinamente porque tiene propósito y convicción en sus acciones.

Aprendí mucho de ellos porque me dediqué a observarlos, pero muchas personas aún no notan que están ahí y pasan como si no existieran. Pero el agente de cambio está ahí, esperando ese momento, atento a las situaciones, siempre dispuesto, con los brazos y el corazón abiertos para quien lo necesite, aunque muchos sigan pasando por el lado sin siquiera saludarlos. Te invito a abrir los ojos y observar dónde están los agentes de cambio en tu entorno.

En la madrugada del 1 de enero de 1818 el Director Supremo Bernardo O'Higgins firmó nuestra Declaración de la Independencia de Chile, en los Morrillos de Perales de Talcahuano. En la misma jornada, proclamó nuestra emancipación en la entonces plaza de Armas de Concepción, hoy Plaza Independencia. El acto se da en el contexto del sitio al puerto realista de Talcahuano, operación militar que se inició en diciembre de 1817, cuyo objetivo era la captura del enclave por parte de las fuerzas patriotas.

Una de las tareas pendientes de Bernardo O'Higgins, era declarar la independencia de nuestro país, proceso que se había sometido a consulta popular meses antes, empero no concluyó en Concepción dado el estado de guerra que se encontraba. Así entonces, en la madrugada del 01 de enero de 1818, redacta sobre un tambor en su campamento de los Morrillos de Perales de Talcahuano, una comunicación al coronel español José Ordoñez, que se encontraba al mando de las fuerzas de la corona en el lugar.

En el presente documento se informa que Chile es un país soberano y no una provincia insurgente. Posteriormente se ordena arrojar el acta a las fuerzas realistas. En la tarde de la citada jornada, O'Higgins proclama y jura nuestra emancipación en la entonces Plaza de Armas de Concepción, frente al Cuartel de Dragones de la Frontera, en el presente el Teatro de la Universidad de Concepción.

Producto de acontecimiento, el lugar se denominó con el tiempo Plaza Independencia. En la noche de aquella jornada, Bernardo O'Higgins y sus oficiales celebraron el año nuevo y la firma de la declaración de la independencia, en la casa del Coronel Patiño, vivienda en el presente donde se encuentra el Palacio de Tribunales de Justicia de Concepción.

Fue gracias a Carlos Oliver Schneider (1899-1949) científico uruguayo, residente en Concepción, quien efectuó las investigaciones sobre los sucesos de la declaración de nuestra independencia. Sus publicaciones quedarán plasmadas en su obra póstuma "Libro de Oro de Concepción" (1950).

Cabe destacar las investigaciones que han elaborado destacados historiadores como Luis Valencia Avaria, Armando Cartes Montory, entre otros, quienes de una u otra forma han realizado una valiosa difusión sobre este hecho, que en los últimos años ha cobrado una relevancia tal que es parte de nuestra identidad.

La primera firma de la Declaración de la Independencia es parte de nuestra historia regional, transformándose en la cuna de la patria, por lo que no debe quedar en el olvido colectivo.

Podemos estar de acuerdo en que ni el mejor guión de cine ni la mejor creación literaria habrían podido recrear y acercarse al escenario que este 2020 nos desafió globalmente. La pandemia por el covid-19 sin duda tiene ya un espacio asegurado en los registros de la historia de la humanidad, con una emergencia sanitaria inédita, contagios que se empinan con precipitación a los 80 millones a nivel mundial y muertes que ya bordean los 2 millones de vidas humanas, cuarentenas totales para millones de personas alrededor del mundo, hospitales colapsados, pérdidas de miles de puestos de trabajo, precarización de la vida para millones de personas, aumento de la pobreza, y tantas otras consecuencias negativas.

La escala mundial de la pandemia nos ha recordado lo frágiles que somos y sin duda que las organizaciones también han debido enfrentar esta coyuntura. No obstante, este duro pasar nos debe significar también aprender, sacar conclusiones y permitirnos estar mejor preparados frente a lo que nunca nadie en realidad se había siquiera imaginado que deberíamos enfrentar.

En este sentido, la primera gran lección es que la humanidad en su conjunto debe estar preparada para fortalecer sus capacidades de adaptación y, principalmente, las organizaciones. Cada día de 2020 trajo prácticamente un nuevo desafío que abordar, lo que nos obligó a ajustarnos en cosas tan simples de nuestro diario vivir, como también en las tareas más complejas. Más que un valor corporativo, esta adaptabilidad nos debe llevar a evaluar este aporte en cada uno de nosotros como individuos, llevando esta lección a nuestras familias, trabajo, relaciones con las comunidades, entre tantos otros espacios de convivencia humana.

Asimismo, 2020 nos enseñó a revalorizar las planificaciones de corto plazo. Es verdad, los contextos organizacionales sin duda que requieren mirar al largo y mediano plazo, qué duda cabe, pero ya sabemos que de un mes a otro, e incluso de un día a otro, las realidades nacionales, comunales e incluso personales, pueden tener un viraje de 180° grados, donde lo que antes era blanco hoy es negro, así de radical. Debemos entonces aprender a buscar los equilibrios de acuerdo a las necesidades particulares en cada una de nuestras organizaciones, todo para ser proactivos más que reactivos a la hora de enfrentar una realidad tan incierta y cambiante. Quizás las lecciones pendientes sean las más importantes que nos quedan por aprender.

Finalmente, asimilar que el cambio constante será lo único que precisamente no cambiará jamás en el desarrollo de nuestra historia, que no se detiene y ni siquiera nos avisa cuándo o cómo llegará. Podríamos presuponer que 2021 y el arribo de la vacuna contra el Covid implicará un alivio en este contexto tan particular, pero asumir eso sería precisamente desechar todas las lecciones que hasta aquí hemos podido sacar en limpio. Por eso es que debemos aprender y aprehender cada una de las enseñanzas que nos deja 2020, pero teniendo claro que aún nos quedan muchas situaciones que enfrentar como Humanidad, de esas que cuando aparecen solemos decir: "no lo veíamos venir".

Lunes 21 de diciembre: El Ministerio de Salud señaló ayer que las 20.000 vacunas contra el covid-19 compradas por Chile al laboratorio Pfizer podrían llegar durante la presente jornada, lo que permitiría empezar con la inoculación a los funcionarios de los hospitales a partir de mañana. El Presidente Sebastián Piñera agregó que "la población objetivo son 15 millones de personas", cuyas dosis arribarían durante el primer trimestre de 2021. "Si Dios quiere y la vacuna llega el lunes (hoy), vacunaremos los días 22 y 23 (de diciembre). Pero si llega el 22, partimos al día siguiente", dijo el ministro Paris.

Martes 22 de diciembre: La última jornada estuvo marcada por las aglomeraciones, muchas veces sin el distanciamiento social que exige la pandemia del coronavirus, debido a las compras navideñas y la caída de los sistemas electrónicos de BancoEstado, que dejó sin funcionar a cajeros automáticos y plataformas en Internet, obligando a los usuarios a improvisar largas filas en las sucursales. En medio de esto, La Moneda anunció ayer que a partir del sábado 26 de diciembre se adelantará el toque de queda en todo el país: comenzará a las 22.00 horas y terminará a las 05.00.

Jueves 24 de diciembre: El Presidente de la República, Sebastián Piñera, anunció que hoy llegarán las primeras 10 mil dosis de la vacuna Pfizer-BioNTech a Chile y que de inmediato se iniciarán los operativos para comenzar el proceso de inoculación contra el covid-19. "El avión llegará a Chile alrededor de las 7:00 de la mañana y estamos listos y preparados para poder iniciar un proceso de vacunación", dijo el Mandatario en una declaración en el Palacio de La Moneda. El jefe de Estado detalló que las primeras 10 mil dosis serán destinadas "al personal médico que está trabajando en Unidades de Tratamiento Intensivo con pacientes críticos.

Miércoles 23 de diciembre: El doctor Anthony Fauci, el epidemiólogo jefe de Estados Unidos, recibió la vacuna contra covid-19 desarrollada por Moderna y animó a todos los estadounidenses a inmunizarse reiterando su "extrema confianza" en la eficacia y seguridad del antídoto. El director de Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) fue vacunado en la sede de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) en los que trabaja y donde comenzó a desarrollarse hace años la tecnología que hizo posible la existencia de los dos primeros antídotos centra el coronavirus y otras enfermedades.

Jueves 24 de diciembre: El ministro de Salud británico, Matt Hancock, anunció ayer que detectaron una segunda variante del coronavirus "aún más contagiosa" que la cepa de la que se informó la semana pasada y que habría llegado desde Sudáfrica. Reino Unido, además, tuvo nuevo récord de muertes y contagios. Esta versión del SARS-CoV-2, vinculada a personas que han viajado al Reino Unido desde Sudáfrica, es "muy preocupante, porque es más contagiosa y parece haber mutado más que la nueva variante que fue identificada en Reino Unido", dijo Hancock.