El 25 de noviembre de cada año, desde hace más de dos décadas, se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que busca hacer visible un dolor que nos afecta a todas.

Si, nos afecta a todas, cuando ocurren hechos de violencia basados en razones de género. Esto es ser víctima de algún acto físico o simbólico (siendo el femicidio el de mayor impacto y desolación), en base a la subordinación y ejercicio del poder masculino. No porque alguna de nosotras no haya experimentado en primera persona la violencia de género, no quiere decir que no nos afecte a todas, pues todas estamos expuestas a vivir experiencias que atenten contra nuestro bienestar, sólo por ser mujeres. Situaciones que pueden ocurrir en la casa, en la calle o donde estudiamos o trabajamos.

En el mundo del trabajo productivo, resulta fundamental hacer conciencia de las diversas formas de violencia que afectan a las mujeres, algunas sutiles, otras francamente evidentes como el acoso sexual, no siempre fáciles de identificar ni menos erradicar.

En una investigación en curso (Fondecyt 1180590) hemos podido recoger testimonios y experiencias de subvaloración, invisibilización o negación de oportunidades, vividas como violencia de género. Así como también, como otra cara de la moneda, una actitud activa de trabajadoras por reconocer y problematizar las formas de violencia que ocurren en los entornos laborales.

Algunas de las acciones positivas para la eliminación de la violencia de género son la sororidad (solidaridad entre mujeres para apoyarnos mutuamente frente a los indicios de violencia), el fortalecimiento de la capacidad de agencia (ver y evidenciar activamente una situación de violencia de género) y la gestión del compañerismo universal, para decir basta a una cultura que aún sigue normalizando prácticas atentatorias al buen trato, que se han reproducido a lo largo de una historia que debemos comenzar a cambiar.

Antes del estallido social y del coronavirus, en Chile habíamos alcanzado un interesante nivel de discusión sobre el proyecto de carretera hídrica, iniciativa que busca transferir agua desde cuencas proveedoras del centro sur del país, hacia zonas con déficit en el norte de Chile.

Este problema nos motivó a científicos de la Universidad de Concepción, junto a colegas de las universidades, de Chile, del Biobío y del Desarrollo, a escribir una nota en la prestigiosa revista Nature Sustainability, publicada el 27 de abril. En ella, quisimos relevar los aspectos ambientales, usualmente olvidados o desconocidos para este tipo de iniciativas en tiempos de escasez hídrica, considerando también la intensificación del cambio climático, y sumando además ahora la profunda crisis socioambiental y sanitaria.

Un primer problema se refiere al aporte que hacen todos estos sistemas fluviales a las zonas costeras. Se trata de un componente fundamental para el desarrollo costero y de las pesquerías, pues el agua de los ríos no se pierde en el mar como piensa mucha gente, sino al contrario, fertiliza el océano con nutrientes. Sin embargo, también aporta contaminantes desde los sistemas terrestres al mar.

La pregunta que surge ahora es si en pleno siglo XXI es conveniente construir una infraestructura de transferencia de agua de gran escala, que este tipo de proyectos ya ha demostrado problemas en otras regiones del mundo e incluso en nuestro propio país.

Apelando al concepto de solidaridad interregional, en un estudio de percepción realizado hace cuatro años, la gente se mostraba disponible para donar agua para el norte. Pues bien, hoy no es seguro que ese todavía sea el escenario, considerando que en la cuenca del Biobío, en particular en las zonas rurales, la escasez hídrica ya se nota con particular fuerza. A tal nivel que actualmente se requiere una gran cantidad de recursos para abastecer de agua potable a miles de personas en nuestra Región, con costos que debemos asumir todos los chilenos.

Sumado a ello, hay que considerar que en Chile los proyectos de infraestructura tardan en promedio más de diez años en materializarse. En el intertanto, debiéramos también trabajar en la recuperación de nuestros ecosistemas dañados, que son una permanente fuente de agua en las zonas costeras.

De esta manera, los planes de infraestructura proyectados en nuestra Región, como por ejemplo la ruta Pie de Monte que apoyaría la descongestión de la Ruta 160 en San Pedro de La Paz, debiera considerar en su diseño el aporte hídrico que hace la Cordillera de la Costa a los humedales, reservorios que al sur del Biobío pueblan el área sampedrina y también de Coronel, permitiendo el abastecimiento de agua para miles de personas.

Por lo mismo, algunas medidas de adaptación más adecuadas para el escenario climático que enfrentamos serían dinámicas como la recuperación de ecosistemas proveedores de agua, o la reutilización de aguas grises con fines específicos.

En este escenario, una carretera que transfiera volúmenes de agua desde el sur al norte no debiera ser considerada como la única opción. Esto, porque debemos considerar que con la baja de los costos de la energía que proyecta Chile con la generación de fuentes más limpias y económicas, muy probablemente va a ser más factible construir una carretera de agua desalada en el norte, en vez de transferirla desde el sur, en un claro ejemplo de lo que sería una mala adaptación a la crisis climática que enfrentamos.

La economía global cambió. La relación entre el capital y el trabajo ya no es necesariamente lineal. Lo que ayer se hacía con cientos de trabajadores, hoy las máquinas, la ciencia, la tecnología, la inteligencia artificial o los algoritmos, lo logran de manera eficiente con una décima parte de la mano de obra.

Todas y cada una de estas nuevas técnicas suponen manejo inteligente de información, de datos. Sí, datos de cada persona en sus roles de consumidor, ciudadano, contribuyente, prestador de servicios, infractor de ley, en fin. Datos y más datos, de cada una de las características y dimensiones de la persona humana. Así, entonces la ciencia de los datos es la que domina las principales actividades económicas globales.

No es casual que las grandes corporaciones tecnológicas sean las que mas crecen: Hemos entrado en un loop imposible de detener donde crecientemente cada actividad económica debe pasar por estas gigantes, pagando un peaje o entregándole datos que aumentan aun más su poder e influencia. Sus ganancias superan al PIB de cientos de países en desarrollo y su capacidad negociadora excede con creces la de algunos Estados. No requieren domicilios en los países donde operan y a distancia condicionan regulaciones y reguladores. Ya nos lo advertía Byung- Chul han, al afirmar que "hemos pasado de la economía de las naciones a la economía de las multinacionales". Son justamente estas las que hoy negocian multilateralmente y condicionan el desarrollo tecnológico de países.

Frente a ellas, encontramos un Estado en pánico, casi silente y criminalmente inactivo, que carece de sentido de urgencia y no comprende la relevancia de regular adecuadamente para proteger a sus connacionales y su proceso de desarrollo. Un país sin regulación de datos expone a sus habitantes y empresas a ser presa de estas gigantes. Un Estado sin interoperabilidad condena al subdesarrollo, ineficiencia y corrupción a su país por el mal manejo de sus presupuestos públicos. Un sector privado sin estándares de protección de datos de sus usuarios/clientes denota la despreocupación total por quienes alimentan sus arcas. En fin, se trata entonces de protegernos como país, a nuestros ciudadanos, a nuestras unidades productivas y dotarlos de certeza jurídica para una mayor competitividad en la economía global. Un reciente estudio de Data Driven, nos revela que la exportación de servicios globales podría pasar de U$1.800 millones a U$5.400 millones anuales, aportando de paso a modificar la matriz exportadora de nuestro país.

Chile necesita de manera urgente crear un ecosistema jurídico administrativo que nos ubique de verdad en la economía digital. No se trata de seguir subsidiando paginas web, sino de entender la necesidad de contar con normas adecuadas en datos personales, ciberseguridad, delitos informáticos, desarrollo de las fintech, medios de pago, interoperabilidad (Apis), fake news, neutralidad tecnológica en telecomunicaciones y normas especiales para las gigantes tecnológicas. Esto demanda un acuerdo público privado transversal, destinado a consagrar nuestra República Digital de cara a 2025, orientar los esfuerzos estratégicos a ubicar a Chile como líder en nuestra región y dotar a nuestros ciudadanos de protección adecuada y un Estado eficiente y transparente; y a nuestras empresas de la certeza jurídica con un marco regulatorio que mejore su competitividad global. Ese es el desafío.

Martes 24 de noviembre: Las comisiones de Hacienda y de Trabajo y Previsión Social del Senado trataron el segundo retiro de 10% de los fondos previsionales desde las AFP que propone el Gobierno y acordaron que votarán hoy la iniciativa, en general y en particular, para que mañana se pueda revisar en Sala. Así lo informó el presidente de la Comisión de Hacienda, Jorge Pizarro (DC), luego de escuchar ayer la presentación del superintendente de Pensiones, Osvaldo Macías, quien reportó que "84% de los afiliados realizaron el primer retiro y de hecho dos millones vaciaron todos sus ahorros.

Jueves 26 de noviembre: El Senado discutió ayer el proyecto de reforma constitucional que habilita a los afiliados al sistema privado de pensiones a un segundo retiro del 10% de sus fondos previsionales obligatorios. La sesión concluyó sin que se votara la iniciativa, pues se llegó al término del horario contemplado y la Cámara Alta debía continuar con la tramitación del proyecto de Ley de Presupuestos. Hoy se retomará la discusión de la reforma. El escenario es difícil para el avance de la propuesta de diputados opositores, pues dos senadores de Chile Vamos que habían anunciado originalmente su apoyo a ella dijeron en la sesión que se abstendrán.

Miércoles 25 de noviembre: El presidente electo de EE.UU., Joe Biden, aseguró que "Estados Unidos está de vuelta", al presentar a quienes serán figuras clave de su equipo de seguridad nacional y asuntos exteriores, y que lo acompañarán desde el 20 de enero, entre ellos Antony Blinken como secretario de Estado. "Es un equipo que refleja el hecho de que Estados Unidos está de vuelta. Listo para liderar el mundo, no para retirarse de él. Listo para enfrentar a nuestros adversarios, no para rechazar a nuestros aliados. Y listo para defender nuestros valores", sentenció Biden.