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Pérdida de trabajo e inestabilidad emocional son principales efectos

Cómo viven la pandemia las personas que no tienen un hogar

Mientras algunos se mantienen en lo que se conoce como "la calle dura", quienes habían iniciado un proceso de cambio de vida se ven más afectados por no tener sus remuneraciones, han generado cuadros de ansiedad y eso deriva en un aumento de consumo de sustancias. Otros, en tanto, han podido revincularse con sus familias y círculos cercanos. Desde la Fundación Catim, que mantiene programas y una residencia para apoyar a personas en situación de calle, han trabajado fuertemente en mantener contacto con sus participantes y entregar tanto apoyo sanitario como emocional para que no exista un retroceso en el trabajo por cambiar su estilo de vida.
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Por Lesly Zurita Arriagada // lesly.zurita@diarioelsur.cl

Pérdida de sus empleos, dificultad para cumplir las medidas de restricción de movilidad y cuadros ansiosos producto de la incertidumbre que genera el desarrollo de la covid-19. Esas son algunas de las consecuencias que han sufrido las personas que se encuentran en situación de calle en Concepción y que, debido a que no han tenido un desarrollo completo de su estabilidad socioemocional, muchos han visto en estos meses un retroceso en el trabajo de superar dicha forma de vida.

Y mientras algunos han decidido volver a la calle, luego de haber ingresado a una residencia para lograr acceder a una vida más estable, otros -gracias a la pandemia- pudieron retomar lazos familiares o de núcleos de confianza ante la necesidad de tener un lugar donde pasar la cuarentena. Sin embargo, el hecho de haber perdido sus trabajos o verse imposibilitados de desarrollarlos por la pandemia, los ha dejado sin mayores recursos para desenvolverse.

Desde la Fundación Catim (Corporación para la Atención Integral del Maltrato) han estado desde marzo a la fecha trabajando íntegramente en dar apoyo a estas personas, potenciando el autocuidado y dándoles un soporte de confianza para que no retrocedan en sus procesos, y así trabajar su ansiedad causada por la incertidumbre.

El organismo penquista tiene más de 25 años trabajando con personas en situación de calle de todas las edades, desde niños y adolescentes hasta adultos mayores. Ambos grupos presentan mayores complejidades en cambiar su forma de vida, ya sea por la costumbre como por sentirse fuera del sistema.

Y pese a que dentro de la ciudad muchos pueden reconocer los puntos donde duermen algunas personas en situación de calle, como afuera de la Catedral o sitios abandonados, lo cierto es que dichos grupos representan un porcentaje muy menor de quienes están en la misma condición y que pasan desapercibidos por la ciudadanía, especialmente los niños y jóvenes.

DISTINTAS REALIDADES

La directora del Programa de Acompañamiento Psicosocial de Catim, Romina Amigo, asegura que el mayor pocentaje de las personas con las que trabajan vive del comercio ambulante o tienen empleos muy precarios, como en empresas de aseo o el rubro de la construcción y también perdieron sus puestos por la pandemia o la cuarentena.

"Todos ellos disminuyeron sus ingresos y eso les provoca más problemas para subsistir, por ejemplo, si alguno arrendaba una pieza, ya han quedado en la calle dura por no poder pagarla", sentencia Amigo.

Se trata de personas que viven o pernoctan en albergues de la Red Calle, pero también en lo que se conocen como "rucos" o carpas en diversos puntos de la ciudad, así como hay otros que prefieren dormir a la intemperie porque se rehúsan a entrar dentro del sistema de albergues y a cumplir sus reglas.

Dependiendo del nivel de consumo de sustancias, está relacionado con la importancia que le entregan al coronavirus y sus cuidados. Romina Amigo precisa que "los que tienen menos problemas son más ordenados y pueden gestionar sus cosas, administrarse de forma más eficiente y han tomado conciencia de los riesgos de la pandemia. Pero hay otros participantes con un perfil más complejo, todo los que tienen un problema más grave de consumo, le puedes entregar un alcohol gel hoy y mañana ya se le perdió. También hay quienes no creen en el virus o piensan que no les va a pasar nada".

Algunos han tenido enfermedades como tuberculosis, lo que los convierte inmediatamente en población de riesgo. Por eso, el programa de Catim busca informar y educar sobre las medidas, pero también entregarles elementos de protección personal.

La principal dificultad que ha detectado en estos meses la directora del Programa de Acompañamiento Psicosocial son "los problemas de salud mental de los participantes, que también se potencian con el contexto actual, siendo las posibilidades de derivación para su evaluación y tratamiento, extremadamente insuficientes, generan resistencias a la intervención o requieren de un despliegue mayor de recursos personales por parte de los profesionales".

CÓMO SE RESTRINGE LA MOVILIDAD

La medida de cuarentena que se implementó por el Gobierno para restringir la movilidad y así la circulación del virus, es algo difícil de cumplir cuando no tienes una casa y ocupas distintos albergues o residencias para poder hacer cosas básicas como ducharse, cocinar o lavar la ropa.

Esto significa, cuenta Romina Amigo, que ellos deben desplazarse más allá de dos veces por semana, que es lo que se permite con un permiso temporal que se obtiene por internet, otra dificultad para las personas en esta situación que en la mayoría de los casos no cuentan con un teléfono con acceso a datos móviles o wifi.

Lo anterior ha hecho que, en estos traslados, algunos hayan sido detenidos por incumplir las medidas sanitarias. "Eso tiene relación con quién los controla, hay algunos que entienden la situación en la que se encuentran y otros no".

Quienes pertenecen al programa de Catim, tienen apoyo de parte de sus funcionarios, quienes los guían en cumplir con las medidas que se establecen del Gobierno, les sacan los permisos en caso de ser necesario. Pero no todos están relacionados a algún programa de apoyo.

Romina Amigo indica que "tenemos una participante, mujer, que pernoctaba afuera de la Galería Alessandri con su pareja y ellos fueron sacados de ahí, y se trasladaron a la Catedral. Si bien está en un programa, hemos hecho todo el proceso necesario de motivación y gestionado en distintos dispositivos, pero ella rechaza el ingreso. Quiere estar junto a su pareja y cuando ha ingresado a algún lugar ha tenido conflictos con los otros compañeros".

Pasa algo similar con un adulto mayor que lleva más de 50 años en la calle y que pese a que mantienen contacto con él, sólo pueden trabajar cosas mínimas como la gestión de riesgo. "Es frustrante, porque la idea es que puedan salir de la calle. Pero trabajamos desde la voluntad de las personas y ellos se niegan de plano", sentencia Amigo.

Agrega que en estos casos el nivel de daño es tan grande, que por mucho que se hagan esfuerzos por cambiar su realidad, no se logran las mejoras que ellos esperarían como programa y sólo les queda velar porque las condiciones en las que vivan sean las mejores, dentro de los posible, así como su estado de salud.

LA DESOCUPACIÓN

Catim cuenta también con la residencia Roberto Paz, que tiene cobertura para 25 personas, tanto hombres como mujeres. Se trata de una casa que busca la superación de la situación de calle, como explica su director, Francisco Urriola, y que acoge a personas que ya vienen de procesos psicosociales anteriores, lo que permite construir objetivos más complejos. Allí se encuentran personas de entre 18 a 60 años que quieran pasar por un proceso de superación y para ello cuentan con el apoyo de profesionales.

Entre los trabajos que realicen, se cuenta el comercio ambulante en un porcentaje mayoritario, así como en empresas de aseo, la construcción o las ferias libres.