El plebiscito de este 25 de octubre es uno de los hitos más importantes de la década, ya que nace de un consenso social que posteriormente el espectro político, en su mayoría, logró materializar.

Cualquier forma de organización política conlleva sus riesgos, y la democracia no es la excepción. Es por eso que los países deben poner sus esfuerzos en mantener un avance constante, ya que la democracia nunca se puede dar por sentada.

Este plebiscito es la oportunidad de hacer un ejercicio democrático impecable y de ahí la importancia de tener una amplia participación que le otorgue la mayor representatividad posible.

Evidentemente la pandemia nos pone en un escenario que está lejos de ser óptimo, pero estamos seguros que si todos seguimos las medidas sanitarias, como el horario exclusivo para votación de los adultos mayores, podremos tener un proceso exitoso.

Aquella minoría que insiste en usar la violencia como forma de protesta -y quienes no son capaces de condenarla- lesionan en lo más profundo nuestra democracia y, por lo demás, terminan afectando la calidad de vida diaria de todo el resto de la comunidad.

Los desafíos que tenemos por delante nos exigen buscar las cosas que nos unen y dejar de lado nuestras divisiones. Esto implica entender que, al aceptar tener un plebiscito, partimos de la base que ambas opciones son igualmente válidas y posibles de acatar en un contexto democrático.

Pero por sobre todo, este proceso es una oportunidad de unirnos como país en torno a lo que queremos para los próximos 20 o 30 años, independiente de la opción que se imponga. No podemos seguir viendo a la sociedad de forma maniquea, entre buenos y malos. Las válidas y sanas diferencias ideológicas no pueden terminar siendo un juego de suma cero, sino que deben enriquecer nuestro debate.

Hoy más que nunca debemos valorar esta jornada histórica, tomando todos los resguardos necesarios y entendiendo que nuestra participación es esencial para construir un país más cohesionado y democrático.

Este domingo los chilenos enfrentamos a una votación inédita que abrirá el debate en torno a un camino para generar cambios constitucionales mediante las opciones de apruebo o rechazo y, como en cada ocasión, participaré ejerciendo mi sufragio con la responsabilidad que me corresponde como integrante de una sociedad democrática. Aunque será muy distinta a las anteriores, en lo personal, porque por prevención de riesgos sanitarios no iré acompañado de mis hijos, costumbre que he adoptado para traspasarles algo de cultura cívica, la cual heredé también de mis padres, pero fundamentalmente debido a que será un evento cruzado por dos situaciones excepcionales.

La primera tiene que ver con la pandemia de covid-19 y lo complejo que será para muchos acudir a los lugares de votación manteniendo con estricto rigor todas las recomendaciones sanitarias para evitar que esta votación se traduzca en un nuevo brote de esta cruel enfermedad que conlleva sufrimiento, dolor y muerte. Desde este escenario es muy probable que esta visita a las urnas nos produzca algo de angustia y miedo por exponernos a un eventual contagio.

En segundo término, por la cercanía con la conmemoración de los hechos sucedidos desde hace algo más de un año, desde el 18 de octubre de 2019 para ser más precisos, que inyectará una dosis de incertidumbre respecto de las garantías de que estas votaciones se desarrollen en un ambiente de orden público que no impidan este importante proceso, que por lo demás, precisamente, tiene su génesis en una respuesta a las demandas sociales, pero también en una real necesidad de recuperar la paz social extraviada en medio de desórdenes, saqueos, destrucción de la propiedad (tanto pública como privada) y caos. Hechos que hemos visto reestrenarse desde el fin de semana pasado y que esperamos se contengan para esta jornada, pues sería terrible que este plebiscito corra la misma suerte que la PSU del año pasado.

Un país que requiere transformaciones que no estén predestinadas al fracaso, debe respaldarlas con sólidas mayorías votantes y no con masivas abstenciones que las deslegitimizan. Por eso es muy importante que, si usted no tiene problemas de salud o no pertenece algún grupo de riesgo, tome todas las precauciones de cuidado personal y vaya a ejercer su derecho - y deber - marcando alguna de las preferencias en juego, que representen la mejor versión del Chile que quiere para sus hijos. La democracia en sus fundamentos es precisamente el ejercicio de las mayorías, por lo tanto, la no concurrencia a votar podría constituirse como un atentado en contra la democracia y la soberanía de la nación. Seamos responsables en el más amplio de los sentidos.

Sin lugar a dudas, las aulas universitarias han vivenciado profundas transformaciones con la llegada de la virtualización de la enseñanza-aprendizaje, con desafíos tanto para docentes como estudiantes. Los y las docentes se han visto enfrentados a un mundo digital que ha exigido, sobre la marcha, apropiarse de plataformas posiblemente desconocidas para ellos, y a la vez intentando conciliar el teletrabajo con las labores domésticas. Por su parte, los y las estudiantes experimentan un sentimiento de pérdida de vida universitaria, sumado al estrés y la frustración por tener mala o nula conectividad, como también por la sobrecarga de las actividades curriculares, que en un comienzo no se ajustaron a la modalidad virtual. Esta forma de enseñanza fue fuertemente criticada, por los estudiantes, ya que no se consideró, que ellos también debían compatibilizar las obligaciones académicas con las labores diarias que implica el hogar, la crianza, y el trabajo, como, además, la falta de estrategias psicoemocionales para estudiar bajo condiciones sanitarias extremas, que dificultan la concentración y el óptimo aprendizaje. Por eso es válido preguntarse, las prácticas docentes, atienden a estas nuevas condiciones del aprendizaje.

Nos preocupa que las prácticas docentes dentro del aula (tanto presencial como virtual), tengan un sesgo sexista o basados en los roles de género. Existen estudios que indican que los docentes a través de sus interacciones diferenciadas en el aula, transmiten a las estudiantes, de modo implícito, menores expectativas respecto de su interés, motivación y rendimiento en asignaturas del área de matemática (Espinoza & Taut, 2016). Estas prácticas pueden ser un gatillante de la baja autoestima y expectativas personales que ellas tienen sobre sí mismas. De la misma manera, entornos de violencia de género e inseguridad en el ambiente educativo pueden generar impactos profundos en los procesos de enseñanza, induciendo a la deserción escolar, incluso marcando el futuro en la vida laboral de las estudiantes, así lo refiere el Ministerio de Educación, en su Protocolo contra el acoso sexual en la educación superior.

Si existe evidencia empírica que las estrategias educativas y las expectativas docentes son predictores del logro académico de los y las estudiantes, por qué continuar con prácticas sexistas que marcan las pautas de lo que se espera tanto para los hombres como de las mujeres. La invitación es a replantear nuestras estrategias docentes para convertir las salas de clases en espacios educativos integrales, libres de sesgos y estereotipos de género, acorde con los cambios de los esquemas culturales y sociales que estamos vivenciando hoy en día.

Lunes 19 de octubre: A un año del comienzo de las multitudinarias protestas desatadas a partir del 18 de octubre de 2019, miles de personas se reunieron ayer en Plaza Italia, pese a la pandemia del coronavirus, siendo esta la manifestación más grande desde el 8 de marzo, Día de la Mujer. Sin embargo, a pocas cuadras del hito que une a Santiago y Providencia fue incendiada nuevamente una parte de la iglesia de Carabineros. Poco después, en el mismo barrio fue quemada la Parroquia de la Asunción, cuya cúpula se desplomó. Asimismo, fue atacada una comisaría de Puente Alto y hubo saqueos.

Miércoles 21 de octubre: El toque de queda concluirá a las 04.00 horas este domingo 25 y será reiniciado el lunes a la una de la madrugada. Así lo anunció el Gobierno, que determinó la medida para que "exista un tiempo suficiente tanto de traslado en la mañana como después del acto electoral", explicó el ministro del Interior, Víctor Pérez. La idea es "facilitar el ejercicio del derecho a votar y de poder decidir el camino del país en materia institucional", agregó. El jefe de Interior también dijo que se han tomado todas las medidas de carácter sanitario y de seguridad.

Jueves 22 de octubre: El Gobierno informó que habrá más de 1.100 servicios gratuitos de transporte especialmente dispuestos para el día del plebiscito. También habrá gratuidad en los servicios de trenes del Metro de Santiago, de Merval (Región de Valparaíso) y de Biotrén (Región del Biobío) durante dicha jornada. El Presidente Sebastián Piñera expuso que será en las zonas más alejadas; además, los más de 1.100 convenios que tiene el Gobierno con empresas de transporte contemplan la gratuidad durante el día del plebiscito. La ministra de Transportes, Gloria Hutt, detalló: "Nuestro objetivo es que ninguna persona se quede sin la posibilidad de ir a votar".

Miércoles 21 de octubre: Cuando faltan sólo dos semanas para las elecciones en Estados Unidos las encuestas y los promedios de sondeos apuntan a un revés para el presidente, Donald Trump, y amplían la ventaja del candidato demócrata, Joe Biden, en varios estados. Una encuesta de alcance nacional entre posibles votantes, realizada entre el 16 y el 18 de octubre por YouGov para Yahoo News, muestra que la ventaja de Joe Biden sobre Donald Trump se amplió a 11 puntos porcentuales, con el 51% de los encuestados listos para votar por el ex vicepresidente demócrata. La ventaja de Biden en esta encuesta se amplió en tres puntos porcentuales desde la semana anterior.