Los riesgos de caer en una adicción a las redes sociales
El vínculo con otros, a través de aplicaciones de Internet, se ha vuelto un consuelo y una necesidad en el encierro. Sin embargo, muchas personas han visto complicarse esta simple interacción, experimentando ansiedad, inquietud y dependencia.
Sobre todo en pandemia, lo último que realizan millones de personas, antes de dormir, y lo primero que hacen, al despertar, es mirar su celular y comprobar su estado en las redes sociales. Durante el día, y no necesariamente por trabajo, se desarrolla una constante relación con las redes, prácticamente de forma inconsciente y, en algunos, con cierto toque de "urgencia" y "ansiedad".
Cristóbal Castro, psicólogo y académico de Psicología de la Universidad San Sebastián, dice que desde la neurociencia surgen respuestas para el fenómeno. "En un estudio (www.menti.com, año 2016), se entrevistó a 100 personas sobre sus conductas en redes sociales. Y los resultados fueron asombrosos: El promedio de toques a la pantalla fue de 2.617 veces, realizados diariamente y durante toda la semana. Eso equivale a 145 minutos diarios (casi tres horas) dedicados a Internet. Ahora, en las personas con "adicción", esta cifra superó los 5.800 toques", sostiene.
"Debemos remitirnos al funcionamiento del cerebro. Peter Olds y James Milner, en 1954, realizaron un experimento con ratones, consistente en averiguar de qué forma se les podía enseñar más rápido, aplicando descargas eléctricas a la formación reticular (estructura del tallo encefálico). Cometieron un error, al dar un impulso eléctrico no controlado, lo que ocurrió es que el ratón liberó dopamina, y cada vez que se le provocaba una liberación de dopamina, el animal volvía a la misma esquina del primer choque. Siempre estaba en el mismo sector de la caja, porque las descargas le resultaban placenteras", narra.
Aun considerando la complejidad del cerebro humano, desde el punto de la neurociencia funciona de igual forma ante el "condicionamiento operante" (experiencia del ratón y la dopamina). "Cuando se sube una foto a Facebook, por ejemplo, o un comentario, la persona queda atenta a las respuestas. Cuando surgen respuestas o likes, o un twitter se retuitea y se hace famoso, se genera un refuerzo positivo, se libera dopamina (también serotonina) y aumenta la probabilidad de volver a entrar a las redes. Y empiezas a pasar más tiempo en las redes, esperando esa retroalimentación. Incluso, escuchas la notificación de like, y ya se activa tu sentido de recompensa", afirma.
Pero ¿cuándo se genera una adicción? Para Cristóbal Castro, quien es coordinador de Área de Formación Profesional Educacional de Psicología USS, el problema surge cuando la dependencia del individuo a esta interacción es exagerada, y comienza a fracasar en sus intentos de controlar el tiempo empleado en el uso de tecnología. O cuando los padres no pueden reducir los tiempos en Internet de sus hijos y que, al hacerlo, se genera ansiedad y angustia en el niño o adolescente.
"Otros factores para poner atención son dejar de lado ocupaciones o pasatiempos que antes eran interesantes y, por las redes, ya no lo son; angustia, tristeza o irritabilidad al no poder conectarse; ahogar penas, rabias y frustraciones 'conectándose', o poco interés en relacionarse con otros de manera presencial", añade.
Para disminuir estos efectos negativos, propone crear instancias en familia libres de pantallas, que sean atractivas; fomentar instancias de creatividad para niños; no acceder a pantallas luminosas antes de dormir y "jamás dejar de supervisar los contenidos que ven los niños pequeños en Internet".
¿Cuándo consultar a un especialista? Cuando la situación supera toda convivencia normal en la familia, entre amigos y, en adultos, "cuando dejamos de lado espacios de trabajo, de estudio, deberes, actividades recreativas, por navegar", explica. "Como todas las adicciones es tratable con un profesional, y reversible, con mejor pronóstico que otras adicciones, como las drogas, por ejemplo. Pero no es un problema para dejar pasar".