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Dos investigadores estadounidenses y uno británico

Nobel de Medicina distinguió a los descubridores del virus de la hepatitis C

El comité que eligió a los ganadores destacó que gracias a ellos se pudieron desarrollar fármacos contra una enfermedad que padecen 70 millones de personas.
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Por Agencias

Los estadounidenses Harvey J. Alter y Charles M. Rice, así como el científico británico Michael Houghton, fueron anunciados ayer como ganadores del premio Nobel de Medicina por el descubrimiento del virus de la hepatitis C, una importante causa de problemas de hígado que afecta a millones de personas en todo el mundo.

El Comité del Nobel señaló en su anuncio del lunes desde Estocolmo que el trabajo de los tres científicos ayudó a aclarar un origen de la hepatitis que no podían explicar los virus de la hepatitis A y B. Su labor hizo posibles las pruebas diagnósticas de sangre y nuevos fármacos que han salvado millones de vidas, según el comité.

"Gracias a su descubrimiento, ahora hay disponibles pruebas sanguíneas para el virus extremadamente sensibles, y estas han eliminado prácticamente las hepatitis posteriores a transfusiones en muchas partes del mundo, mejorando de forma considerable la salud global", indicó el comité.

"Su descubrimiento también permitió el desarrollo rápido de fármacos antivirales dirigidos a la hepatitis C. Por primera vez en la historia, ahora la enfermedad puede curarse, alzando las esperanzas de erradicar el virus de la hepatitis C de la población mundial", añadieron.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay unos 70 millones de pacientes de hepatitis en el mundo y 400.000 personas mueren cada año por la enfermedad, que es crónica y es una importante causa de inflamación de hígado y cáncer.

El premio de medicina era especialmente señalado este año debido a la pandemia del coronavirus, que ha subrayado la importancia de la investigación médica para la sociedad y la economía en todo el mundo.

PARALELISMO CON COVID

El miembro del Comité del Nobel Patrik Ernfors trazó un paralelismo entre el premio de este año y los millones de científicos que trabajan en todo el mundo para combatir la pandemia del coronavirus.

"Lo primero que tienes que hacer es identificar el virus causante", dijo a la prensa. "Y una vez se ha hecho eso, es en sí mismo el punto de partida para el desarrollo de medicamentos para tratar la enfermedad y también para desarrollar vacunas contra el trastorno", agregó.

"De modo que el descubrimiento en sí, el descubrimiento viral por sí mismo es un momento crítico", dijo también Ernfors.

LOS GANADORES

Harvey J. Alter nació en 1935 en Nueva York,Estados Unidos, y realizó sus estudios premiados por el Nobel en los Institutos Nacionales de Salud, en Bethesda, donde sigue trabajando, indicó el comité.

Charles M. Rice nació en 1952 en Sacramento, California. Trabajó en hepatitis en la Universidad de Washington en San Luis y ahora trabaja en la Universidad Rockefeller de Nueva York.

Michael Houghton nació en Gran Bretaña en 1950 en Gran Bretaña e hizo sus estudios en la Chiron Corporation de California antes de trasladarse a la Universidad de Alberta en Canadá.

CUIDADOS ESPECIALES

Este año la ceremonia de anuncio del galardón se hizo en formato reducido, con una pequeña representación de periodistas y una sala mucho más grande de lo habitual para respetar las medidas de prevención del coronavirus.

Thomas Perlmann, secretario general del Comité del Nobel, dijo que había conseguido localizar a dos de los ganadores, Alter y Rice: "Tuve que llamar un par de veces antes de que respondieran. Parecían muy sorprendidos y muy, muy felices".

El prestigioso galardón va acompañado de una medalla de oro y un premio en dinero de 10 millones de coronas suecas (unos 1,118.000 dólares), cortesía de una concesión dejada hace 124 años por el creador del premio, el inventor sueco Alfred Nobel. La cifra se aumentó hace poco para ajustarla a la inflación.

El polvo procedente de los desiertos de África y Asia acelera el deshielo en la cordillera del Himalaya

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El polvo procedente de África y Asia está provocando un calentamiento y acelerando el deshielo de la nieve en la cordillera del Himalaya -a miles de kilómetros-, donde se acumula una de las masas de hielo más importantes de la Tierra.

Es especialmente relevante esta evidencia científica que ayer publicó un equipo de investigadores porque unos 700 millones de personas del sudeste asiático, así como de muchas áreas de China e India, dependen de forma directa del deshielo de la nieve y el hielo acumulado en el Himalaya para cubrir sus necesidades de agua dulce en verano y en otoño.

Investigadores del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico de Estados Unidos y del Instituto Indio de Tecnología de Madrás (India) publicaron en "Nature Climate Change" las conclusiones de una investigación que demuestra que la acumulación de grandes cantidades de polvo sobre el Himalaya absorbe la luz solar y provoca un calentamiento de la nieve y el hielo.

El estudio fue financiado por la NASA y los científicos pudieron analizar algunas de las imágenes de satélite más detalladas que se han tomado nunca del Himalaya para hacer cálculos sobre la elevación de las montañas, la presencia de polvo o la contaminación de la nieve.

Los investigadores analizaron el "efecto albedo" -la cantidad de radiación solar reflejada por la Tierra respecto a la radiación solar incidente- y corroboraron que la nieve sucia a causa del polvo que se deposita en ella absorbe más luz, por lo que se calienta y derrite más rápido.

SUSTENTO DE MILLONES

Ese efecto es especialmente importante en grandes alturas -por encima de los 4.500 metros-, según los investigadores, quienes alertaron de que esa nieve es crucial para el sustento de millones de personas que dependen del deshielo para beber agua.

En este caso la nieve más oscura "y sucia" se derrite más rápido que la nieve pura, lo que cambia el momento y la cantidad de nieve derretida y afecta muy negativamente a la agricultura y a otros aspectos de la vida de millones de personas.

Los investigadores descubrieron que el polvo juega un papel mucho más importante en la fusión de la nieve que el hollín y otras formas de contaminación, conocidas como "carbono negro".

El polvo llega al Himalaya occidental desde el oeste: el desierto de Thar en el noroeste de la India, Arabia Saudita e incluso desde el Sahara en África.

En sus conclusiones, los científicos apuntaron la probabilidad de que estos efectos que han comprobado en el Himalaya se estén también produciendo en otras grandes cadenas montañosas. -

Egipto saca a la luz 59 sarcófagos de 2.600 años con sus momias intactas

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Después de meses de confinamiento por la pandemia del coronavirus, Egipto presentó este fin de semana el primer descubrimiento de envergadura del último año: 59 sarcófagos de madera, en perfectas condiciones, con sus momias que datan de hace 2.600 años.

El covid-19 no ha desalentado las ambiciones arqueológicas de Egipto y, tras dos meses de excavaciones, anunció el hallazgo junto a la pirámide de Zoser, considerada la más antigua de la historia y que fue reabierta a principios de marzo 30 kilómetros al sur de El Cairo.

Los ataúdes y momias fueron presentados al público en un evento al que acudieron 43 embajadores y más de 200 periodistas de todo el mundo.

Casi una treintena de los 59 sarcófagos descubiertos yacían este sábado ante la muchedumbre, cubiertos con una tela, tras permanecer más de 2.600 años bajo las arenas del Bubasteum, el área del sitio arqueológico de Saqqara dedicado a la diosa gata Bastet, la garante del amor, la armonía y la protección.

Los cofres, que siglos después todavía mantienen el color, pertenecen al Período Tardío y, en concreto, a la dinastía XXVI (664-525 a.C.), la última antes de la conquista persa, dijo el secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa Waziri.

Él mismo, junto al arqueólogo egipcio Zahi Hawass y al ministro de Turismo y Antigüedades, Jaled al Anani, abrieron por primera vez dos ataúdes de madera completamente sellados, de los que surgieron dos momias cubiertas con tela y adornos dorados en perfectas condiciones.

MÁS DESCUBRIMIENTOS

De acuerdo con Waziri, todas las momias pertenecen a altos sacerdotes y oficiales del Antiguo Egipto que vivieron en la antigua capital de Memfis, algo poco usual en esta localización en la que habitualmente se encuentran animales momificados.

"Aquí no solo hay momias de gatos, hablamos de los acólitos de Bastet y encontrar un número tan grande de momias humanas significa que la adoraron durante el periodo tardío, el medio y el nuevo", señaló Waziri.

La tumba, una sepultura vertical de más de 11 metros de profundidad, contiene "más sarcófagos" que todavía no han sido sacados a la superficie pero que pertenecen a "las amantes, los familiares y los vecinos" de un sacerdote que decidió enterrar su cuerpo "lo más cerca posible del templo de la diosa Bastet", según Waziri.