La importancia del patrimonio cultural inmaterial que guarda el Biobío
Con el fin del salvaguardar y poner en valor tradiciones y la memoria, el Registro Nacional del Patrimonio Cultural Inmaterial trabaja en preservar numerosos elementos.
Se suele pensar que la riqueza de un país se mide en sus recursos naturales, sus exportaciones y otros. Si bien no deja de ser cierto, esto puede ir más allá.
Con una historia como nación independiente que se encumbra sobre los dos siglos, gran parte de la riqueza de Chile pasa por su gente. Sus tradiciones y su cultura.
La Unesco define ampliamente al patrimonio cultural inmaterial como "las prácticas, expresiones, saberes o técnicas transmitidos por las comunidades de generación en generación, proporcionando a las comunidades un sentimiento de identidad y continuidad, entre ellas: tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional".
Es así que, de acuerdo al Registro del Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile -del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio- el Biobío cuenta con siete expresiones reconocidas como tal. Tres elementos del patrimonio cultural inmaterial y cuatro Tesoros Humanos Vivos.
PROCESO
Para que un elemento sea reconocido dentro del registro debe atravesar una serie de pasos. Lo primero es una solicitud ciudadana que debe hacerse a través de sigpa.cl y que está disponible durante todo el año. No es un concurso ni una competencia.
"Cualquier persona puede presentar este postulación y argumentar por qué una tradición o conocimientos tienen que ser reconocidos como parte del patrimonio inmaterial, y debe hablar, básicamente, en qué consiste, cómo se transmite o por qué es importante para la comunidad. Lo importante es que cada vez que se presenta una solicitud, debe existir el consentimiento de la comunidad", señala la encargada regional del Patrimonio Cultural Inmaterial, Katherine San Martín.
El siguiente paso es la evaluación que realiza un Comité Asesor en Patrimonio Cultural Inmaterial, el cual revisa las solicitudes, realiza un acompañamiento y retroalimenta dichas solicitudes.
Este órgano consultivo se reúne cada tres o cuatro meses y está compuesto por la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio o quien designe en su representación; un cultor o cultura reconocido previamente en el registro; dos académicos con trayectoria demostrable y preparación profesional vinculada a la investigación, enseñanza y difusión, que pertenezcan a universidades diferentes; y tres miembros seleccionados por sus conocimientos y/o experiencias en la gestión de material relativo al tema.
Una vez que la solicitud es revisada e ingresa al registro, se realiza una investigación participativa. "Acá se hacen convenios con universidades, donde las investigaciones duran un año y se identifican los problemas, en qué consiste la tradición, qué significan para la gente, hay más cultores o son solo los que están en la solicitud, entre otras cosas", agrega San Martín.
Una vez concluida la investigación, se realiza el inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial y luego un plan de salvaguarda.
De acuerdo a la también antropóloga "este trabajo se hace a cuatro años con las comunidades. En el plan se deben revertir los problemas detectados en la investigación. Problemas de transmisión del conocimiento o de materias primas, por ejemplo. Es un trabajo intersectorial, donde la comuna decide qué es lo que se hace, cuándo y con que recursos".
TESOROS HUMANOS
Hasta hace algunos años, el reconocimiento a los Tesoros Humanos Vivos era el único que se realizaba en cuanto al Patrimonio Cultural Inmaterial. Una distinción que solo recaía en cuatro personas al año, por lo que generaba una especie de competitividad que lo hacía alejarse de su sentido real.
Hoy, en el proceso del inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial, los cultores pueden reconocer quienes pueden ser Tesoros Humanos Vivos. "Lo que busca el proceso de salvaguarda, más que reconocer algo o dar recursos, es pensar en una estrategia para que sus saberes se mantengan en el tiempo", señala San Martín.
Para la antropóloga "reconocer el patrimonio cultural inmaterial es fundamental para que las comunidades puedan valorar y transmitir sus saberes, pero también para reconocerlo como parte del desarrollo de una localidad. No es solo reconocer desde el romanticismo, sino que también forma parte de las herramientas que pueden tener las comunidades para mejorar su calidad de vida".