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Un reconocimiento a personas y saberes

La importancia del patrimonio cultural inmaterial que guarda el Biobío

Con el fin del salvaguardar y poner en valor tradiciones y la memoria, el Registro Nacional del Patrimonio Cultural Inmaterial trabaja en preservar numerosos elementos.
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Por Nicolás Martínez Ramírez

Se suele pensar que la riqueza de un país se mide en sus recursos naturales, sus exportaciones y otros. Si bien no deja de ser cierto, esto puede ir más allá.

Con una historia como nación independiente que se encumbra sobre los dos siglos, gran parte de la riqueza de Chile pasa por su gente. Sus tradiciones y su cultura.

La Unesco define ampliamente al patrimonio cultural inmaterial como "las prácticas, expresiones, saberes o técnicas transmitidos por las comunidades de generación en generación, proporcionando a las comunidades un sentimiento de identidad y continuidad, entre ellas: tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas vinculados a la artesanía tradicional".

Es así que, de acuerdo al Registro del Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile -del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio- el Biobío cuenta con siete expresiones reconocidas como tal. Tres elementos del patrimonio cultural inmaterial y cuatro Tesoros Humanos Vivos.

PROCESO

Para que un elemento sea reconocido dentro del registro debe atravesar una serie de pasos. Lo primero es una solicitud ciudadana que debe hacerse a través de sigpa.cl y que está disponible durante todo el año. No es un concurso ni una competencia.

"Cualquier persona puede presentar este postulación y argumentar por qué una tradición o conocimientos tienen que ser reconocidos como parte del patrimonio inmaterial, y debe hablar, básicamente, en qué consiste, cómo se transmite o por qué es importante para la comunidad. Lo importante es que cada vez que se presenta una solicitud, debe existir el consentimiento de la comunidad", señala la encargada regional del Patrimonio Cultural Inmaterial, Katherine San Martín.

El siguiente paso es la evaluación que realiza un Comité Asesor en Patrimonio Cultural Inmaterial, el cual revisa las solicitudes, realiza un acompañamiento y retroalimenta dichas solicitudes.

Este órgano consultivo se reúne cada tres o cuatro meses y está compuesto por la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio o quien designe en su representación; un cultor o cultura reconocido previamente en el registro; dos académicos con trayectoria demostrable y preparación profesional vinculada a la investigación, enseñanza y difusión, que pertenezcan a universidades diferentes; y tres miembros seleccionados por sus conocimientos y/o experiencias en la gestión de material relativo al tema.

Una vez que la solicitud es revisada e ingresa al registro, se realiza una investigación participativa. "Acá se hacen convenios con universidades, donde las investigaciones duran un año y se identifican los problemas, en qué consiste la tradición, qué significan para la gente, hay más cultores o son solo los que están en la solicitud, entre otras cosas", agrega San Martín.

Una vez concluida la investigación, se realiza el inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial y luego un plan de salvaguarda.

De acuerdo a la también antropóloga "este trabajo se hace a cuatro años con las comunidades. En el plan se deben revertir los problemas detectados en la investigación. Problemas de transmisión del conocimiento o de materias primas, por ejemplo. Es un trabajo intersectorial, donde la comuna decide qué es lo que se hace, cuándo y con que recursos".

TESOROS HUMANOS

Hasta hace algunos años, el reconocimiento a los Tesoros Humanos Vivos era el único que se realizaba en cuanto al Patrimonio Cultural Inmaterial. Una distinción que solo recaía en cuatro personas al año, por lo que generaba una especie de competitividad que lo hacía alejarse de su sentido real.

Hoy, en el proceso del inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial, los cultores pueden reconocer quienes pueden ser Tesoros Humanos Vivos. "Lo que busca el proceso de salvaguarda, más que reconocer algo o dar recursos, es pensar en una estrategia para que sus saberes se mantengan en el tiempo", señala San Martín.

Para la antropóloga "reconocer el patrimonio cultural inmaterial es fundamental para que las comunidades puedan valorar y transmitir sus saberes, pero también para reconocerlo como parte del desarrollo de una localidad. No es solo reconocer desde el romanticismo, sino que también forma parte de las herramientas que pueden tener las comunidades para mejorar su calidad de vida".

¿Qué o quiénes son reconocidos?

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Actualmente, el Biobío cuenta con tres elementos del Registro del Patrimonio cultural inmaterial.

La recolección y ruta del cochayuyo desde los sectores Pilico, Casa de Piedra, Danquil y Quilantahue (Tirúa) hasta Temuco. Las técnicas y sabores asociados al pan minero de Lota. La alfarería de la Quebrada de Las Ulloa y también se incluye al circo tradicional chileno, este último, catalogado como un elemento a nivel nacional. Todos estos saberes son reconocidos como tal desde 2019.

Además, también hay otros cuatro elementos a la espera de ser evaluados por el comité asesor. La carpintería de Ribera del Boca Lebu, la representación del imaginario rural a través de bordados como forma de expresión de las mujeres de Copiulemu, las técnicas y saberes asociados a la cestería de coirón y chupón en Hualqui, y los conocimientos saberes y prácticos asociados al rito fúnebre ante la desaparición de pescadores en el mar en Caleta Tumbes de Talcahuano.

En cuanto a las investigaciones, actualmente se está finalizando una de carácter birregional sobre las técnicas del traricán (labor textil de teñido por reserva) en la Provincia de Arauco y la comuna de Chol Chol, de la Región de la Araucanía.

En el caso de los Tesoros Humanos Vivos, el Biobío cuenta con cuatro reconocimientos. La señora María Angelina Parra Parra de Penco, desde 2009, reconocida por ser símbolo de la herencia del canto a lo poeta del mundo rural. Los ngütamchefe o componedores de hueso de Tirúa, desde 2014, reconocidos por su trabajo intercultural centrado en una sabiduría de medicina tradicional.

La señora Amalia Quilapi Quilapi, de Cañete, desde 2015, reconocida por el dominio de la técnica tradicional de tejido en traricán. Y las Palomitas blancas de Laraquete, reconocidas en 2016 por la ejecución de una práctica culinaria donde se involucran las memorias familiares, regionales y nacionales; y por la persistencia de su tradicional oficio.

Comentario de música

La canción es un espejo: Memoria y presente en la voz de las cantoras urbanas

Si bien la voz de las mujeres no siempre tuvo vitrina, las cantoras populares hicieron lo suyo.
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Por Rocío Peña Cantante y compositora

Cuando pensamos en la música folclórica o de raíz, lo primero que suele venir a la mente es la idea de tradición, de pasado, y sin duda que las canciones son un valioso testimonio de la historia, mas el folclore sigue vivo y siempre poniendo en valor nuestra memoria y herencia cultural, lo que nos permite navegar el presente de otra manera.

La voz de las mujeres no logró fluir a través de los medios oficiales, pero sin duda lo hizo a través de las cantoras, quienes -a través de versos propios, heredados y recopilados- logran preservar la memoria colectiva y sus vidas. Cantan acerca de los oficios, de los haceres, de los anhelos, retratan la vida cotidiana, y también se alza la voz como parte del pueblo, primero en el campo y luego en la ciudad. Podemos preguntarnos entonces, ¿qué están cantando las cantoras urbanas en los últimos años? ¿qué es lo que quedará inmortalizado entre sus versos y sus voces? Decía Gabriela Pizarro que "la importancia de la poesía folclórica se debe a que es el medio de comunicarse cantando; es la manera de cómo se va cristalizando la tradición del pueblo".

Nos resuenan los versos que sentimos, relatan también nuestra propia historia, en los que podemos encontrarnos en ellos, como "Siempre yo escucho que mi raza es la mala / que no nos merecemos nada y que no reclamemos nada / y somos de quienes se sustenta la riqueza / el poder la ostentación de esta psicópata nobleza" (Evelyn Cornejo, 2017).

LETRAS Y FOLCLOR

Aparecen también las problemáticas de nuestra generación, como la precarización de la educación "Yo no quiero que mi niño, sea el gran resultado / de la educación postrada / de un gobierno mentiroso / gobernado por leprosos, sistema desesperado" (La Chinganera, 2014). "Cuando los chicos crecen fíjese profe deben pagar / maleducados sirven caramba para explotar / para explotar ay sí fíjese profe se han importado / planes imperialistas caramba me han educado / no hay nueva educación fíjese profe sin rebelión" (Las indignadas, 2012). La amenaza de la semilla frente a los transgénicos "de esta forma han patentado / la semilla noble y pura / me parece una locura / como juegan a ser dioses / con resultados atroces / yendo contra la natura" (La Charawilla, 2018).Las consecuencias de la desigualdad desmedida, nos llevaron al esperado e inevitable momento en que la voz de todo el pueblo se vuelve a alzar y las cantoras vuelven a resguardar la memoria entre sus versos "Esto ha estallado ay sí / caramba no más miserias / dignidad pa' mi Chile / caramba demanda seria / Exigimos justicia / caramba no más codicia" (Andrea Andreu, 2019), "Bien lejos en el horizonte una sombra apareció / y mientras ella se acercaba su silueta definió / con llamaradas de fuego el mundo enteró iluminó / se acerca y viene bailando bendita revolución / ya llegó la primavera viva el cambio de estación" (Camila Vaccaro, 2019).

Es entonces la canción un espejo, una ventana a nuestra identidad, una fotografía de nuestro presente y quizás también, un faro hacia nuestro porvenir.