Drama de las personas en situación de calle
Una impresión que ha dejado la crisis de la pandemia de coronavirus es el aumento la cantidad de personas que viven y duermen en la calle, a la entrada de las galerías, bajo marquesinas, debajo de los puentes o pasos sobre nivel, en los quioscos de las plazas o en el acceso a la Catedral. Son las personas en situación de calle, que sobreviven de la caridad ciudadana, de la ayuda que les llevan voluntarios de instituciones formales u otras iniciativas que han surgido por motivación de jóvenes que se conduelen con el dolor y la tragedia ajena.
Nuestros lectores dan a conocer, ya sea por medio de cartas o fotografías de denuncia, el drama de estas personas que deambulan por las calles, muchas veces porque fueron abandonadas por sus familias o porque enfermedades como la drogadición o el alcoholismo le han llevado a esa compleja situación. Esto resulta especialmente preocupante en estos meses en que se realizan los esfuerzos porque la población adopte medidas especiales y estrictas de precaución con el fin de evitar los contagios con el covid-19. La pregunta que formulan los lectores es si no hay hogares colectivos donde puedan acogerlos para darles el techo y la comida que requieren. Sin embargo, el problema no es tan sencillo de resolver, porque muchas de esas personas se rehúsan a ir a esos centros de acogida.
Un catastro realizado el año pasado por la Secretaría Regional Ministerial de Desarrollo Social, indicó que en la Región del Biobío había 954 personas en esa situación en once comunas donde se aplicó el estudio. Pero si se considera a localidades donde no se hizo el recuento, no resulta aventurado señalar que el total podría llegar ahora a muchas más personas. De los encuestados, 276 estaban en Concepción, 209 en Talcahuano, 188 en Los Ángeles y 158 en Chillán. Se calcula que la Región tiene el 9% del total de las personas que viven en las vías públicas de todo el país. El 62,8% abandonó sus hogares por problemas familiares, el 15% lo hizo por consumo problemático de alcohol y drogas y el 11,5% llegó a esa condición debido a los problemas económicos.
El catastro del año pasado permitió identificar que de ese total de 954 personas en once comunas, había 37 personas que requerían intervención prioritaria, porque se trataba de adultos mayores que no tenían pensión por vejez, tenían dependencia moderada o severa de alcohol o drogas o no contaban con su ficha del registro social de hogares.
Las personas en situación de calle se distribuyen por toda la ciudad, pero tienen la característica de ir recorriendo diversas comunas apelando a la caridad. Para sobrevivir deben buscar colchones, carpas, mantas y ropa abrigada, ya que además de la pandemia hay que pasar el frío invierno. Como carecen de hogar, tampoco tienen arraigo con una ciudad determinada. La falta de reglas en la vida de estas personas es el principal problema al que se enfrentan quienes tratan de ayudarlas, y si bien vivir en la calle es complicado, la situación se agrava por la adicción a las drogas o al alcohol que tienen algunos. De hecho, uno de los requisitos que tienen los programas de ayuda del gobierno es que deben dejar el consumo de esas sustancias.
Este es un drama que refleja la situación de personas con problemas personales, sociales y algún grado de adicción. Pese a que se les ofrecen alternativas de hogares u hospederías donde vivir, algunos se resisten a hacerlo. Las autoridades activan cada año durante el invierno un plan que ofrece alojamiento en albergues y hospederías, lo que se complementa con la ruta social y médica, para aquellos que voluntariamente se niegan a dejar la calle.
Hay que entender que esas personas necesitan una ayuda persistente para dejar esa condición de vida tan compleja. Por eso, hay que hacer esfuerzos para dar una atención integral a los más vulnerables de esos grupos desprotegidos.
Un catastro realizado el año pasado por el Ministerio de Desarrollo Social, indicó que en la Región del Biobío había 954 personas en esa situación en once comunas encuestadas. Pero si se considera a localidades donde no se hizo el recuento, la cifra sobrepasaría las mil personas.