Adelanto en cierre de centrales a carbón
En mayo de 2019 el Presidente Sebastián Piñera anunció el acuerdo a que llegó el Gobierno con las empresas generadoras a carbón Aes Gener, Colbún, Enel y Engie para aplicar un plan de retiro en dos etapas: la salida de las ocho más antiguas plantas en un plazo de hasta cinco años, y la segunda fase, que es el cierre de las 28 termoeléctricas de este tipo que operan en el país, antes de 2040.
Hace unos días la Comisión Nacional de Energía ha dado la autorización para que Enel pueda adelantar la desconexión de Bocamina II para mayo de 2022. El ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, ha señalado que esta es una muy buena noticia para Coronel y el país, porque hay que buscar espacios para ir adelantando el cierre de las centrales a carbón, especialmente las ubicadas en zonas de alta concentración industrial.
Desde diciembre del año pasado hasta hoy se ha adelantado la fecha de cierre de ocho centrales a carbón en zonas altamente industrializadas. Para el 2024 se espera que ese número se incremente a once, las que representan el 31% de la capacidad de generación a carbón del país. Y si bien las autoridades se habían dado plazo el año 2040 para el cierre de esas termoeléctricas a carbón, se seguirán buscando alternativas para avanzar más rápido hacia una matriz más renovable, económica y amigable con las comunidades locales.
Una central termoeléctrica se emplea para la generación de electricidad a partir de la energía liberada en forma de calor, mediante la combustión del petróleo, gas natural o carbón. Este calor es empleado para mover un alternador y producir energía eléctrica. Pero la emisión de residuos a la atmósfera y los propios procesos de combustión que se producen tienen una incidencia importante sobre el medio ambiente. El problema de la contaminación es máximo en el caso de las centrales convencionales que utilizan carbón, porque la combustión tiene como consecuencia la emisión de partículas, ácidos de azufre y dióxido de carbono. Por ello, en la zona de Coronel hay un historial de conflictos y movilizaciones de la comunidad en contra de esas plantas. La central Bocamina I, que inició sus funciones hace medio siglo, será desconectada a más tardar a fines de este año, mientras que Bocamina II, inaugurada en 2012, debe cesar en mayo de 2022.
Pero si bien se logrará un gran avance desde el punto medioambiental y una oportunidad para mejorar la calidad de vida, también es necesario asegurar la mantención de los puestos de empleo. Las zonas donde operan esas termoeléctricas tienen a muchas personas vinculadas laboralmente, por lo que las autoridades deben resguardar los derechos de esos trabajadores. Por ello, los ministerios de Energía, de Medio Ambiente y del Trabajo, iniciarán una labor conjunta con diversas organizaciones, para preparar una estrategia de transición que haga frente al plan de descarbonización de la generación energética en Chile, pero a la vez para abordar las consecuencias sociales y laborales que implicará.
El sector energético ha planeado en los últimos años sus estrategias y hojas de ruta de forma colaborativa y participativa, acelerando así una transición energética hacia una matriz más eficiente, económica y limpia, capaz de sostener el desarrollo del país y, a la vez, reducir su impacto sobre su entorno y el clima. Si bien el cambio a la producción de energías más limpias es un camino sin retorno, en este proceso hay que actuar con el mayor cuidado para proteger a los trabajadores involucrados, a quienes hay que dar las herramientas para que se puedan capacitar y ubicar en otras actividades, en la misma empresa o en otras externas. En ese sentido, se debe construir mediante colaboración de todas las entidades, una visión, objetivos y acciones específicas que permitan llevar a cabo una transición energética justa y sustentable que se haga cargo de los desafíos sociales, territoriales y ambientales que presenta este proceso paulatino de descarbonización de la matriz energética en Chile.
El sector energético ha planeado en los últimos años sus estrategias y hojas de ruta de forma colaborativa y participativa, acelerando así una transición energética hacia una matriz más eficiente, económica y limpia.