Transición para el cierre de centrales a carbón
Los ministros de Energía, de Medio Ambiente y del Trabajo, han dado a conocer en los últimos días que iniciarán un trabajo conjunto con diversas organizaciones, para elaborar una estrategia de transición justa y hacer frente al plan de descarbonización de la generación energética en Chile. Esto se fundamente en el compromiso que existe de retirar todas las centrales de generación de energía a carbón, por considerar que son demasiado contaminantes.
En mayo de 2019 el Presidente Sebastián Piñera anunció el acuerdo a que llegó el Gobierno con las empresas generadoras a carbón Aes Gener, Colbún, Enel y Engie para aplicar un plan de retiro en dos etapas: la salida de las ocho más antiguas plantas en un plazo de hasta cinco años, y la segunda fase, que es el cierre de las 28 termoeléctricas de este tipo que operan en el país, antes de 2040.
Entre diciembre del año pasado y hoy, se ha adelantado la fecha de cierre de 8 centrales a carbón en zonas altamente industrializadas. Para el 2024 se espera que ese número se incremente a 11, las que representan el 31% de la capacidad de generación a carbón.
El ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, ha dicho que es un imperativo ético que abordar la descarbonización con especial cuidado y preocupación por las comunidades de las zonas donde están ubicadas dichas centrales, considerando que si bien se logrará un gran avance desde el punto medioambiental, el cierre de las plantas a carbón representará que muchas personas quedarán sin sus ocupaciones. "La transición hacia una matriz energética más limpia y nuestro compromiso hacia la carbono neutralidad al 2050, es una tremenda oportunidad para mejorar la calidad de vida de los chilenos, pero no hay que olvidar que en estas zonas muchas personas están vinculadas laboralmente a estas centrales, por lo que debemos resguardar los derechos de los más vulnerables", ha expresado la autoridad.
El sector energético ha elaborado en los últimos años sus estrategias y hojas de ruta de forma colaborativa y participativa, acelerando así una transición energética hacia una matriz más eficiente, económica y limpia, capaz de sostener el desarrollo del país y, a la vez, reducir su impacto sobre su entorno y el clima. Sin embargo, hay que tener presente que este programa de descarbonización debe realizarse en forma paulatina, en dos fases, porque significa por una parte cerrar plantas de generación energética, con el impacto que esto significa en el empleo y en la economía de las zonas donde están ubicadas, y por otro lado, hay que planificar cómo se repondrá ese 31% de producción energética, con otras plantas más amistosas con el ambiente. Por ello, para la elaboración de esta estrategia de transición energética justa, se llevarán a cabo instancias de participación y diálogo que convocarán a diversos actores de la sociedad, gobiernos locales y representación sindical, empresas, organizaciones no gubernamentales y entidades sociales de las comunas involucradas.
En el caso de nuestra región, la empresa Enel ha resuelto adelantar el cierre de sus centrales en Coronel y dejará de operar con carbón en Chile en dos años. La central Bocamina I, que inició sus funciones hace medio siglo, será desconectada a más tardar a fines de este año, mientras que Bocamina II, inaugurada en 2012, debería cesar en mayo de 2022.
Si bien el cambio a la producción de energías más limpias es un camino sin retorno, en este proceso hay que actuar con el mayor cuidado para proteger a los trabajadores involucrados, a quienes hay que dar las herramientas para que se puedan capacitar y ubicar en otras actividades económicas. En ese sentido, se debe construir mediante colaboración de todas las entidades, una visión, objetivos y acciones específicas que permitan llevar a cabo una transición energética justa y sustentable que se haga cargo de los desafíos sociales, territoriales y ambientales que presenta este necesario proceso de descarbonización de la matriz energética en Chile.
El sector energético ha elaborado en los últimos años sus estrategias y hojas de ruta de forma colaborativa y participativa, acelerando así una transición hacia una matriz más eficiente, económica y limpia, capaz de sostener el desarrollo del país y, a la vez, reducir su impacto sobre su entorno y el clima.