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Literatura y distancia en tiempos de pandemia

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Los ya clásicos y productivos conceptos de denotación y connotación nos servirán para ver de qué modo podemos relacionar epidemia y literatura. En efecto, el primero se refiere a un significado propio o específico, objetivo, y el segundo, a otro de tipo expresivo o apelativo, más subjetivo y cultural.

En los momentos que estamos, no ya viviendo, sino que más bien padeciendo, la pandemia, que es una "enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, acometiendo simultáneamente a gran número de personas" y "que se expande de forma intensa e indiscriminada", se ha transformado en una inquietante pausa. Ha abierto un espacio de acción, reflexión y reacción sobre nosotros mismos como seres humanos y sobre nuestra relación con el entorno, lo cual incluye desde el metro y medio de distancia que debemos mantener de nuestro prójimo en estos tiempos de emergencia hasta las misteriosas distancias siderales.

Pocas veces nos habíamos preguntado qué es y qué significa una distancia. Recuerdo que en mi época colegial nos hacían "tomar distancia" para formarnos, estirando los brazos hacia la espalda de nuestros compañeros o contando las baldosas del piso. Distancia implica hablar de un espacio determinado en el cual hay separación, diferencia, reclusión, encierro, incluso silencio, y un algo que media entre: un vacío.

Y ese vacío es tan significativo en estos instantes, que debemos llenarlo tanto individual como colectivamente (el silencio puede ser grito y auxilio, llamada extrema).

Incluso la distancia puede también ser signo de respeto. Qué palabra más connotativa cuando ese vacío a completar tiene nobleza y humanidad y tiene sentido en el nosotros.

DOLOR Y MUERTE

En algunas obras literarias, muchas de ellas llevadas al cine, pienso en "La muerte en Venecia" (1912), de Thomas Mann, por ejemplo, o en "La peste" (1947), de Albert Camus, esa enfermedad infecciosa (virus y bacterias que invaden a un ser vivo y se multiplican en él), constituye un telón de fondo donde suceden otras cosas. Pero paradojal y desgraciadamente, ese telón de fondo en cualquier momento o con intermitencia pasa, como una sombra maligna y avasalladora, a un primer plano y trastoca todo.

En "La muerte en Venecia", la belleza transgresora y provocativa del joven Tadzio aviva y transforma la veraniega senectud y el drama interior de Gustav von Aschenbach y surge sigilosamente la epidemia de cólera que va a destruir cuerpo y paraíso en una playa de la ciudad de los canales y las góndolas.

Distancia, entonces, entre una clásica belleza impresionista y un expresionismo grotesco que es amenaza, decadencia, ocultamiento y la fuga inminente de turistas y veraneantes ante la presencia de la muerte.

Ese ocultamiento es muy connotativo y tiene que ver siempre con el manejo que las autoridades hacen de la información. ¿Qué informar, cuándo, por qué, a quién? Ese espacio vacío se completa con una visión totalmente otra del mundo. Eso es lo que tendremos que aprender con mucha responsabilidad y disciplina (que no asunten estas palabras). Asunto que hemos visto muy precario en el contexto de nuestra propia pandemia en Chile: la gente no entiende, por ignorancia, o no quiere entender, lo que es peor y ya constituiría dolo.

Lamentablemente, el ser humano tiene una falla, una constante de estupidez ("torpeza notable", dice el diccionario), aunque sabemos, también con Camus, que "en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio". El problema parece ser que siempre lo negativo tiene más peso que lo positivo, impacta más.

ESTAR ALERTA

En "La peste", una plaga azota la ciudad argelina de Orán (el verbo "azotar" no puede ser más connotativo). En este contexto, y con una misión humanitaria, unos médicos van a descubrir el sentido de la solidaridad en medio de la desgracia.

Distancia otra vez, entonces, cuyo vacío, para completarse, tiene que dar respuesta tal vez a esa afirmación que el mismo Albert Camus hace en su libro "El mito de Sísifo": "No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía".

Estos tiempos de crisis pandémica nos ponen en alerta y en favor de la vida: todo nuestro esfuerzo consiste en minimizar y derrotar la desgracia y el dolor. Debemos transformar la metáfora del mito de Sísifo en un esfuerzo permanente y útil al ser humano para dar sentido al mundo: que nada ni nadie entorpezca ni denigre la vida, que no tenga cabida lo absurdo.

Ante tragedias como esta podemos darnos cuenta de nuestra miseria y de nuestra grandeza, otra distancia desconcertante en la cual se abre un espacio para mostrar y demostrar que, a pesar de lo irracional de la vida y de casi no tener el control total de las cosas, podremos siempre rebelarnos contra la indiferencia y toda posible coerción que impida o nos aleje de la belleza, la justicia y el amor.

No vamos a decir que estábamos tranquilos, el estallido social, más que una inquietante pausa en estos momentos, seguirá constituyendo (no utilizo el pasado), un grito de alarma en desarrollo. Y ahora la pandemia: "no nos une el amor sino el espanto", como dice Borges, por otro motivo, en un poema.

Curiosa analogía, tal vez un oxímoron: que sea el terror, el asombro, la consternación, también la enfermedad, lo que pueda unirnos, salvarnos o minimizar esa distancia física (denotativa) y existencial (connotativa) de la cual hemos venido hablando.

Sin embargo, esto solo puede suceder porque antes tenemos la capacidad de amar. Otra vez la distancia que genera una nueva intención: entre el espanto y el amor estamos nosotros llenando ese vacío y sacando una nueva chispa humana, una nueva semilla

Phoebe Waller-Bridge retorna al cable con romance llamado "Run"

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La actriz inglesa Phoebe Waller-Bridge vuelve como productora ejecutiva de esta serie de ocho episodios que recrea la huida que emprende una pareja de amantes que no se han visto durante 17 años, desde la época de la secundaria.

"Amor es una palabra de cuatro letras: huye", ese es uno de los taglines de esta serie que HBO pondrá al aire a partir de hoy a las 22:30 horas. Protagonizada por Merritt Wever y Domhnall Gleeson, ellos dan vida a los amantes Ruby y Billy, la primera una mujer casada y con dos hijos que vive en los suburbios de un pueblo en California; el segundo es un exitoso gurú de la autoayuda que ha publicado dos libros.

Ambos han pactado al separarse después de terminar el colegio, que si uno escribe al otro el mensaje "huye" y el otro responde lo mismo, dejarán de lado en lo que estén y se reunirán en la estación de trenes de Grand Central Station. Lo que viene es aventurarse a seguir el pulso frenético de un romance que escribió Vicky Jones, la misma guionista que ha estado hombro con hombro junto a Phoebe Waller-Bridge desde su gran salto al estrellato.

A la vez que los enamorados reavivan la llama de un viejo amor, montan una huida en tren con lo puesto y enfrentar situaciones difíciles acompañados por un ramillete de personajes que aparecen y desaparecen durante este viaje, entre ellos uno interpretado por Waller-Bridge.

EN EL TOPE

A sus casi 35 años, Phoebe Waller-Bridge puede decir que ha conquistado un lugar en la industria del entretenimiento. Todo esto gracias a un universo de personajes y situaciones verosímiles y vulnerables, montados en su sólida pluma que se traspasa a las pantallas en ficciones que equilibran con gracias el drama y la comedia de la vida urbana contemporánea.

El año pasado fue redondo para ella: ganó un par de Emmys y tres Golden Globes por su rol protagónico en "Fleabag", la exitosa serie de ficción que también creó y escribió en 2016. A esto se sumaron los 20 millones de dólares que le reportó el contrato anual que obtuvo con Amazon para la segunda temporada de "Fleabag" que debutó el año pasado sin visos de renovar para una tercera sesión.

La docena de episodios de las dos temporadas siguen los pasos de una mujer muy parecida a esta londinense que estudió en la prestigiosa Royal Academy, la escuela de arte dramático más antigua de Inglaterra, que data de 1904.

Las coincidencias entre la protagonista, de quien nunca sabemos el nombre sino que solo su apodo de Fleabag, y la actriz, subyacen en que la historia comenzó como un monólogo teatral que tuvo cierto éxito en Londres, y del cual ahora en cuarentena es posible verlo online desde el teatro Soho. El salto a la televisión reforzó su popularidad y se volvió la historia favorita de muchos que vieron en los desaciertos de Fleabag, parte de sus propias falencias.

Con una hermana con la cual cultiva el amor-odio, un padre viudo recién vuelto a casar con una maligna madrastra que interpreta Olivia Holmes, además de un sacerdote con quien mantiene un affaire, la protagonista rompe continuamente la cuarta pared en un diálogo abierto con la audiencia, con textos mordaces e hilarantes.

CARRERA ASCENDENTE

La primera incursión importante de Phoebe en la televisión fue en 2015, en el drama policial "Broadchurch" como una detective en un pueblo pequeño en Dorset. Allí desempeñó el rol de la abogada Abby Thomson; al año siguiente escribió y protagonizó "Crashing", un melodrama de seis capítulos (disponible en Betflix) sobre un grupo de personas que habitan un viejo hospital abandonado.

Otras ficciones que han salido de su pluma son el thriller "Killing Eve" sobre dos mujeres, una detective y una brillante criminal, que mantienen una relación del gato y el ratón. Otra dimensión de su éxito es su rol secundario en la reciente película de la saga "Star Wars" y a futuro nos espera ver sus dotes de guionista en "No time to die", esperada continuación de la saga de James Bond.