Avícola Coliumo cuenta el proceso que le llevó a ser "carbono negativo"
El concepto de huella de carbono y la importancia de disminuirla se ha ido haciendo cada vez más popular y relevante en la medida que la problemática del fenómeno de calentamiento y la responsabilidad colectiva e individual de aportar a su aumento y también a enfrentarle se hace más consciente en la sociedad en general.
Pero, entre tanto que se habla de aquello, surgen dudas como qué es la huella de carbono y qué implica reducirla, por lo que comprenderlo desde la experiencia de quienes han optado por trabajar por el desafío se vuelve crucial. A nivel local, nacional e internacional la Avícola Coliumo se ha comenzado a destacar al transformarse en la primera empresa de Chile y Latinoamérica en verificarse como carbono negativo que, en palabras simples, significa que capturan más gases de efecto invernadero que los que emiten en los procesos de producción y venta de huevos, explica con orgullo Magdalena Bascuñán, encargada de Desarrollo Sostenible de la entidad que detalla que posee dos plantas: una en la comuna de San Carlos (Región de Ñuble) y otra en Coliumo en la comuna de Tomé (Región del Biobío). Precisa que en la primera se da el 80% de la producción total de la avícola que tiene sucursales en distintas ciudades del país, llegando con sus productos desde la Región Metropolitana hasta la de Los Lagos.
La verificación de la huella de carbono para los años 2017 y 2018 (la de 2019 está en curso) fue hecha por la empresa española Aenor en virtud de la norma ISO 14.064, apunta la ejecutiva, y en números precisa que "logramos capturar 1.600 toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente al año. Eso equivale a neutralizar la huella de carbono de 651 chilenos al año. Quizá no es tanto, pero sí es muy significativo, porque estamos neutralizando la huella de carbono de todos nuestros trabajadores, que son cerca de 200 de personas".
EL PROCESO
Para entender el hito que satisface a la Avícola Coliumo, su encargada de Desarrollo Sostenible explica que la huella de carbono es un indicador ambiental que cuantifica la cantidad total de gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente. En este caso es por el proceso de producción de la empresa, pero también puede ser de un individuo, evento o producto en particular. Justamente, los gases de efecto invernadero, como el CO2, que se emiten mediante la actividad humana, llegan a la atmósfera, produciendo un aumento de la temperatura y, por ende, se posicionan como responsables del calentamiento global que afecta al planeta y su consecuente impacto sobre el cambio climático, siendo problemas latentes con manifestaciones diversas, como la reducción o exacerbación de fenómenos meteorológicos y eventos climáticos, y así efectos variados y a distintos niveles en el medioambiente, economía , bienestar y calidad de vida de la población en general.
Ahí la trascendencia de contribuir para mitigar sus consecuencias, presentes o potenciales a futuro, y ante ello uno de los conceptos clave es sustentabilidad. Así, Magdalena Bascuñán cuenta que en 2017 decidieron actuar para ser más sustentables y lo más significativo fue instalar paneles solares para la planta de San Carlos. "Actualmente, esto corresponde a cerca del 20% de la capacidad instalada de paneles solares que hay en la Región de Ñuble", resalta.
Tras dicho cambio decidieron, en 2018, medir la huella de carbono para el año con la certeza de que "esto nos permitiría (y permite) identificar los puntos críticos, donde se estaría fallando por decirlo de alguna manera, y de esta forma se pueden hacer mejoras", afirma.
La medición se hace primero desde la propia empresa y luego una contraparte objetiva debe revisar y evaluar que los datos sean verídicos y consistentes en los tres alcances que implica.
Es en el primero donde se detiene Magdalena Bascuñán, que son "todas las emisiones manejadas operacionalmente por la avícola, como el uso de vehículos, los generadores eléctricos, contaminación o captura de carbono por procesos agrícolas". Fue en esta esfera donde evidenciaron las mayores ventajas en relación a lo que derivó en su verificación como y explica que tiene que ver con la no acumulación del guano que generan las gallinas y el cultivar ellos mismos el maíz que consumen sus aves, aprovechando los desechos de las cosechas; todo se va a la tierra. "Acumular guano genera gases de efecto invernadero que se va al ambiente, pero si no se acumula se transforma en 'suelo' y no en gas. Todo ese guano lo incorporamos a diario a la tierra, al igual que lo que queda de la cosecha del maíz. Por eso, vamos construyendo suelo y capturando carbono".
Añade que el "segundo alcance es la contaminación que uno genera, pero que viene 'heredada' de las compañías eléctricas, principalmente, por la electricidad que se utiliza; mientras que el tercero es la contaminación que se produce por los bienes que llegan desde afuera, como los insumos para criar y cuidar a las gallinas, por ejemplo".
Midiendo esos tres alcances que los números indicaron que la huella de carbono es negativa, pues en el proceso si bien Bascuñán reconoce que emiten gases de efecto invernadero, es mucho más el carbono que capturan.
DESAFÍO SIGUE
La buena noticia es para 2017 y 2018, mientras que este año están midiendo la huella de carbono de 2019. Sobre esto aclara que "se debe hacer anualmente porque puede suceder que en un año aumentó la producción, hubo un problema y debiste gastar más petróleo en las operaciones, etcétera", entre muchos otros factores que impactan en la huella de carbono.
Es por lo mismo que controlarla, ser carbono negativo, no es una tarea que finalizó por tener cifras exitosas en los periodos anteriores, sino que es un desafío constante (para ellos y cualquiera que apueste por este reto), manifiesta Magdalena Bascuñán, pero los resultados alientan a seguir mejorando, para lo que vislumbran instalar más paneles solares o continuar con proyectos para hacer más eficiente el empleo de transportes para disminuir el uso de combustible.
Y también se encuentran muy empoderados en dar a conocer su experiencia y desde ésta animar a que más empresas se sumen. "Esto es posible. Los costos de implementar estos cambios no son tan altos y a largo plazo permite incluso ahorrar en los procesos", afirma, sin dejar de mencionar que en esto hay un círculo virtuoso -o vicioso- que juega un rol clave, y que tiene que ver con las elecciones, tanto de las compañías al elegir los proveedores como de los propios consumidores al decidir por uno u otro producto. "Lo ideal es preferir lo local", sostiene con fuerza, porque esto además de aportar a la economía y desarrollo local, también disminuye la huella de carbono, ya que no es lo mismo adquirir un insumo, alimento o artículo que provenga de China y haya tenido que viajar miles de kilómetros hasta llegar al supermercado o almacén del barrio que escoger uno que se produjo en el mismo país, región o ciudad. Y es que mientras más cerca el origen, menor es la huella de carbono de la empresa, producto y de las propias personas.