Músicos penquistas en el extranjero sufren consecuencias del coronavirus
Siempre con ánimo dispuesto, para conversar y compartir, ayer la voz de Christian Senn denotaba otra cosa: preocupación, básicamente. Es que el barítono penquista de 45 años hace 21 días que no sale de su casa en el pueblo de Gropello Cairoli, donde vive hace 12 años, a media hora de Milán, Italia.
El músico local reside en uno de los países europeos más afectados con el virus Covid-19, además de estar a 60 minutos Codogno, la ciudad italiana con el paciente cero de ese país.
"Efectivamente el encierro se extiende hace 20 días, pero encierro total una semana, y así estaremos hasta el 3 de abril. Todo cerrado", comenta desde tierras itálicas donde vive junto a su señora y sus tres hijos (12, 7 y 4 años).
Y aunque sus palabras siempre apuntan hacia algo que vaya para mejor, Senn reconoce que la situación en Europa está complicada "en general, por la situación de emergencia, a nivel personal por la salud de la gente, pero además a nivel económico. Creo que habrá una recesión muy importante en Italia, Europa y el mundo".
Tratando de estar tranquilo en Gropello Cairoli, un pueblo de 4.500 habitantes, el cantante y bioquímico titulado en la UdeC en 1998, donde cursó la carrera desde 1991, igualmente cuenta con dolor sobre la partida de su amigo Luca Targetti, reconocido manager lírico de 62 años, muy cercano a Senn, y que murió en Milán hace sólo cinco días producto del virus.
"Era un amigo y uno de los grandes managers de la ópera, reconocido en el medio y en toda Europa con una labor de gran calidad en la Scala de Milán", señaló el barítono, quien estudió canto en este centro lírico entre los años 2000 y 2003.
"Luca me ayudó en los inicios de mi carrera, por lo que siento que su partida fue una gran perdida para la ópera", resumió el penquista, acotando que muchos colegas efectivamente viven en localidades cercanas a Milán.
"Está lleno de pueblos alrededor de las grandes ciudades. Son como satélites independientes de las capitales, que apuntan a descentralizar el país. Yo no tengo que ir a ninguna parte para hacer trámites", explica, admirado que en Italia se lleguen a contar 200 muertos por el Coronavirus, como ocurrió el 10 de marzo pasado.
AFECTAR EL CANTO
Además de los costos familiares personales de la pandemia, agradeciendo que su familia y la de su señora están bien en la capital regional, Christian Senn reconoce que profesionalmente se ha visto afectado, teniendo que cancelar a la fecha nueve conciertos en Europa y cuatro en China, programados en Corea del Sur.
Se trata de compromisos, argumenta, que se iban a realizar entre abril y julio. "Se cancelaron y no sé qué va a pasar. Tengo contratos firmados, incluso, pero si se cancela, se cancela", comentó. Agregó que algunos conciertos en Londres seguían en cartelera.
"Siempre he vivido del canto y no he necesitado en 22 años (...) Me ha ido bien y soy un agradecido, pero esto nunca lo pensé. Esto fue algo que golpeó muy fuerte al mundo artístico, y ya hay gente con verdaderos problemas económicos", sostuvo el artista fanático de "El barbero de Sevilla", la ópera de Rossini. Reconoció que hoy vive con los ahorros.
Sobre lo que vaya a pasar después, dice, se verá: "También cómo se comporte la curva de contagiados, porque si baja mucho se podría retomar, pero abril y mayo serán meses complejos, aunque se espera que baje".
Al otro lado del Atlántico, en Nueva York, otro penquista, el pianista Pablo Vergara, confirma que en la Gran Manzana se ha cancelado todo el trabajo musical por el resto del mes. "La situación es muy extraña y sumamente inquietante, de una incertidumbre brutal", apunta el músico con 20 años de residencia en Nueva York.
-Toda la actividad musical y cultural de la ciudad se ha paralizado. Esto incluye todas las salas de conciertos, teatros, clubes de jazz, los teatros de Broadway, todo.
-Mis conciertos, giras y eventos se cancelaron en marzo y están empezando a llegar mails cancelando abril. En el jazz standard se han cerrado las puertas, por lo menos, hasta fin de mes. Claramente la pandemia lo amerita, pero la sensación es un tanto apocalíptica.