Avanzan en desarrollo de protector de cultivos para evitar daño de las heladas
Los cultivos, el éxito de las cosechas, la calidad y características de los vegetales que se producen, son impactados por múltiples factores ambientales, donde las condiciones climáticas y meteorológicas juegan un rol trascendental. Y es que cada fruta, verdura, hortaliza o cereal que se siembre, para su correcto desarrollo requiere de una determinada cantidad de agua y también una temperatura adecuada, por eso todo se hace en una determinada época del año; no obstante, hay eventos extremos que pueden incluso llevar a la pérdida total de las siembras y así gatillar importantes mermas para los productores.
Tal es el caso de "las heladas", fenómeno que a las que hay que saber enfrentar y que pueden generar daños económicos enormes. Algo que se desafió aminorar un equipo de investigadores del Centro de Investigación de Polímeros Avanzados (CIPA), financiado por Conicyt y el Gobierno Regional del Biobío y que está alojado en la Universidad del Bío-Bío (UBB), junto a expertos de la Universidad de Concepción (UdeC), utilizando las propiedades protectoras del polivinil alcohol evidenciadas en la literatura y el potencial de la innovación.
EL RETO CIENTÍFICO
Saddys Rodríguez, licenciada en Química y doctora en Ciencias Químicas, investigadora del CIPA e investigadora asociada de la Unidad de Desarrollo Tecnológico de la UdeC está liderando el reto científico y tecnológico que ha sido posible trabajar en una primera fase mediante la adjudicación de un proyecto Fondef Idea, permitiendo hacer pruebas a escala de laboratorio con resultarios que les permiten ser ambiciosos, y que esperan seguir avanzando y escalando si es que se adjudican una segunda etapa del Fondef Idea.
La investigadora cuenta que la idea de desarrollar un producto innovador que protegiera los cultivos del daño por heladas nació en 2014 y para obtener algo nuevo a lo ya existente decidieron estudiar desde la especialidad de los polímeros. Primero haciendo una revisión bibliográfica, llegaron al elemento que se volvió foco de la innovación por las propiedades ya publicadas.
Por ello, la doctora Rodríguez aclara que la primera parte del proyecto estuvo a cargo de los expertos del CIPA, quienes buscaron indagar más en el polivinil alcohol y mejorar su potencial ya conocido. "Nos dedicamos a caracterizar al polímero y también a modificarlo en arquitectura y tamaño", precisa.
De la mano de los resultados anteriores, añade, se desarrollaron formulaciones para generar un producto, aplicándose en extensiones acotadas de cultivos de cereza en las comunas de Chillán, Coihueco y San Fabián (Región de Ñuble).
RESULTADOS PROMISORIOS
Y de las pruebas de campo se encargó el equipo de la UdeC, con el doctor Richard Bastías, fisiólogo de árboles frutales y experto en Fruticultura, como líder.
El profesor asociado de Fruticultura de la sede de Chillán de la casa de estudios explica que el objetivo de estas pruebas buscaron aplicar la tecnología bajo las condiciones más apegadas a la realidad de los cultivos de cereza, en miras a ver resultados concretos, desarrollar un protocolo de aplicación de la tecnología y también las posibilidades de seguir evolucionando en el proyecto.
Así, se aplicó la formulación creada en los laboratorios del CIPA para "evaluar la efectividad del polímero desarrollado bajo condiciones cercanas a la realidad, incluyendo el estudio de la aplicación de la tecnología en diferentes unidades de plantas (variedades y tres localidades) del cultivo del cerezo creciendo bajo condiciones de campo y también en material vegetal de esta especie frutal (yemas) sometidas a inducción de daño por heladas en micro-cámaras", detalla.
Y los resultados de los ensayos de campo y micro-cámara son en opinión de Bastías "promisorios e interesantes", pues "apuntan a que una de las formulaciones estudiadas tendría una efectividad de cerca de 50% en disminuir el daño por heladas en primordios florales del cultivo del cerezo", cuenta con emoción.
Otro punto relevante de los resultados preliminares que han obtenido es que tendría el doble de efectividad respecto al competidor más cercano.
Pero, especialmente satisfactorio y destacable del desarrollo es que el producto no tendría un efecto nocivo sobre el cultivo ni afectaría de manera alguna las características organolépticas del fruto. Lo relevante de esto es que un protector podría ser muy bueno en su efecto concreto, pero si es que actúa sobre el color, sabor, textura o dureza de la fruta, por ejemplo, no sería útil y por tanto no podría considerarse exitoso. En este ámbito, se evaluó la cereza durante el tiempo de cosecha y también post-cosecha (un almacenamiento de 45 días), y lo positivo es que no se evidenciaron modificaciones.
SEGUIR AVANZANDO
Son resultados positivos, sin embargo, tanto la doctora Saddys Rodríguez como el doctor Richard Bastías hacen hincapié en que son todos probados a escala de laboratorio, formulaciones de productos que se elaboraron en cantidades reducidas (no más de 2 litros) y que aún faltan varios pasos que dar. Aunque con la convicción de que serán positivos por el respaldo de lo que han visto y avanzado hasta ahora.
Así, pruebas a una escala comercial en cuanto a las extensiones de los cultivos, en distintas zonas geográficas y también con variedades de plantaciones de frutas, además de establecer los protocolos de aplicación son algunos de los desafíos que quedan por delante, coinciden.
Avances que podrían darse de la mano de la adjudicación de un nuevo proyecto Fondef Idea, plantea Saddys Rodríguez, que es lo que esperan concretar para este 2020.