Calentamiento global y cambio climático son parte de un ciclo natural del planeta, ocurridos antes. Pero, la acción del hombre, su desarrollo industrial y la emisión de gases contaminantes a la atmósfera, acumulados durante décadas, todo va más veloz que la que dictaría la naturaleza.
"La Tierra, a lo largo de millones años ha transitado entre periodos glaciares e interglaciares. En este momento nos encontramos en uno interglaciar, por lo que, según la paleoclimatología, las temperaturas siempre aumentan de manera paulatina antes de entrar a un período glaciar", explica Fabiola Barrenechea, geógrafa especialista en Riesgo de Desastres y directora del Observatorio de Riesgo de Desastres de la Universidad Bernardo O'Higgins (UBO) y pone la alarma en que "estos procesos naturales duran miles y millones de años, y como seres humanos hemos hecho que esa alza de temperatura sea de manera exponencial y no de acuerdo a los ritmos del planeta".
"Por eso se habla de calentamiento global", sostiene, y la necesidad de contribuir a que no avance no es un capricho de científicos ni los ambientalistas, sino porque alterar un ciclo natural tiene distintos efectos e impactos. Variaciones en las lluvias, aumento de la temperatura del mar o mayor intensidad y frecuencia de fenómenos naturales o meteorológicos extremos como olas de calor, sequías y temporales. Estos, a su vez, se traducen en menor disponibilidad de agua o en el incremento de riesgo de desastre por inundaciones o incendios forestales.
En efecto, Barrenechea advierte que todo lleva a cambios importantes en la biodiversidad y ecosistemas, existiendo especies que no logran adaptarse y pueden extinguirse, y finalmente, de distintas formas, todo puede repercutir en el bienestar de la personas.
EN CHILE
Chile, por su geografía y paisajes diversos, está entre los países más susceptibles al cambio climático, pues cumple 7 de 9 criterios de vulnerabilidad, según indican estudios científicos, y hoy "es uno de los 5 países más afectados por el calentamiento global", afirma Fabiola Barrenechea. Claros ejemplos son la megasequía que afecta al territorio, especialmente en la zona central, y también las olas de calor.
Ante dicho contexto, para profundizar en las variaciones de la vegetación a consecuencia del cambio climático y cómo ha afectado la propagación e intensidad de los incendios forestales, y por consiguiente en el paisaje y ecosistemas, que el centro que dirige Barrenechea está desarrollando una investigación. Ésta comenzó en junio de este año y se extiende hasta diciembre de 2020, "y considera las regiones de Valparaíso y Biobío en una primera etapa, por ser las que registran más incendios forestales en los últimos 10 años", precisa.
Por su vínculo con la ocurrencia o dificultad en el manejo de los incendios forestales, se han centrado en analizar las temperaturas máximas, precipitaciones y humedad, con datos de la Dirección Meteorológica de Chile y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 entre 1985 a 2018. Y ya tienen resultados importantes para la temperatura, especialmente a nivel local. Es que si bien en la Región de Valparaíso las alzas promedio registradas en las últimas décadas han alcanzado los 4°C, en la del Biobío se han registrado máximas que reflejan un aumento de más de 10°C en los últimos 30 años.
-El cambio es por el calentamiento global y el cambio climático; es indiscutible. Ahora, la investigación arrojó que las zonas urbanas son las que han experimentado un mayor aumento, lo que puede atribuirse a la urbanización, donde las construcciones y el cemento contribuyen, ya que actúan como un agente reflector del calor.
-Estamos en una situación crítica: la biodiversidad va a cambiar y ya está cambiando; va a haber escasez del recurso hídrico y ya está ocurriendo. La tendencia indica que las temperaturas seguirán aumentando y las precipitaciones seguirán bajando, por lo que la sequía y el avance de la desertificación es un hecho con plazo fijo.
-La opción es poder gestionar el desarrollo del territorio con una mirada prospectiva frente a este nuevo escenario, para que el uso de los recursos sea eficiente.
Otro punto es considerar la adaptación al cambio climático como una realidad. Los alimentos van a cambiar su disponibilidad y algunos rubros agropecuarios van a desaparecer en algunas regiones, por lo que el Estado debe elaborar planes de reconversión económica de esa población.