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Encuentro promoverá rol de huertos urbanos para la soberanía alimentaria

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Personas del Gran Concepción motivadas en comenzar a cultivar sus propios alimentos en comunidad y quienes ya lo estén haciendo y tengan interés en que más se unan, son los grandes convocados a ser parte del primer encuentro de "Huertas Comunitarias para la Soberanía Alimentaria". La iniciativa se llevará a cabo de manera gratuita, previa inscripción, este domingo 15 de diciembre al mediodía, y ha sido organizada por un grupo de personas que trabajan y aportan a la soberanía alimentaria a nivel local a través de distintos espacios y acciones, y que con la actividad buscan poner la temática sobre la mesa, para dar mayor visibilidad y principalmente avanzar en un movimiento cuyas implicancias se vislumbran como esenciales para reconocer y resguardar el patrimonio alimentario, favorecer los vínculos, y contribuir al desarrollo sustentable y sostenible.

Una de las organizadoras es Macarena Zambrano, de Color Local, tienda que vende alimentos de producción local y que desde hace 8 años está vinculada a dicha actividad, uno de los pilares del movimiento por la soberanía alimentaria del que es parte y al que anhela que más conozcan y adhieran, pues define a la soberanía alimentaria como "el derecho que tienen los pueblos de alimentarse de aquello que se produce en su propio territorio" y para ello, el movimiento se traduce en promover, cuidar y proteger todos los elementos que hacen posible el cultivo local de alimentos, desde el cuidado del agua y la semilla hasta el alimento y las personas que trabajan produciéndolo.

ESPACIO DE RESISTENCIA

Preferir las producciones locales es una base de la soberanía alimentaria, pero los huertos urbanos son también una expresión de y para ésta, ya que cumplen un rol fundamental como "un espacio de resistencia del alimento en la ciudad", afirma Zambrano. Esa es la consigna del próximo encuentro.

Al respecto, comenta que lo que quieren concientizar y/o fortalecer es, primero, "la conexión con el campo y el cultivo de alimentos, que en la ciudad lo vemos poco, pero cuando se generan las huertas urbanas podemos entender de dónde sale la verdura o fruta que comemos o cuánto cuesta que crezca. Por ejemplo, uno cuando va a comprar ve una lechuga en un almacén, pero que para que esté allí tardó meses en crecer", y aclara que puede ser más o menos según la época del año. Es así que el acento y gran finalidad estará en poner en valor "lo nuestro", pues es cuando se sabe cuánto esfuerzo y dedicación cuesta obtener algo, y más si es fruto del propio trabajo, cuando más se valora, quiere y protege, y por tanto este reconocimiento es un motor para impulsar que más se unan o que quienes lo hacen no decaigan.

Desde allí, Macarena Zambrano se detiene en la relevancia de que los huertos sean comunitarios, pues sin desconocer lo valioso del interés y la acción de tener huertas individuales (en los hogares), cuando éstas son cultivadas por varias personas, como puede suceder en un barrio, "se genera comunidad, ya sea porque los vecinos y vecinas se unen para aprender cómo se cuida una semilla o cómo se produce un alimento, o porque trabajan juntos para mantener el espacio", comenta. Agrega a la posibilidad del intercambio entre huerteros como otro factor para generar comunidad, y plantea, como un anhelo, que "si hubieran más huertas funcionando en la ciudad se podría generar intercambio de alimentos y no dependeríamos tanto del dinero para poder adquirirlos".

CONTEXTO LOCAL ACTUAL

Macarena Zambrano lleva varios años vinculada a la acción por la soberanía alimentaria a nivel local. Por ello ya tiene vínculos con otros con su misma convicción y que aportan desde sus propios quehaceres; unión que hizo posible gestionar el encuentro de huertas comunitarias -que espera sea el primero de muchos-. Con el paso del tiempo también van aumentando las personas o colectivos que se interesan por contribuir desde sus espacios y afirma que "hay varias organizaciones que están trabajando por este tema, ya sea con familias campesinas, protección de la semilla o cuidado del patrimonio alimentario, por ejemplo". Algo esencial, pues para la soberanía alimentaria se requiere un trabajo en distintas dimensiones.

Pero, por lo que sabe y ha visto, cree que "el movimiento se está recién montando en el contexto local" y que para avanzar falta aún, tanto personas participando, como recursos e incluso cambios en las políticas públicas.

Esto, porque innegablemente hay cuestiones políticas-económicas que influyen en la soberanía alimentaria, como que el agua esté privatizada o tratados que se traducen en que muchos alimentos que ingresan a Chile desde otras naciones sean más baratos de adquirir que los locales.

Hay temas en los que trabajar para generar transformaciones y crecer, y poner el tema sobre la mesa es un paso importante y es el que quieren dar, plantea Zambrano. Sobre todo dado el contexto actual de Chile, donde se espera tener una nueva constitución, en la que se espera que se logren cambios que resguarden la soberanía alimentaria como un derecho.

SUSTENTABLE, SOSTENIBLE

Y SALUDABLE

En el escenario de calentamiento global y cambio climático que afecta -o afectará- a todo y todos en el planeta, la soberanía alimentaria y los huertos urbanos como expresión de ésta, tienen también mucho que aportar. Sobre esto, Zambrano afirma que "el 45% de los gases que provocan el calentamiento global son de la agricultura industrial. Entonces si hablamos de combatir el fenómeno, tenemos que hablar de producción agro-ecológica y de soberanía alimentaria, sin monocultivos, sin tóxicos".

Así, se genera un círculo virtuoso: para la economía local, el medio ambiente y la salud de la población, lo que es clave para lograr los mundialmente anhelados desarrollos sustentable y sostenible, y una población con estilos de vida saludables, pues la calidad de la dieta es trascendental y las frutas y verduras deben ser protagonistas.

Escuela Penco promueve el ajedrez educativo con torneo interescolar

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Hace poco la Escuela Penco realizó su tercer Torneo Interescolar de Ajedrez, recibiendo a 112 alumnos de colegios municipales, subvencionados y particulares de distintas comunas de la Región del Biobío. La convocatoria enorgullece a Joan Gatica, profesor de profesión y director del establecimiento anfitrión, y no sólo porque el número es más alto que en otras ediciones (en la primera fueron 42 participantes), sino por el objetivo de la iniciativa.

Y es que en su espíritu no está fortalecer la competencia entre alumnos, sino "promover el ajedrez en el sistema escolar, particularmente por los beneficios en el desarrollo cognitivo, afectivo y social de los niños", cuenta, "y especialmente demostrar a las comunidades escolares y autoridades el alto interés que provoca su práctica en niños y niñas, y que su bajo costo de implementación lo convierte en una alternativa eficiente de mejora educativa", sostiene.

Algo de lo que puede dar fe Gatica, ajedrecista desde su época escolar y que tiempo después de iniciar la práctica regular notó el fortalecimiento de habilidades como la concentración, atención y memoria, muy relevantes en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Efectos, entre muchos otros, avalados por las experiencias y múltiples estudios, recalca, y que ha visto en sus alumnos, ya que en su rol docente y de directivo ha apostado por incorporar el ajedrez educativo en los distintos establecimientos en los que ha trabajado.

El proyecto ha tenido tal éxito que en la Escuela Penco el ajedrez está incorporado en el currículo con la característica de asignatura regular, pero sin calificaciones ni puniciones. Los resultados, dice con satisfacción, han sido positivos en diversos ámbitos, como mayor atención en las clases y mejoras en rendimiento en ciertos ramos y en las relaciones entre los alumnos, por mencionar algunas. Por ello, cree que solo sobran razones para que más colegios y docentes se atrevan a innovar en las prácticas pedagógicas y usar esta herramienta para favorecer la educación de niños y jóvenes.