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"Perdí mi cuerpo" hace que seamos mejores personas

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A veces expresiones artísticas como la literatura o la música, también artes visuales o escénicas, nos llevan a planos de emoción particularmente bellos. A veces, con "efecto retardado", como es el caso de aquellas propuesta "silentes" e íntimas, cuyos "efectos" se van sintiendo con el paso de los días.

Desde la literatura, un ejemplo está en "Stoner" de John Williams. Una novela de simple texto y acción casi invisible, que es capaz de volarte la cabeza. Ello, a partir de una historia -la de William Stoner, un profesor universitario- que termina por reflejar anhelos y las propias frustraciones de una vida con altos y bajos. Como la de todos nosotros.

En este grupo de "elegidos" cabe "Perdí mi cuerpo" (2019), película de animación dirigida por el francés Jeremy Clapin.

Recién estrenada en Netflix, y más allá de apuntar sobre la manida idea de "la animación para adultos", ésta no es más que una obra (de arte) hecha película (animada) capaz de trastocar el sentido de lo humano en clave surrealista.

A partir de la historia de Naoufel, un joven que pierde su mano en un accidente, y cuya vida se torna en un espejo de dos existencias paralelas. Por un lado, está la historia de él, alguien que transita buscando por algo mejor en el París contemporáneo. En ese camino se topa con Gabrielle, de quien se enamora, y por la que emprende una vertiginosa aventura.

En paralelo, está la historia (más surrealista), relacionada con la mano de este parisino. Es la excusa del realizador de 45 años -en Youtube puede verse cortometraje "Skhizein" de 2008- para pensar la existencia en este siglo, que apuesta logros y metas en tiempos líquidos, por sobre la humanidad y las personas. Esa mano hace que la aventura/relato se interne por el lado oscuro y momentos de bello logro gráfico.

Lo destacable es cómo nos golpean estos. Sacan de nuestra zona de confort, para apuntarnos que la vida está en otra parte y no necesariamente en el cruce que exponen estas dos historias de un mismo ser.

Finalmente, un relato que, en el pasar de los días, nos hará más humanos y mejores personas.