El ahorro se debe incentivar como un hábito en los niños
Pueden ser trescientos o diez mil pesos, pero independiente de la cifra, el momento de entregar dinero por primera vez a los hijos para que hagan uso de éste de manera autónoma se puede transformar en un hito, tanto para los padres como para los niños.
Es por lo mismo que muchos se preguntan cuándo comenzar con esta práctica, ante qué circunstancias hacerlo y cómo educar al respecto. Así, uno de los cuestionamientos comunes podría apuntar a si se debe o no dar dinero para que sea el niño quien se compre su colación en el colegio, sobre todo cuando se trata de pequeños en sus primeros años de enseñanza básica. Al respecto, hay que considerar que desde el punto de vista nutricional no es aconsejable dada las altas tasas de obesidad infantil y el libre acceso a productos poco saludables; pero el psicólogo Mauricio Franjola, director de Formación General de Santo Tomás Concepción, dice que desde el prisma económico, la recomendación tiene una directa relación tanto con la edad del niño como con su noción de lo que es el dinero.
Es que si bien hay algunos especialistas que sostienen que desde que los niños aprenden las operaciones matemáticas básicas o abstraen el concepto de número ya podrán ser capaces de manejar dinero, en tanto es posible que tengan claro qué producto pueden comprar con el monto que poseen y si deben o no recibir vuelto, el profesional asegura que no es suficiente. "Aparejado a lo anterior está la idea de jerarquización, interés, valores y otros elementos propios de la educación que intervienen no sólo en la comprensión de lo que es el dinero, sino que también en su adecuado y debido uso", plantea.
Respecto a la administración del propio dinero, recalca que esto supone cierto grado de autonomía, concepto que se refiere a aprender a tomar decisiones por sí mismo y ser responsable de las consecuencias. "Más allá del manejo de recursos económicos, la autonomía debe comenzar a trabajarse desde el año y medio en adelante. En consecuencia, puede haber niños que manejen sumas acorde a su comprensión numérica desde el momento que logran integrar el concepto de número, alrededor de los 4-5 años de edad, sólo si han logrado comprender el valor cualitativo asociado al bien obtenido", puntualiza.
FORMACIÓN FINANCIERA
Junto con enseñar el valor cualitativo del dinero, la formación financiera orientada al ahorro y el uso responsable de los recursos es un aspecto importante para que los niños aprendan a administrarlos. "El juntar dinero en una alcancía puede comenzar muy temprano, desde los 4 años en adelante ya es posible comenzar con esta formación. Ya desde los 7 u 8 años, cuando ya tienen cierto dominio de operaciones aritméticas, es posible comenzar una educación financiera centrada en el uso del dinero como instrumento de intercambio y en cómo permite la adquisición de productos y/o servicios", explica Jonathan Duarte, psicólogo y académico de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián.
Añade que el hecho de que el menor reconozca que el dinero es un medio de intercambio es fundamental para educar respecto a su valor, en tanto comprenden que el trabajo de los padres tiene una recompensa económica que permite la subsistencia del hogar. "Esta consciencia generalmente se logra después de los 8 años y dependerá en gran medida de los patrones de consumo de los padres. Si ven que sus padres van todas las semanas al centro comercial y utilizan las tarjetas de crédito indiscriminadamente, será más complicado que el menor valorice el dinero como un bien escaso", sostiene.
HÁBITO DE AHORRAR
El objetivo, asevera el psicólogo, es que el ahorro se desarrolle y transforme en un hábito. "Entre más pequeños adquirimos los hábitos más posibilidades hay de que sean parte de nuestro carácter y los consideremos como algo natural en nosotros", asegura.
Para fomentar el hábito del ahorro en los niños dice que hay que generar ciertos "contratos" con ellos, que apunten a que el uso de éste sea una inversión planificada y con un producto a conseguir claro. "Si el niño es aficionado a los videojuegos se puede incentivar a que ahorre una proporción del valor de juego y la otra que la proporcione el padre, y juntos ir a la tienda a comprarlo. Cuando el menor vea que su esfuerzo fue recompensado y que además recibió un incentivo poderoso para él, aumentan las posibilidades de generar el hábito del ahorro", ejemplifica.
Para resguardar la administración también aconseja que los padres determinen en consenso con el niño cuál será el objetivo del ahorro y en cuánto tiempo se espera reunir el monto. "Así el niño reconoce el carácter transaccional del dinero y no como un bien en sí mismo", apunta.
Por lo mismo es también clave no usar el dinero como una recompensa frente a un comportamiento que es un deber del niño, como la colaboración con algunas tareas domésticas y la obligación de cumplir con sus responsabilidades escolares; pues es contraproducente. "Si el interés de los padres es premiar con dinero, deben determinar ciertos comportamientos muy específicos y un monto preestablecido, de modo que el menor no lo considere un deber sino una recompensa justa", manifiesta.