Alarmante caída de la natalidad
Chile registra la tasa de fecundidad más baja en su historia, de acuerdo a las últimas Estadísticas Vitales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). La Tasa Global de Fecundidad (TGF), es decir, el número de hijos promedio que tendría una mujer durante su vida fértil (15-49 años), sigue disminuyendo y ubicándose bajo el nivel de reemplazo, que es de 2,1 hijos.
Mientras en 2022 la TGF fue de 1,25 hijos promedio por mujer, las estadísticas provisionales de 2023 muestran que dicha tasa bajó a 1,16 hijos, la más baja de la historia del país e incluso una de las menores tasas a nivel mundial. Si se compara con 1992, la cifra de 2023 estaría reflejando una caída de 53,7%.
Una población envejecida supone la creación de nuevas políticas públicas que vayan en línea con esta realidad que, a su vez, obliga a repensar la forma en que se destinan los recursos disponibles. Esta es una tendencia mundial, pero que se muestra más acentuada en nuestro país, porque Chile está en el lugar 222 y solo 14 naciones tienen una tasa más baja de natalidad.
Las estadísticas del INE muestran también que la edad en que las mujeres en Chile son madres sigue retrasándose. En 2022 estaba en el tramo de 30 a 34 años. En medio de la baja sostenida en la tasa de natalidad en Chile, se ha registrado un incremento de mujeres extranjeras que son madres. Así, mientras en 2017 el 6,9% de los nacidos vivos provenía de una mujer de origen extranjero, en 2022 esa proporción se triplicó, llegando a 20%. Las mayores proporciones corresponden a madres venezolanas, seguidas de peruanas y haitianas, situación que se concentra de preferencia en las regiones de nortinas de Tarapacá y Antofagasta.
En nuestra Región del Biobío, en el año 2014 hubo alrededor de 22 mil nacidos y en 2024 la cifra bajó a 14.356 nacimientos. Se esperaba que este fenómeno de baja natalidad, que es más notorio en regiones como Ñuble y Biobío, ocurriera de manera más lenta, pero se ha acelerado. El envejecimiento de la población es una realidad, inversamente proporcional al número de nacimientos. La natalidad en nuestro país muestra retrocesos que hacen insuficiente asegurar el recambio generacional, lo que abre un problema estructural, con una población en franco envejecimiento, a menos que como sociedad se trabaje en políticas de incentivo a la natalidad.
El último reporte de Estadísticas Vitales del INE dio cuenta de una realidad que hace varios años se viene agudizando: hay menos nacimientos en el país y, por consecuencia, la sociedad está envejeciendo aceleradamente. La tasa de reemplazo generacional -de 2,1 hijos por mujer- está lejos de volver a alcanzarse; incluso, la tendencia es a la baja. En 2022, de 189.303 nacimientos, 153.439 fueron de madres chilenas, y 35.864 de madres extranjeras. Paralelamente, en 2022 hubo un total de 136.972 defunciones, en su mayoría de personas sobre los 80 años de edad. Así, la tasa de reemplazo de la población es cada vez más insuficiente.
El INE ha proyectado que para 2025, la proporción de personas mayores será superior al porcentaje de menores de 15 años. En tanto, para 2026, las personas de 60 años y más superarán el 20%, lo que significaría que el país entraría en una etapa muy avanzada de envejecimiento poblacional.
La esperanza de vida al nacer va subiendo y durante 2023 se situó en 81,3 años, pero hay que considerar que esa población más longeva tiene nuevos requerimientos, en atención de salud, medicamentos y alimentación adecuada. Estos aspectos representan un desafío en múltiples dimensiones, entre las cuales se pueden citar cómo las políticas públicas sanitarias se comienzan a repensar en atención a una población más envejecida, cómo se rediseñan los sistemas de pensiones, los destinos de la fuerza laboral o, incluso, el diseño de las ciudades. En el fondo, se debe pensar la forma en que se destinan los recursos.
Mientras en 2022 la tasa de fecundidad fue de 1,25 hijos promedio por mujer, la de 2023 bajó a 1,16 hijos, la más baja de la historia del país e incluso una de las menores del mundo.