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El número de personas nacidas en la zona disminuyó 34,8% en una década

Biobío: los complejos pronósticos por la disminución de natalidad

En 2024 sólo se registraron 14.356. Se advierte que para 2035 zonas como Ñuble y Biobío tendrán un tercio de su población con más de 64 años, lo que en Chile recién ocurriría en 2050.
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nicolas.alvarez@diarioelsur.cl

Alrededor de 22 mil nacidos vivos registraron en 2014 las tres provincias que hoy componen la Región del Biobío, según cifras que guarda el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Diez años después, la realidad regional es muy distinta: el Servicio de Registro Civil e Identificación da cuenta de que en 2024 hubo 14.356 nacimientos, es decir, una disminución que en una década alcanzó el 34,8%. Más cifras del servicio muestran que en 2022 y 2023 se contabilizaron 17.506 y 16.245 nacimientos, respectivamente.

Los últimos datos provisionales publicados por el INE, correspondientes a noviembre pasado, exhiben también que durante ese mes nacieron en la Región 918 niños y niñas -el Registro Civil precisa que en noviembre fueron 1.103-, lo que ubica a Biobío como la tercera zona del país con mayor cantidad de nacimientos después de las regiones Metropolitana (4.015) y Valparaíso (931). En el penúltimo mes del año anterior se informaron 10.185 partos en Chile, con 5.207 nacidos vivos que fueron hombres, 4.978 mujeres, y una caída interanual de 23%.

El nuevo escenario de natalidad regional es visto con preocupación por parte de algunos especialistas. Advierten que hay una serie de variables que ayudan a entender el fenómeno, algo que se repite en otras partes de Chile y el mundo, pero que sin duda marcarán un efecto distinto en regiones del sur, como Ñuble o Biobío. En ese análisis, sostienen que 2035 será un año clave, donde se comenzarán a ver cambios importantes en el panorama demográfico local.

Factores detrás de la baja

Para Yamil Tala, investigador del CIPEM Los Héroes-UDD, lo que hoy enfrenta Biobío y Chile en materia de natalidad es una situación que los países desarrollados viven hace muchos años. "Se esperaba que en nuestro país este fenómeno pasara de manera más lenta, en unos 15 o 20 años más, pero comenzó a pasar en la última década, con una caída súper grande de la tasa de nacimientos, y sobre todo en regiones del sur como Biobío y Ñuble, que son las más envejecidas del país y las que tienen un proceso mucho más acelerado", afirma.

Según el especialista, hay factores ligados a la propia decisión de las mujeres de entrar con más fuerza al mercado laboral o dejar a un lado las labores de cuidado y así retrasar la maternidad, o bien de las parejas de nos ser padres y madres por una determinación de estilo de vida.

Tala compara la realidad local con la situación de las regiones del norte, como Antofagasta y Tarapacá, que al tener procesos migratorios mucho más grandes cuentan con extranjeros que tienden a tener más hijos que las parejas nacionales. Aunque igual estos territorios experimentan disminuciones en la cantidad de nacimientos, la baja no se observa tan pronunciada como las regiones de más al sur.

El profesor asociado del Departamento de Geografía UdeC, Voltaire Alvarado, llama a considerar como factor determinante el alza sostenida del costo de la vida, que lleva a las actuales generaciones a enfrentar una vida que es 25% más cara que hace cinco años. "Por muy romántico que sea el formar familia, incluso eso tiene un costo que es cotidiano y que en los primeros años es bastante alto", dice el académico, quien de inmediato suma una segunda dimensión a esta condición material: el encarecimiento y la fuerte distancia que existe hoy respecto al proyecto de casa propia, pese a la robusta política subsidiaria que tiene Chile.

"Creo que hay un tema de madurez cultural, porque Chile es un país que en la década de 1990 vivió una infancia democrática, y hoy es una democracia puberta, bien hormonal (...) La transición hacia una democracia más madura involucra proyectos de vida más maduros y complejos, donde una persona legítimamente puede optar por trabajar para sí misma y vivir de eso el resto de su vida. Parece chocante, pero es una cuestión que países que se parecen mucho en la forma de transición y maduración social viven de una forma similar, como España, donde es común encontrarse con parejas y matrimonios sin hijos a los 50 años", plantea Alvarado.

Desde la mirada de Carolina Rodríguez, académica de Obstetricia USS, la baja en el número de nacimientos responde también a un mayor acceso a métodos de planificación familiar, incluyendo anticonceptivos y vasectomía. "Eso ha aumentado, permitiendo una mejor regulación de la natalidad", dice, sumándose a lo expuesto por los otros dos expertos respecto a que hoy existen cambios en las prioridades personales y profesionales, oportunidades laborales y políticas públicas relacionadas con la maternidad, que influyen en esta tendencia.

"El factor económico, con el alza del costo de vida y la percepción de inestabilidad económica, también desincentiva a las parejas a tener hijos", subraya.

Escenarios futuros

Los efectos que se prevén a causa de la baja natalidad apuntan, obviamente, a un envejecimiento poblacional y adultos mayores que requerirán más servicios de salud y pensiones. Se estima igualmente una reducción de la fuerza laboral, lo que podría golpear la productividad y el crecimiento económico de la Región, así como una disminución de los servicios educativos presentes en la zona.

"Se proyecta que la población de adultos mayores aumentará significativamente, superando a la de menores de 15 años para 2028. La proporción de personas menores de 15 años disminuirá, lo que puede afectar la dinámica social y económica de la Región. El INE estima que para el año 2035, el 21% de la población del Biobío corresponderá a mayores de 64 años", precisa Carolina Rodríguez, quien advierte que el aumento de la población mayor se proyecta con más fuerza en San Pedro de la Paz, Coronel y Los Ángeles, con cifras entre un 34% y 39%, "lo cual destaca la importancia de generar políticas diferenciadas para cada territorio". Para revertir el asunto, propone implementar políticas que incentiven a las parejas a tener más hijos, como subsidios y apoyo a la conciliación laboral y familiar.

Yamil Tala se muestra preocupado por lo que pueda suceder a 2035, porque a su entender Ñuble y Biobío se convertirán en regiones "mucho más envejecidas" en relación al promedio nacional, dado que recién en 2050 se espera que un tercio de la población chilena tenga 60 años o más. A su juicio, se requiere un trabajo especial en estos territorios a través de políticas públicas que pongan la mirada en las personas mayores y que permitan mejorar los accesos a las ciudades y a los servicios.

Voltaire Alvarado, por su parte, recoge parte del análisis de la académica USS. "Lo primero que se va a impactar es el acceso que necesitan los sectores productivos a la mano de obra, desde rutinas laborales manuales de baja calificación hasta capital humano avanzado de altísima calificación, que no habrá o que estará subutilizado, porque en cinco o diez años más se deprimirán los ingresos a salas cunas, jardines infantiles, escuelas y liceos, y lo mismo se verá en las universidades con la matrícula de pregrado. Eso es inevitable", advierte.

Un elemento a considerar en todo esto, agrega, es la forma en que Chile mira la migración y su aporte en la generación de capital humano avanzado, en un contexto futuro en que el país y la Región, a propósito de la merma en la tasa de natalidad, requerirán profesionales extranjeros para cubrir los sectores productivos.