Con un llamado a transformar la política y la convivencia para un Chile con más esperanza, el arzobispo de Concepción, Sergio Pérez de Arce, presidió el Te Deum 2024, junto al obispo auxiliar, monseñor Bernardo Álvarez Tapia.
La acción de gracias, que se realizó en la Catedral de la capital regional, contó con la presencia de diversas autoridades políticas, civiles y militares. Durante la misa el prelado hizo especial mención a tres acontecimientos ocurridos en la zona, como son el asesinato de tres carabineros en Cañete, el cierre indefinido de las operaciones de la Siderúrgica Huachipato, y el reciente aniversario número 10 de la Lavandería Industrial 21, destacando a tantos hombres, mujeres, comunidades y organizaciones que buscan hacer de Chile un país mejor, más inclusivo y fraterno.
En su homilía, Pérez de Arce afirmó que "solidarizamos con todas las familias, comunidades e instituciones que han perdido un ser querido o un miembro de sus filas, y expresamos la importancia de reafirmarnos en los caminos de la paz y en la lucha contra quienes atentan contra la vida de sus hermanos, siempre en el marco del Estado de Derecho".
Además, sostuvo que "especialmente penoso es el cierre de la Siderúrgica Huachipato, luego de 70 años de funcionamiento, no sólo por sus efectos devastadores sobre el empleo y la vida concreta de tantas familias, sino también porque da cuenta de un déficit de nuestro modelo de desarrollo, que se muestra frágil para sostener actividades productivas que agregan valor a las materias primas. Esto no es bueno para el progreso de Chile".
No obstante, aseguró que no faltan motivos de esperanza "y nos alegramos por todos aquellos que día a día forjan el desarrollo de nuestro país en ciudades, pueblos y campos; en hospitales, escuelas y oficinas; en la industria, el comercio, el servicio público y en tantos otros lugares".
El arzobispo advirtió que "a la fuerte presencia de la delincuencia y el narcotráfico en nuestras ciudades, con el clima de inseguridad que provoca, se unen otros problemas sociales que llevan largo tiempo discutiéndose o abordándose, sin resultados que signifiquen un cambio o una mejora significativa".
Planteó que a lo anterior se suma la corrupción presente en amplios niveles de la administración del Estado y aseveró que "casi no hay ámbito o institución donde no se hayan manifestado acciones y prácticas corruptas (…) Estas realidades que vive el país generan en la ciudadanía desafección con la política, desilusión y retraimiento, que refuerza el fuerte individualismo y la dificultad para participar en la cosa pública que caracteriza a nuestra cultura.
En ese sentido, hizo un fuerte llamado a que "la política debe transformarse, se requiere otra cultura política, otro modo de hacer política, porque Chile tiene grandes desafíos que abordar. Los chilenos siguen teniendo necesidad y deseos de cambio, siguen queriendo y necesitando más justicia, más seguridad, más eficiencia del Estado y más oportunidades para todos, y quieren menos desigualdad, menos corrupción y menos pelea política inútil".