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Velocidad del viento marco récord

Ráfagas de 124 km/h marcan fenómeno climático en la capital

Un hombre falleció debido a que una palmera cayó sobre el vehículo donde estaba junto a otros dos hombres, quienes resultaron lesionados.
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Por Redacción

La Dirección Meteorológica de Chile informó ayer en X que en Pudahuel -comuna donde se ubica el aeropuerto internacional, cuya actividad fue suspendida por algunas horas-, Región Metropolitana, "registró una intensidad del viento de 124 km/h a las 00:55 horas", lo que fue leído por los especialistas como "un nuevo récord histórico, desde 1968", año en que se registraron vientos de 76 km/h en la capital, y luego 74 km/h en 1982.

El meteorólogo Eduardo Sáez explicó a Radio Bío-Bío que se trató de un "gran sistema frontal que venía avanzando desde el sur, que había dejado rachas sobre los 100 km/h, fue tremendo", porque "llegó con fuertes vientos al borde costero al final del día, y las intensidades también estaban entre 80 y 90 km/h".

Sáez detalló que "el viento Raco es el viento cordillerano que ocurre cuando se desarrolla la vaguada costera, anoche no había vaguada costera. Pero este viento fue un Raco", aunque se trató del "Raco negro", que "está asociado a un flujo muy fuerte de viento que traen los sistemas frontales, a bajo nivel y, como viene norteando, choca ese viento con el murallón de la Cordillera de Los Andes y hace un giro hacia abajo, como en espiral. En ese giro, el aire se calienta".

"Todos los modelos (meteorológicos) que nosotros veíamos nos daban vientos como de 20 km/h. Nosotros decíamos (durante la noche del jueves) esta cuestión no cuadra", agregó el experto ayer, junto con que "el viento ya se fue" de la Región Metropolitana, y "las precipitaciones bajarán de intensidad".

Palmera mató a hombre

Un hombre de 33 años falleció durante la madrugada de ayer en Estación Central, debido a que una palmera de más de 20 metros cayó sobre el techo del vehículo en él que estaba, convirtiéndose en, al cierre de esta edición, la tercera víctima fatal producto de la contingencia climática. Dos hombres que lo acompañaban alcanzaron a salir del automóvil y quedaron con lesiones.

La alcaldesa de Peñalolén, Carolina Leitao, al mediodía de ayer reportó al menos "94 árboles caídos, 18 voladuras de techos" y cerca de 30 postes de electricidad derribados por el viento en la comuna precordillerana.

Frente de mal tiempo deja a 1,2 millones de clientes sin electricidad

Prevén trabajos hasta mañana.
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La Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) informó ayer que 1.209.041 clientes amanecieron sin electricidad, 724.971 de ellos en la Región Metropolitana, aunque los cortes de suministro se contaban entre Atacama y Aysén. El ministro de Energía, Diego Pardow, afirmó que "desde el terremoto de 2010 que no teníamos cortes de luz de esta magnitud".

Pardow agregó que recuperar el servicio "va a tomar tiempo, y en algunos casos días, especialmente en zonas rurales de La Araucanía".

El gerente general de Enel, Víctor Tavera, cifró en Santiago "más de 200 puntos de falla, lo que provoca que tengamos más de 500.000 clientes sin suministro" al mediodía de ayer, cuando se estimaba "recuperar un 40%. (...) Para el domingo creemos ya que va a ser una afectación del orden de un 10% o un 5% de lo que tenemos hoy (ayer), del orden de 50.000 clientes y para el día lunes ya finalmente serán casos residenciales".

Su par de CGE, Iván Quezada, señaló que había "147.000 clientes sin suministro", de los que se esperaba ayer "reponer prácticamente el 80%", con "un rezago para el día de mañana (hoy) de 25.000 clientes", aunque "San Bernardo y El Monte van a ser las comunas con mayor afectación" hoy, ya que se trata de "4.000 clientes por cada comuna, lo mismo que Talagante, Peñaflor y Pirque".

Damnificados de incendios de Valparaíso piden flexibilizar requisitos para bonos

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Hace exactamente seis meses, la Región de Valparaíso enfrentó una catástrofe de magnitudes aún difíciles de dimensionar. Fueron varios factores los que incidieron en que la presunta acción del exbombero, Francisco Mondaca -hoy en prisión preventiva-, se convirtieran en una tragedia que dejó más de 8 mil hogares arrasados y 137 muertos.

Y es que a la acción del exfuncionario bomberil se sumaron las altas temperaturas, escasa prevención, deficientes vías de evacuación en las zonas altas de Quilpué y Viña del Mar y el poblamiento de zonas de riesgo.

De acuerdo al Mercurio de Valparaíso, los más de 21 mil damnificados aún buscan reponerse de las terroríficas escenas del 2F. Tal es el caso de Alejandro Moreno, quien vive hace más de 60 años en la Villa Independencia y preside su junta de vecinos. Moreno reconoce que, a seis meses de la tragedia "el sentir es de tristeza. Se nos fueron muchos amigos, de tantos años, pero por otro lado también nos sentimos abandonados".

Una de las grandes causas de la frustración de la comunidad, señala, es el lento avance del proceso de reconstrucción. "Muchos sentimos que ha sido muy lento todo. No vamos avanzando", sostiene.

Uno de los criterios de la reconstrucción que ha causado mayor polémica es que los damnificados deben contar con una serie de habilidades (requisitos) para poder acceder a la reconstrucción. Entre ellos, por ejemplo, no contar con una segunda vivienda, decisión que dejará a varias familias fuera del proceso.

Opinión

El código de Abel, la biblioteca de Jonás

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Su papá murió cuando Abel recién había entrado a la Facultad de Derecho. Él era el mayor de los hijos y se dividieron el trabajo con su mamá: ella se quedaría en la casa, a cargo de los cuatro hermanos menores, y él iría a trabajar, de manera paralela a sus estudios.

No podía ir a clases, pero siempre había algún compañero que le prestaba los apuntes. En esa época recién habían aparecido las fotocopias y le resultaba imposible recurrir a ellas, porque eran muy caras. Estudiaba en las noches, hasta muy tarde.

Se tituló de abogado incluso antes que la mayoría de sus compañeros. Sus ingresos mejoraron, y pudo pagar los estudios de sus hermanos menores sin necesidad de trasnochar.

Cuando uno iba a su oficina, él mostraba con orgullo un viejo Código Civil. Parecía que se hubiese caído al agua alguna vez, porque estaba muy arrugado. Entonces contaba la historia de ese libro tan maltrecho. Como en las noches estaba muy cansado, muchas veces se quedaba dormido encima del Código. No era agua lo que mojaba esas páginas, era saliva. Al rato, despertaba y seguía estudiando.

En esas condiciones, Abel nunca pudo sacar muy buenas notas. Sin embargo, terminó la carrera en el plazo previsto, porque no podía darse el lujo de reprobar ramos. Sacrificó el deporte, por más que fuera fanático del fútbol. Las pocas horas libres debía dedicarlas a meterse definiciones, artículos, requisitos y clasificaciones en la cabeza.

¿Fue un buen alumno? Por supuesto que sí: hay muchos caminos para llegar a ser un buen estudiante y Abel eligió uno de ellos.

A veces el problema no es la necesidad de trabajar duro para sacar adelante a una familia, sino una circunstancia de otro tipo. Recuerdo a un alumno que tuve hace muchísimos años. Llamémoslo Jonás. Era un hombre muy formal, que trataba a los profesores con gran respeto. Su problema era que tenía una significativa limitación intelectual. Podía estudiar, ciertamente, pero le costaba el doble que al resto. En esa época, los cursos de Derecho eran anuales, y si uno reprobaba en diciembre podía presentarse de nuevo en marzo.

A pesar de sus esfuerzos, Jonás aprobaba sólo dos o tres ramos a fin de año; el resto quedaba para marzo, aunque a veces ni siquiera entonces conseguía pasarlos. Lo que me impresionaba de él era que, nada más reprobar un examen, no gastaba un minuto en lamentaciones: se iba de inmediato a la biblioteca a estudiar el examen siguiente. Cuando no estaba en clases, uno lo veía siempre allí, en el mismo asiento. Sus compañeros lo respetaban mucho. Yo diría que incluso tenía prestigio entre ellos, porque su esfuerzo era admirable.

Jonás se demoró más años que lo habitual en terminar la carrera, si bien al final consiguió hacerlo. En el camino habían quedado otros que eran más inteligentes, pero no estaban preparados para los fracasos. Se habían venido abajo con las primeras derrotas. Siempre pensé que ese hombre, a su manera y con todas sus dificultades, era un buen alumno.

Para ser un buen estudiante no se necesita ser un genio, sino cultivar del mejor modo posible las propias capacidades atendidas las circunstancias. He tenido estudiantes geniales; sin embargo, no todos fueron buenos alumnos.

No es buen alumno el que estudia para sacarse una buena nota y no para aprender; o aquel que es incapaz de dedicar un par de horas para explicar una materia a un compañero que, a pesar de sus esfuerzos, no logra entenderla. Mucho menos quien piensa que, por ser más inteligente, puede mirar en menos al resto. ¿Qué mérito tiene el simple hecho de poseer un coeficiente intelectual superior al promedio? Tanto como tener la nariz o las orejas de mayor tamaño que el resto. La inteligencia está para ser cultivada y, a continuación, para servir a los demás. Las capacidades intelectuales tienen una función social, y deben emplearse de una forma que sirva al bien común.

Que no te suceda, por favor, lo mismo que a un antepasado mío, un político del siglo XIX, que pronunció en el Congreso una frase que no habla muy bien de él: "Tengo talento y lo luzco". A lo mejor fue una simple ocurrencia desafortunada. Pero no la habría dicho si hubiese conocido a Abel o a Jonás.

Joaquín García-Huidobro