Prevención de la hepatitis
Las personas tienen poco conocimiento acerca de esta patología, de su potencial gravedad y de sus consecuencias en la salud y en la calidad de vida. Por ello, se ha planteado la necesidad de intensificar las iniciativas de información, educación y comunicación sobre la enfermedad y tomar acciones para promover la prevención y detección temprana.
Cada 28 de julio se conmemora el Día Mundial de la Hepatitis, para aumentar la concienciación sobre esta enfermedad que provoca inflamación del hígado, generalmente por una infección viral y que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a 325 millones de personas, causando la muerte de 1,4 millones producto de complicaciones asociadas como cirrosis y cáncer. La fecha se instauró desde 2010, con el fin de recordar el nacimiento del científico Baruch Samuel Blumberg, quien descubrió el virus de la hepatitis B.
Se conocen cinco tipos principales de virus: A, B, C, D y E, los que pueden transmitirse a través de una variedad de vías, pero en especial mediante el consumo de agua y alimentos contaminados, que causan la infección e inflamación grave y crónica del hígado, y a su vez pueden dar lugar a cirrosis y cáncer de hígado. La hepatitis viral es un problema sanitario mundial que afecta a millones de niños y adultos, la mayoría de las veces de forma silenciosas, es decir, sin presentar síntomas.
En Chile, existen todos los tipos mencionadas, aunque el de mayor prevalencia es el tipo B. Según estadísticas del Ministerio de Salud, afecta a alrededor de seis personas por cada cien mil habitantes, una cifra que ha ido a la baja. La tasa más alta de las últimas décadas se registró en 2013, cuando el promedio se estableció en torno a 8,2 personas por cien mil habitantes. Las razones de esta caída se atribuyen a las campañas de vacunación, a la prevención y al diagnóstico temprano. Las hepatitis B y C muchas veces se vuelven crónicas y no siempre presentan síntomas, retrasando el diagnóstico, lo que provoca el avance de la infección que compromete el hígado. Los virus causantes de las hepatitis A y E son transmitidos principalmente por vía fecal-oral, a través de agua y alimentos contaminados y los tipos B, C y D son transmitidos por contacto sanguíneo y sexual.
En nuestra Región del Biobío, se produjo un brote A importante en octubre de 2013, que afectó mayormente a población joven, de entre 15 y 24 años, y se prolongó hasta 2019. En ese lapso, se produjeron más de 5.500 contagios y esta zona llegó a tener más de un tercio de todos los casos del país. Los registros que se tenían indicaban que los pacientes se concentraban de preferencia en las ciudades del borde costero, lo que indicaba que estaban relacionados especialmente al consumo de mariscos crudos. Los exámenes de laboratorio encontraron virus tipo A en algunos alimentos, especialmente los mariscos, por lo que las autoridades de Salud realizaron desde entonces llamados a consumir los productos cocidos y en lugares establecidos.
También como prevención, se incorporó dentro del Plan Nacional de Inmunización la vacuna contra el virus de la hepatitis A que se aplica en los niños que cumplen los 18 meses, junto con llamar a sus padres a tener estrictas medidas de higiene y de cuidado con los alimentos que consumen. El programa de control y prevención dio resultados positivos y hubo un importante descenso en los años siguientes.
Esta patología es considerada una epidemia silenciosa porque la mayoría de quienes la padecen desconocen que están infectados. Pero puede ser controlada con medidas simples, como mantener una buena higiene, evitar el consumo de alimentos y agua contaminados, y vacunar a los menores, considerando siempre que la prevención es fundamental para no contagiarse.
Es considerada una epidemia silenciosa porque la mayoría de quienes la padecen desconocen que están infectados. Se sugiere mantener una buena higiene y evitar alimentos y agua contaminados.