Estamos próximos al momento en que deberemos tomar una decisión para elegir a las autoridades regionales y municipales. La pregunta que muchos nos hacemos es ¿por quién votar?, ¿en qué persona confiar nuestro futuro? No es fácil, porque no da lo mismo quién dirija el destino de la "casa de todos", que es en esencia la ciudad. Algunos resolverán este dilema rápidamente entregando su voto según sus legítimas afinidades ideológicas, otros por la convicción de idoneidad o simpatía para desempeñar un cargo. Pero todo ello es absolutamente insuficiente, ya que no asegura un mejor porvenir para la ciudad y sus ciudadanos. Lo que nos puede ayudar a tomar esta decisión sería conocer el plan de ciudad que proponen quienes aspiran a liderar nuestro futuro regional y comunal.
Tengamos presente que desde el origen de la humanidad ha sido un plan el que ha transformado a una ciudad en civilización. Sin la existencia de un plan no tendríamos rumbo y nos quedaríamos navegando en la mediocridad. En otras palabras, nos quedaríamos sin un futuro deseado. Conocer el plan de ciudad de quienes ostentan dirigir nuestros destinos es fundamental, aun cuando el plan no sea todo lo bueno que esperamos, pero más vale tener un mal plan que no tenerlo (Winston Churchill).
Algunas consideraciones sobre un plan de ciudad: lo primero, es que el plan entienda nuestros descontentos y también nuestros sueños. Que éste sea convocante y transversal, es decir, que haga sentido a la sociedad civil, a los privados y a los agentes públicos, todos asociados en la construcción de un objetivo común. El plan debe declarar los proyectos específicos que lo componen y que se transformarán en compromisos públicos de la autoridad que nos permitirán auditarlo en el tiempo. Éste también debe ser gradual, pero inspirado en grandes metas, que incluso se alcancen en el largo plazo. En efecto, esto último es fundamental, porque los grandes proyectos de ciudad no son realizables en cuatro años de gobierno, y quien lo diga merece toda nuestra desconfianza. La verdadera ciudad se construye paso a paso, sobre la grandeza de líderes que subordinan su ansiedad e inmediatez clientelista por la construcción de un verdadero legado en el tiempo.
El liderazgo es un talento y una virtud que se diferencia del caudillismo mediático por la transparencia, la experiencia, la transversalidad y la nobleza de construir pensando en el futuro. Como ciudadano y urbanista invito a los y las candidatas a mostrar el plan para nuestra ciudad, para hacerla más equitativa, sustentable, carbono neutral, segura, con proyectos que nos enorgullezcan y que podamos legar a las generaciones futuras.
Si nuestras futuras autoridades no proponen un plan, quiere decir que no están pensando en el futuro y, consecuentemente, no tienen el derecho a gobernarnos, ya que el futuro es un derecho de los ciudadanos.