"Baldosario" va al rescate de la cerámica calcárea penquista
La iniciativa, nacida a partir de la observación, ya ha catastrado cerca de 40 diseños de baldosas sólo en el centro de Concepción y planea expandirse más allá.
Muchas construcciones de Concepción están adornadas con teselas, estas pequeñas piezas de piedra u otros materiales que se utilizan para confeccionar mosaicos.
Precisamente, esta observación fue la que despertó el interés de la arquitecta Catalina Melo Gaymer por ir un poco más allá y profundizar en las baldosas.
De acuerdo a la profesional, el origen de esto nació cuando empezó a estudiar arquitectura. "Me empecé a fijar mucho en las teselas, en ese tiempo no sabía que se llamaban así. Empecé a darme cuenta de que había cierta identidad en los edificios de Conce", dice la profesional.
"En específico las baldosas, que siempre estuvieron presentes, especialmente las emblemáticas de la Remodelación Paicaví; las empecé a mirar con otros ojos hace unos dos años, cuando estaba haciendo un taller de Arquitectura que dicto en la Universidad San Sebastián", recuerda.
Al mismo tiempo que nació este interés, la profesional también tomó un curso para aprender a hacer baldosas. Haciendo el cruce entre las baldosas en la arquitectura moderna y la confección de las mismas, Melo postuló a un Fondart y resultó ganadora.
Denominado "Baldosario" y formalmente "Registro y difusión de la baldosa calcárea en el centro urbano de Concepción", el proyecto ya ha registrado más de 20 espacios en el centro de la capital regional que albergan cerca de 40 diseños de baldosas.
Rescate patrimonial
Cada baldosa tiene una capa de cemento pigmentada, de unos 4 ó 5 milímetros(mm) de espesor, donde va el diseño. Cada una se prepara en una trepa o matriz dada vuelta, la cual se va rellenando hasta armar el diseño.
Luego se quita el molde y se termina de rellenar la baldosa con cemento normal. "La capa de diseño, como tiene un espesor, permite que tenga un cierto desgaste superficial, por eso se puede usar como suelo, sobre todo. Puede ir desgastándose y mantener el diseño", detalla Melo.
Particularmente, este tipo de baldosa fue creada en Francia a mediados del siglo XIX y comenzó a usarse en Chile, de forma amplia, a inicios del siglo XX. Es denominada calcárea o hidráulica, debido a su composición basada en polvo de cemento pigmentado y a su proceso de confección mediante prensa hidráulica.
"Esta baldosa primero tuvo una razón más funcional que estética, se estaba siguiendo una corriente higienista. En los hospitales y lugares públicos había pisos mayormente de madera, en ese tiempo, y se buscaba una solución un poco más limpia. Ahí aparecieron estas planchetas de 20x20 que eran de cemento, se podía lavar, tenían mayor durabilidad y podían estar sometidas a tráfico permanente", expresa la investigadora.
"Después se empezó a desarrollar diseños. Acá en Chile se usaba mucho para las veredas, pero en la década del 60 -más o menos- con la llegada del movimiento moderno tardío que llegó a Conce, distinto al que llegó a Chillán después de terremoto de 1939; muchos arquitectos en proyectos emblemáticos diseñaron ellos mismos sus baldosas como revestimiento de muros", puntualiza Melo.
A partir de ahí, la pieza comienza a tener también una función ornamental con diseños más arriesgados y menos geométricos. Uno de estos ejemplos, es el Edificio Fiuc -obra de los arquitectos Alejandro Rodríguez, Gabriela González, Edmundo Buddemberg y Osvaldo Cáceres- donde este último diseñó las figuras de las baldosas que cubrían el suelo de la Galería Universitaria.
Posterior a su remodelación, luego del 27F, estas fueron retiradas y cambiadas por un suelo casi sin valor estético.
"Las baldosas, como piezas individuales tienen un inmenso valor artístico y también por su construcción artesanal. Además, por su diseño mismo tienen un valor estético. Se le van sumando valores, cuando se van agrupando y creando estos patrones (...) Soy de la idea de que estas piezas que son bidimensionales cuando están conjugadas, pasan a tener un impacto en el espacio de un edificio. Es impresionante como algo tan pequeño puede tener relevancia en un espacio tridimensional", destaca la arquitecta.
Dentro de los espacios que Melo ha catastrado están -además de los ya nombrados- los edificios Ñielol y Tribunales, el Colegio del Sagrado Corazón, la Sociedad de Carpinteros y Ebanistas, el Teatro Ideal - Vega El Esfuerzo, el Plato de la UdeC, estacionamientos y zaguanes de viviendas particular en los barrios Condell y Cruz, y la Capilla San Francisco de Asís.
Esta última alberga algunas de las baldosas más antiguas de la ciudad. Si bien la capilla fue construida en 1941 luego del terremoto de 1939, muchas de sus baldosas fueron reutilizadas de una construcción anterior.
Un caso similar ocurre en un zaguán de calle Serrano -cuya construcción data de 1970- donde estas piezas están muy dañadas por el paso del tiempo, aunque igualmente es posible distinguir sus formas y colores.
"Este proyecto en forma muy específica es para terminarlo en una exposición y reproducciones de baldosas, pero uno empieza a investigar y a meterse más en el tema. Quiero profundizar en su llegada a Chile, a la zona y las fábricas que había en Concepción. Me gustaría hacer esa bajada en la que no he podido profundizar. Me gustaría poder hacer una publicación de esto", sentencia.